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A la mañana siguiente todo eran prisas y carreras. Con el incidente del pétalo Iruka se fue a dormir sin poner la alarma y por milagro había despertado con el tiempo muy justo para llevar a Naruto al orfanato. Se ducharon juntos a toda prisa y desayunaron mientras se vestían. Salieron prácticamente corriendo de casa lo que hizo que la ducha sirviera de poco.

Al llegar a la puerta del recinto una de las encargadas de cuidar a los niños esperaba la llegada de Naruto con cara de preocupación. Cuando los vio llegar corriendo calle abajo dibujó una sonrisa, después miró su reloj, faltaban tres minutos: llegarían.

—Hoy a ido por los pelos —bromeó alegre la mujer.

—Sí, pero lo hemos logrado —decía Iruka apoyando las manos en las rodillas mientras recuperaba la respiración.

—¡Logrado! ¡Logrado! —celebraba Naturo.

La mujer se acercó y le tomó de la mano.

—Cielo, despídete de Iruka que tenemos que ir dentro ya.

Iruka iba todas las semanas a verle, nunca fallaba y aun así hacían un drama cada vez que se despedían. Entre besos y abrazos se desearon una buena semana. Después le extendió a la señora la mochila de Naruto.

—Dentro hay una foto que nos hicieron ayer, quiero que se la quede él.

—De acuerdo, gracias Iruka. Nos vemos pronto, cuidate.

Iruka más tranquilo pero con el alma por los tobillos regresó a su casa, ya iba sudando así que nada más pasar se sacó la camiseta, se quitó los zapatos y tiró las llaves en el cajón de la entrada. Cuando pasó encontró sobre la repisa de la entrada todos los trastos de ayer: las chuches, que no se las había dado para que no se las comiera todas de golpe, el tabaco, que ya buscaría a quien regalarselo porque él no fumaba y la foto.

—¿La foto? Pero si se la he dado a Naruto... —era la de Kakashi, enseguida reparó en eso. La pasada noche no se la había llevado. La sujetó entre sus manos y la observó. Salían todos muy bien, incluido él mismo. Hasta el pobre Naruto que se había dormido salía precioso, era una buena foto pensó que lo justo era devolvérsela.

"Y más con lo amable que fue él anoche con nosotros".

Confiaba en que se lo encontraría en algún momento en la torre de misiones así que la llevó consigo es misma tarde cuando fue a trabajar. Bueno, lo cierto era que aun estaba de aprendiz. Hacía unos pocos meses que había cumplido los dieciocho y había abandonado el orfanato. Como era la costumbre, desde el propio centro les ayudaban a buscar empleos; no grandes puestos de empleo pero sí lo suficiente para incorporarse pronto al mundo real.

Así que de momento no trabajaba dando misiones a los ninjas profesionales, solo llevaba papeles de aquí a allá, ordenaba casilleros, tomaba recados... Iruka estaba muy feliz pudiendo ir allí todas las tardes, pero él lo que realmente quería era ser maestro así que por las mañanas entrenaba y estudiaba para poder aprobar los exámenes, se esforzaba muy duro para conseguir su objetivo y sus compañeros de la torre lo sabían así que cuando podían le ayudaban y sobretodo le animaban.

Sobre las nueve de la noche, cuando las oficinas de misiones estaban apunto de cerrar Iruka se acercó a uno de los chicos que aún estaba terminando de rellenar un informe.

—Hola, disculpa... Perdona —repitió hasta acercarse a su mesa. Pues el chico seguía mirando el papel. Como no reaccionaba se tomó la libertad de cogerle de hombro y moverle un poco— ¿Hola?

El chico despertó de golpe.

— Hola, ¡Sí! ¿Busca misión o trae informe? —dijo deprisa y corriendo. Al tiempo que reparaba en que ya era de noche y aquello estaba casi vacío.

SÍ, QUIERO [KAKAIRU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora