*Pyat'*

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En ese momento una azafata llegó hasta Hannibal y, tocándolo en el hombro, pidió:

— Por favor, caballero, ¿me podría acompañar?

Sorprendido, él se levantó, pero entonces sintió que el joven de al lado lo cogía de la mano con brusquedad y con ojos asustados murmuraba:

— No te vayas.

— Tengo que...

— No se te ocurra dejarme aquí solo.

La intensidad de su mirada y el miedo que percibió en su voz hicieron que Hannibal se olvidara de sus propios nervios, aunque no se reflejaran en su rostro o en su lenguaje corporal de igual forma se encontró nervioso por toda la situación y dirigiéndose a él, repuso:

— Te prometo que regresaré dentro de dos segundos. Tranquilo.

Una vez que se marchó, el avión volvió a dar otra sacudida, y Will, solo en aquel enorme asiento de business, se agarró a él mientras murmuraba:

— No... no... esto no puede estar pasando. Primero lo de Abel Gideon y ahora esto...

Tras reunir a un grupo de personas, las azafatas les explicaron que tenían un problema con el motor derecho del avión, pero que todo saldría bien. Después les pidieron colaboración para proceder a la evacuación del aparato en cuanto tomaran tierra. Dicho esto, todos regresaron a sus asientos. Cuando Hannibal llegó junto a Will, se sentó a su lado, se abrochó el cinturón de seguridad y cogiéndole la mano sin preguntar, declaró:

— Tranquilo. Está todo controlado.

— No te creo, pero eso que dices parece muy bonito. ¿Qué ocurre?

Tan nervioso como él, aunque no lo pareciera, Hannibal murmuró:

— Hay un problema en el motor derecho y vamos a hacer un aterrizaje de emergencia...

— Ay, Dios mío... ¡Nos vamos a.!

Will no pudo terminar la frase, porque el mayor, al darse cuenta de lo que aquel muchacho iba a chillar, lo acercó hacia él y lo besó. Fue un beso corto y ligeramente áspero, cuando lo separó de él murmuró mirándolo a los ojos:

— Como te dije cuando despegamos, todo va a salir bien.

— Pero...

— Todo va a salir bien. Llegaremos a Florencia y descansaremos.

Will no contestó. No podía. Estaba aterrorizado y además oía a unas señoras gritar asustadas.

— Will, ¡mírame! —insistió Hannibal. Cómo pudo, él lo miró y el mayor indicó— No va a pasar nada. Confía en mí.

Will, que apretaba la mano de él hasta cortar la circulación de ambos, asintió y a pesar del miedo que tenía, consiguió decir:

— De acuerdo. Confío en ti.

Hannibal sonrió, justo en el momento en que el avión volvía a sacudirse y las mascarillas caían sobre ellos. La cosa se ponía cada segundo más fea. La tripulación calmaba a los pasajeros como podían, por megafonía les explicaban que, por un problema en uno de los motores, tenían que hacer un aterrizaje de emergencia en España. Concretamente, en el aeropuerto Josep Tarradellas de Barcelona. Todos se miraron asustados. Oír algo así en pleno vuelo era como poco aterrador, pero la tripulación los tranquilizó con profesionalidad y les explicó cómo colocarse al aterrizar y cómo proceder en cuanto se diera la señal de evacuación. Will, igual que el resto de los pasajeros, estaba aterrado. Podía ver el miedo en los ojos de todo el mundo y esto se le contagia, pero intentando no perder la cordura, miró a Hannibal justo en el momento en que el capitán dijo algo por megafonía y la tripulación comenzó a gritar en varios idiomas:

La Danza Del Diablo - HannigramDonde viven las historias. Descúbrelo ahora