El par de carmesíes que poseía por ojos se puso sobre una melena rubia que animadamente miraba por el gran ventanal en su oficina. Estos parecían cansados, más aún por una sombra que adornaba sus párpados inferiores.
Resopló dando un sorbo a su termo de café al mismo tiempo en que cerraba sus ojos involuntariamente.—¡Achu!— exclamo la niña que lo acompañaba, despertando lo de golpe.
Desorientado volteo a verla.
—¿Dijiste algo, Tabatha?— preguntó a la pequeña.
Esta negó con diversión.— ¡Te estabas quedando dormido!— cerró sus ojos ensanchando la sonrisa en sus labios—, Y mi hermana iba a molestarse contigo si lo hacías.
La inocente respuesta por parte de la menor lo hizo mantener la calma. Una vez más resopló ignorando el estrés que sus largas horas de trabajo lo habían empezado a consumir. Apoyo uno de sus brazos sobre su escritorio dejando a un lado los papeles que contenían las inscripciones para los nuevos miembros de los famosos Raging Bulls, su equipo.
Cansado, se recargó en el respaldo de su asiento, perdiendo la mirada en el techo en un intento por alejar todo aquello que implicará a lo laboral. Apretó la mandíbula; de entre todos los pensamientos ese tenía que aparecer luego de tanto tiempo.Se sacudió la cabeza llevando ambas manos a sus incoloros cabellos que movían de un lado a otro con su acción. ¿Por qué tenía que aparecer a esas alturas?, Más bien ¿Por qué aún seguía ahí?.
En un inicio todo parecía ir de maravilla, todas las noches –en el caso de ella–, hablaban sin falta para regalarse un mutuo y empalagoso "te quiero". Pero tiempo más tarde, esa conexión se fue cortando, o era él quien no podía responder, o era ella; aunque eso no resultó impedimento para detener lo que por fin habían logrado, la mudanza del chico a América desmoronó el camino por el que habían pasado.Sus estudios eran realmente pesados a pesar de que la carrera a dónde había ingresado era relativamente corta. Eso la chica lo entendía, lo que la orientó a verse más distante de él. Por su parte, un desafortunado incidente termino con lo que quedaba de contacto con la de orbes (C/o). A cualquiera pueden robarle un celular.¿Verdad?.
Tras haber pasado dos años de la perdida de contacto y de la fallida manera de contactarla, la depresión empezó a consumirlo hasta hacerle pensar que una persona más ya podía formar parte de su vida. Ante ese pensamiento, lo único que pasó por su cabeza era un clásico e inseguro "—si ella es feliz, yo también lo sere—".
Al cabo de un año de hacerse a la idea, decidió continuar con su vida. Aún que desafortunadamente –para él – el sentimiento era persistente.
Dejó sus rebeldes cabellos por un momento mientras bajaba la mirada a su muñeca, esta tenía a su alrededor una cinta del color de sus ojos que ya se veía ligeramente opacada por el tiempo.
Acarició la porosa tela dibujando una curvatura en sus labios, que cierta niña miraba con intriga y curiosidad. ¿Qué hacía sonreír tanto al «novio» de su hermana?.—¿Achu?— lo llamo alejándolo de los recuerdos que poco a poco se presentaban entre sus pensamientos.
—¿Cuántas veces te he dicho que no me llames asi?— musitó sin dirigirle mirada—, ¿Pasa algo?.
—¿Por qué sonríes mucho?— pregunto la menor—. ¿¡Estás pensando en mi hermana!?— esta sonrió ilusionada.
Si tan solo supiera que pensaba en alguien aún mejor.
—No en ella— respondió en un susurro al verse interrumpido por el sonido de la puerta.
Un chico rubio y otro más alto de rojizo cabello habían ingresado.
Ambos mostraban expresiones totalmente neutrales en sus rostros, lo que daba a entender al albino que sus deberes ya habían concluido. Se levantó de su asiento terminando de organizar su papeleo y, paso a guardarlo en uno de sus gabinetes alejándose finalmente de su largo trabajo en la semana.
Estiró un poco los músculos y miró a ambos jóvenes frente a él.—¿Shu?— la niña aún esperaba su respuesta; pero él había preferido evadir una explicación.
—Fubuki, Ira— los nombrados asintieron sacando sus bey's del cinturón, demostrando su preparación. El albino asintió con una ligera sonrisa y se encaminó a la salida de su despacho para dar inicio al entrenamiento de ambos bladers.
Caminaba por las iluminadas calles de los Estados Unidos rumbo a su departamento. Su vista de hallaba en sus pies que se movían en sincronización con sus brazos; derecha e izquierda, izquierda y derecha.
Detuvo su andar tomando asiento en una banca del parque, no tenía mucha prisa pues esta se hallaba a unas calles de su hogar.
Inclinó su cabeza hacia atrás, admirando las cientos de estrellas que adornaban el oscuro cielo de la noche. Siempre había querido hacerlo con ella, observar las estrellas, identificando sus formas, las constelaciones o simplemente pasar un rato en su compañía.—Es hermosa— sintió como alguien tomaba asiento al lado suyo—, la noche.
Cerró sus ojos disfrutando de la pequeña brisa que había arremetido en el lugar.
—Lo es— respondió al desconocido, aun manteniendo sus ojos sellados.
—No tanto como lo habría sido seguir con ella ¿Verdad?.
Y perplejo no puedo evitar abrirlos girandose rápidamente hacia su acompañante, que ya no estaba en la banca.
¿Lo habría soñado? O realmente alguien había estado ahí. Llevo una mano a sus cabellos, rascando los pensativo; la única cosa que se le ocurría era el cansancio, si, debía ser eso. Solo necesitaba una larga dosis de sueño.Se puso de pie emprendiendo camino a su vivienda. Sin detenerse a pensar por un breve momento qué él mismo podría ser el dueño de esas palabras.
『Dedicación: lin-a_hagane 』
***Amika, te extraño:'v***¡Manzanitas! Hey, ¿Como se encuentran?. Me disculpó por la "baja calidad" de este capítulo pero pese a mí falta de inspiración las ansias por subirlo no me dejaban en paz.
¿Alguien entendió la referencia del título? Pfff, creo que es algo predecible y, significará mucho en el futuro de esta historia~
¡Bueno, dejo de hablar y paso a agradecerles por haber leído este nuevo capítulo! Más que nada, agradecer la paciencia que me tienen<3
¡Espero les haya gustado...!Atte: Alicia Penican
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Dᴏs, ɴᴏ ᴛʀᴇs •[2x1 | Temporada II]• [PAUSADA]
FanfictionCon el tiempo las personas aprenden a olvidar, las heridas tienden a sanar y un corazón roto eventualmente se repara. Nunca hubo razón para ya no obtener palabra, para solo contar con ese horrible silencio que emitía su celular y el timbre de su hog...