Chapter 4: Como cagarla hasta más no poder

106 10 0
                                    

Se sentía verdaderamente agotado.

Luego de atravesar media ciudad corriendo como alma que lleva el diablo, Stan por fin se había detenido frente alguna tienda que realmente no frecuentaba (aunque no era como si fuera a perderse en una ciudad como lo era South Park). Se encontraba inclinado hacia el suelo con ambas manos sobre sus rodillas para sostenerlo. Su respiración era agitada y pesada, así que rápidamente rebusco entre sus bolsillos para sacar su inhalador y así evitar un seguro ataque de asma.

En realidad su problema en los pulmones no era tan grave, y realmente era rara la vez que necesitaba de su inhalador, pero aún así siempre lo llevaba consigo. ¿La razón? Simple, era una promesa.

Quizás se preguntarán cuál; bueno, quizás no, y sólo estén esperando que continúe con la mentada historia principal pero de por si lo mencionaré.

El asma de Stan era igual o menos peligroso que la diabetes de Kyle, sin embargo ambos amigos tenía la maña de ser algo... sobre-protectores, por decirlo de algún modo (claro, y quién no luego de ver a su mejor amigo de toda la vida casi morir por la falta de un transplante de riñón, además que los adultos de South Park eran bastante 'irresponsables', así que si ellos no se preocupaban, ¿quién lo haría?).

Pero luego de una prolongada discusión civilizada (como Kyle solía llamarles por que en ningún momento terminaban realmente enojados como para comenzar a golpearse o realmente agredirse verbalmente ya que los insultos eran ya parte de su vocabulario común), habían llegado a un acuerdo. Aún si no lo necesitara, Stan había prometido siempre llevar consigo un inhalador mientras que Kyle prometió cargar con una inyección de insulina.

Era un acuerdo simple y probablemente nunca los requerirían, pero así los mantenía tranquilos a ambos.

Y eran en momentos como ese cuando Stan agradecía aquello. Quizás no fuera como para matarlo pero sin el inhalador tardaría no menos de media hora en recuperar su aliento.

Lo bueno era que sólo le ocurría en situaciones extrañas (como aquella), ya que un problema de esa magnitud sería bastante molesto para un jugador de fútbol americano como él, que incluso podría evitarle completamente el poder jugar.

Ahora por fin explicaré como fue que nuestro querido pelinegro terminó en aquella situación.

Cabría decir que su falta de auto control ante la situación con la que se encontró había desatado en él una rabia que no creía capaz de experimentar, cegándolo de la realidad. Sin importarle que estuviera en medio de unos de los pasillos de la escuela y claramente ignorando el hecho que el chico era relativamente más chico que él.

Kyle había tenido que sujetarlo por la espalda para que él dejara de golpearlo, mientras que el chico en cuestión había terminado con sangre por todos lados (producto de sus nariz rota). Y si eso no fuera suficiente, Stan supo que se había hundido en una gran mierda cuando vio al hermano menor de Kyle, Ike, acercarse rápidamente para auxiliar al chico que acababa de golpear.

Oh si, ahora estaba positivamente seguro de que la había cagado, y feo. Él, la maldita estrella del maldito equipo de fútbol americano le había partido la cara a un chico de 6to año. Sip, a un pobre chico de no más de 11 años.

No podía estar más jodido.

Stan lanzó un sonoro gruñido y golpeó con fuerza la pared que tenía a un lado.

'Ese hijo de puta se lo merecía' se repitió por enésima vez 'Puta, puede que sólo tuviera once años pero bien que andaba de caliente.'

El joven Marsh se la pasó enfurruñado por varios minutos antes de recordar que estaba en serios problemas (o más bien lo recordó cuando notó la sangre del chico secándose en sus guantes).

No soy maricaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora