Epílogo.

140 31 9
                                    

Abrí las cortinas de la habitación, dejando entrar la luz de la luna llena, tan hermosa brillando en medio de la nada.

Afiné mi oído y no escuché más que el sonar de los grillos y algunos animales nocturnos que habían iniciado su día, al igual que el chico que tenía detrás de mí.

Volteé lentamente, topandome con la figura de Takanori que poco a poco se desperezaba, removiendose en la cama, estirando sus brazos y profiriendo sonidos. Reí.

Las cosas habían cambiado desde la noche en la que casi pierdo a Takanori. Le había mordido, antes de caer en cuenta vi la marca de mis dientes en su cuello. Alcé la vista y me topé con su rostro sin vida, los labios separados y los ojos entreabiertos con algunas lágrimas aún recorriendo sus mejillas.

Suspiré. Cogí su cuerpo en brazos y lo llevé de vuelta a mi casa y le cedí mi cama, limpiando su cuerpo de todo rastro de sangre, notando como sus heridas poco a poco se iban cerrando. Cambie su ropa y salí a cazar pues tendría hambre cuando despertara.

Apenas volví Taka había comenzado abrir sus ojos. Se levantó aterrado, respirando agitado, tardando un poco en ubicarse y caer en cuenta de que ya no había más peligro.

Volteó su cara llorosa hasta mi, abrazando su cuerpo.

—¿Cómo?

Preguntó. Yo dejé la liebre que había cazado a un lado y me acerqué a él, sentándome a su lado, acariciando sus cabellos.

—Lo siento… No podía dejarte morir, no así.

Y Takanori lo entendió. Supo que no volvería a ser normal. Cerré mis ojos con pesar. Aquí vendría el odio, los golpes y el abandono, ¿no? Era lo normal con mis almas gemelas, sería lo normal al darse cuenta en lo que le había convertido. Estaba listo para su odio, para ver como el hilo terminaba por romperse, pero jamás llegó todo aquello que ya tenía asumido, por el contrario, Takanori se abrazó a mi cuello, escondiendo su rostro.

—Gracias… gracias por ir por mi, gracias por salvarme. Gracias por no abandonarme. Gracias, Akira, gracias.

Quedé anonadado un momento, mi cuerpo no reaccionaba y mi cerebro seguía reproduciendo una y otra vez sus palabras.

—No… ¿No me odias?

Takanori se separó de mí, buscando mi rostro hasta unir nuestras miradas, la suya llorosa y la mía aún sorprendida.

—No… ¡Jamás podría odiar a mi alma gemela! Me salvaste, a pesar de todo.

—Pero fuí egoísta, yo… jamás volverás a ser normal, Takanori.

—Tal vez así lo quería el destino, Akira. Así como nos unió… tal vez sí estamos destinados a estar juntos por siempre.

Bajé la cabeza. El destino se había encargado de darme tantos golpes que ya no quería creer en el. Tal vez así podría protegerme.

—Akira… No me apartes, por favor.

Le miré y alcé una mano para acariciar su mejilla.

—Aquí estoy.

Y ahí me mantuve.

Sentí a Takanori abrazarme por la espalda, reposando su cabeza en esta mientras se restregaba, intentando espantar al sueño.

—¿Cómo es que tú no necesitas dormir tanto?

—Los vampiros jóvenes como tú deben reponer más energía debido a que su cuerpo aún está asimilando los cambios.

Red thread. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora