*dva*

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Will abrió los ojos, estaba empapado en sudor, miró a la mesita de noche, la luz de su reloj despertador le indicaba que eran las cuatro y media de la madrugada, aun podía sentir el dolor de ser baleado... inconscientemente se había llevado la mano donde estaba su cicatriz, paso la lengua por sus labios y se dio cuenta que tenía sangre, era muy probable que se haya mordido mientras dormía, pero sentir el sabor metálico en su boca lo horrorizó más cuando un flashback repentino atravesó su mente con, la imagen del hombre metiéndose el arma dentro de la boca y tirando del gatillo. Tan rápido como la imagen se instaló en la mente de Will los ojos se le humedecieron y junto un doloroso nudo en su garganta, sentía que en cualquier momento rompería en llanto.

Cuantas semanas llevaba sin poder dormir bien, que esos sueños lo atormentaban y lo perturban... más terrorífico cuando despertaba con el sonido del Clic al tener su arma en la boca.

Cuando ya se encontraba más despierto se colocó su abrigo y pantalones sobre su pijama para salir a Baltimore, pues agradece totalmente estar de franco hoy...

Ojos oscuros estaban fijos en los de Will allí parado enfrente de la puerta de la casa de Lecter, el mayor volvió a mirar el reloj colgado en el interior de su hogar comprobando así que eran las seis de la madrugada, pero lo que realmente estaba observando con su visión periférica era cómo temblaban las manos del más joven, cómo sus piernas seguían rebotando frenéticamente y cómo sus labios no paraban de temblar.

— Disculpe que lo moleste tan temprano... pero necesitaba hablar y en respuesta a lo de la sección anterior... Si, lo fue... —Sus manos se movían temblorosas, queriendo romperse en ese mismo momento puesto que no había hablado de su experiencia con nadie durante todos estos meses.

— Jamás serás una molestia William, ven entra estas helándote aquí afuera. Quieres sentarte para hablar mejor de esto y tomar algo caliente.—Dice con voz aterciopelada Hannibal mirando los pequeños hombros de Will temblar.

Lecter vio como este asentía dudoso, completamente angustiado para ir a paso lento siendo dirigido por el médico hasta la cocina.

— Una cosa es observar y detener a las personas antes de su muerte o que maten... Una cosa completamente diferente es apretar el gatillo y ver la muerte. —William murmuró en voz baja.

— Debes comprender que los accidentes ocurren...

— Pero sigo teniendo estos sueños... tan vívidos.

— Sal de tu cabeza, Will. — dijo, mientras colocaba la cafetera —Ahí es donde yace tu destrucción.

— Temo que me vuelva loco...

— No estás loco, Will. Fue una situación traumática y tu imaginación te obliga a vivir a través de ellas, si no abusaras repetidamente de su psique de la forma que lo haces. —Lo vio arquear las cejas sin comprender— Volviendo al campo tan rápidamente. —Se hizo entender.

— Estoy para salvar la vida de la gente.

— Al pequeño costo de tu propia estabilidad y cordura. —Recalcó Hannibal mientras servía las tazas con café. —¿Azúcar?

—Si, por favor... —Toma su taza humeante mientras abriga sus heladas y temblorosas manos.

Cuando Hannibal se acerca a un estante, fue que una menuda figura se asoma desde el umbral del otro lado de la habitación trayendo consigo un albornoz igual de fino que el del doctor; una joven rubia de tez blanca y ojos almendrados.

— Buenos días Hanni. —Sonríe la joven mientras se acerca a besarle la mejilla— Estás despierto tan temprano.

— Lo siento... no quise interrumpir temprano y perturbar el sueño de su esposa.

La Danza Del Diablo - HannigramDonde viven las historias. Descúbrelo ahora