Día de la cosecha
—¡Park Jimin! ¿se puede saber qué haces todavía en pijama?— la madre le gritaba al joven que se encontraba desayunando en la mesa.
—En seguida voy madre, tenía hambre y sé que no me dejarás comer una vez que me arregle— el hijo respondió.
—obedece a tu madre niño estúpido— El padre enfurecido con el joven omega le advierte que con su voz de mando. Jimin reaccionó intimidado por su padre y se limitó a pararse de la mesa e ir a ducharse.
En el baño ya, el joven castaño se encontraba desnudandose frente al espejo, el gran marco que lo rodeaba estaba arreglado con bordes de plata y toques de acero oxidado. Ese espejo debía tener siglos existiendo, y era de los últimos que quedaba, como todo, había muchos objetos y cosas que se consideraban preciadas por estar casi agotadas. Su familia lo había adquirido intercambiando recursos.
Su padre pertenece a una familia que por generaciones había forjado su legado familiar con un linaje destacado de primogénitos, todos guerreros, exploradores o líderes reconocidos incluso antes de que la actual tribu donde viven se fundara. Su herencia era igual de destacable, predominaban procreando siempre cachorros alfa sanos y mejor dotados que el promedio que nacía cada año.
Cuando Jimin nació, se había hecho una gran celebración familiar por su llegada, todos daban por hecho que el cachorro había nacido sano y fuerte, y que sin duda continuaría con el legado de la familia.
Sin embargo...
—¡Park! cachorro estúpido— gritaba su padre—¡como no te des prisa vas a tener problemas! —
—¡Ya voy!— contestó mientras terminaba de bañarse.
Un rato más tarde se hallaba vestido con una sudadera vieja y unos jeans negros, su hermanito menor de apenas 10 años lo abrazó por la espalda ocultando su cara
—no te vayas ChimChim...— el mayor esbozó una cálida sonrisa hacia su hermano, se agachó besando su frente mientras limpiaba las lágrimas que ya recorrían el rostro del pequeño.
—vamos dulzura, no me voy a ir para siempre— le dijo con voz suave —tienes que cuidar a mamá y enorgulleser a papá, mi pequeño gran alfa— El cachorro agachó nuevamente la mirada sin intentar contener su llanto.
—Papá dice que no vas a volver— decía con voz quebrantada —que te irás a tener otra familia y me olvidarás— Jimin lo acercó entristecido a su pecho rodenaolo con sus brazos, sintiendose enfadado con su padre por haber sido tan cruel, sobre todo con el hijo que si reconocía.
—No me voy a olvidar de ti, azucar— le dijo intentando calmarlo —papá ya no puede hacerce cargo de mi, por eso lo dijo, pero no te preocuopes—
—¡entonces le diré a papá que yo me haré cargo de ti!— dijo volviendolo a abrazar —pero no te vayas—
Las lágrimas empezaron a brotar del rostro de Jimin, pero hizo un gran esfuerzo por sonreirle alegremente al menor. — me iré con una persona que se hará cargo permanentemente de mi y entonces podré verte de nuevo— le dijo terminando de acomodar el rubio y alborotado cabello de Yoon-gi. —Tienes que ser buen alfa y cuidar a la familia en mi lugar—
El pequeño, secando sus lágrimas se separó finalmente del mayor y asintió con la cabeza dirijiendose a su cuarto para hacer su tarea.
Unos minutos mas tarde el joven se hallaba en la puerta listo para irse, esperando que sus padres lo despidieran, pero éstos nunca se acercaron.
—ya me voy— dijo esperando que por lo menos le contestaran.
—más vale que te escojan en la cosecha o que te exilien de una vez. Porque no pienso mantenerte más, cachorro inútil— fue lo único que se escuchó del padre. Su madre no dijo nada y se limitó a continuar su rutina de trabajo en la casa.
—... yo tambien te quiero, padre.— dijo para sí mismo y sin más retrasos salió de la casa,
Sin imaginarse que realmente no podría volver nunca más.