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Durante la semana venidera Mo se vio solo. Nunca había sido popular pero antes al menos tenía a su pandilla, ahora masticaba las más amarga marginación. La soledad rancia de quien ha tenido amigos y los ha perdido, muy diferente a la de quien nunca los ha tenido.

Zhan Zheng Xi ni le dirigía la palabra. Lo último que le había dicho era que sabía que no le importaba su hermana y que sabía que era homosexual, y Mo se había quedado con las ganas de decirle que solo había una verdad en todo eso.

Ahora cada vez que se cruzaban por los pasillos Xi le miraba criminalmente, pero eso al menos era algo pues Tian ni le miraba, y en el punto medio estaba Yi. Siempre le había tenido por el más estúpido de los tres pero era el único que no le había dado de lado realmente.

No es que estuviera siempre con él, pero durante la semana tuvieron sus momentos. Le saludaba y le sonreía y eso Mo lo valoraba, aunque no quisiera aceptarlo.

Pero no todo era negativo, ahora ya podía comer siempre tranquilo, ya nadie llegaba desbaratando sus descansos ni lanzando por los aires su almuerzo. Era lo que siempre deseaba y ahora ya lo tenía.

*

Comía un sándwich vegetal que no le sabía a nada, mientras veía Tian en la cancha rodeado de su club de admiradoras. Volvía a ser como al principio, eso debería aliviarle y sin embargo algo dentro del pecho le pesaba. No quería pararse a pensar por qué. Lo solucionaría como lo solucionaba todo; bloqueándolo hasta que otros nuevos problemas lo opaquen.

—Ey —dijo Yi sobresaltándole. Sólo le quedaba un bocado de sándwich y del susto se le escapó de las manos y calló al suelo entre sus pies. Mo había estado casi, a punto, muy muy cerquita de reconocer que los echaba de menos. Ahora ya no.

Sin importarle haber arruinado su comida Yi se apoyó en la valla junto a él con una sonrisa.

—Me pasará factura estar hablando con el enemigo, así que seré breve, ¿cómo estás?

—Si va a ser tan "peligroso" para ti mejor vete ya... —dijo con una mezcla de sarcasmo y de algo parecido al dolor.

—¡Venga! No te estás portando bien pero tampoco mereces el destierro.

—¿Por qué demonios no me estoy portando bien? Vosotros hacéis todo el tiempo lo que os da la gana y yo no me meto, ni os margino...

—¿Te sientes marginado? —Yi hizo un amago de ir a abrazarlo pero Mo le apartó.

—¡No he dicho eso!

—Pues sí, te están marginando, es la verdad. Pero es lo que te mereces, supongo. Has ido a darle a los dos donde más les duele.

Mo le miró sin saber muy bien qué hacía allí, ¿acaso eso era apoyo psicológico? porque si era así no se le daba nada bien.

—¿Dónde más les duele? A Xi lo puedo entender, es su hermana pero ¿a... él?

Yi le miró.

—¿Eres estúpido, Mo? —lo preguntó genuinamente, sin ningún ánimo de ofender. Mo frunció el ceño y Yi se aventuró a preguntar—. ¿Has vuelto a hablar con él?

Mo alzó ahora una ceja. Él no le había contado nada a Jian Yi, así que debía asumir que Tian le había hablado de su última conversación.

—No.

—¿Lo has intentado? Tal vez... No sé; podéis ser amigos.

—¿Por qué querría ser su amigo? ¡Que le jodan! Nunca me ha caido bien...

Hacia el final de la frase la voz de Mo fue perdiendo fuerza y sin quererlo un silencio incómodo se apoyó junto a ellos en la valla. Tian cansató desde media pista y todas las chicas le aplaudieron mientras Mo y Yi miraban directamente hacia él. Cuando el alboroto pasó, el partido continuó y Yi rompió el silencio.

MI MEDIO SÁNDWICHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora