Parte 13

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No importaba que tan cálida y sedosa se sintiera la piel de Jimin debajo de él ni qué tan práctico le resultara poder esconder su rostro en el hueco de su cuello, Jungkook sabía que debía alejarse de su cuerpo, y eso implicaba volver a la realidad. Pero cuando se movió para caer a su lado, lo sintió temblar y eso fue suficiente para que las barreras nuevamente volvieran a bajar.

Estirando el brazo, lo acercó a su cuerpo; de alguna manera, esta situación lo alteraba aun más que la anterior: Podía evitar el rechazo de Jimin manipulando su cuerpo a través del placer pero, sin el sexo de por medio, no veía una razón por la cual decidiera permanecer en una cama con él.

¿Qué otra cosa buscaría en un prostituto?

Se tragó un suspiro de alivio cuando el cuerpo de Jimin giró para amoldarse al suyo con la precisión de las piezas de un rompecabezas. Tenía su cabeza apoyada en el espacio entre su cuello y su pecho, los mechones oscuros de su cabello le hacían cosquillas en la cara y Jungkook pudo olfatear un ligero aroma a jabón, cítrico, y algo que no pudo identificar pero que, indudablemente, calificó como la fragancia del cuerpo de Jimin.

Una mano pálida se posicionó cerca de su pecho y Jungkook se preguntó si Jimin podría sentir su corazón, retumbando en su caja con la fuerza de un redoblante.

- ¿Por qué "Balios"? –lo escuchó decir.

La pregunta lo tomó por sorpresa, especialmente en la situación en la que se encontraban, asimismo, él no acostumbraba compartir información propia con los clientes. Más aún: no podía recordar cuándo fue la última vez que tuvo una conversación personal. Pero sí podía recordar con quién, y el recuerdo seguía estrujándole el corazón con nostalgia.

- Es uno de los caballos de Aquiles –le explicó.

A su lado, Jimin resopló.

- Sí, ya lo sé. Pero, ¿por qué no Rocinante, el caballo del Quijote? ¿Kolstomero, como el de Tólstoi? Es más, ¿por qué no Janto, el otro caballo de Aquiles, que podía hablar? –insistió.

Como un buen editor, Jimin sabía de literatura, pero que tuviera conocimiento de aspectos de su vida era algo totalmente diferente: Era peligroso, cualquier detalle que Jungkook le proporcionara lo enviaría cada vez más cerca del abismo. La verdad era un pozo oscuro y, cuando la evidencia cayera a sus pies, Jimin no vería más que un engaño en esto a lo que él ni siquiera se atrevía a ponerle un nombre, porque era demasiado endeble y con el más mínimo descuido, caería como una casa hecha de cartas.

Sin embargo, esto era admitir siquiera la mitad de los hechos: Jungkook no deseaba definir lo que compartían porque eso implicaba conceder que quizás le importaba más de lo que quería, y por la misma razón le pesaba aceptar otra gran verdad: le estaba mintiendo. Mentir no solo significaba decir lo que no era cierto, sino también ocultar lo que era verdadero.

Motivado por un nuevo sentimiento de culpabilidad, Jungkook decidió que había verdades que podía consentir.

- Janto ya estaba ocupado -le dijo. La respiración de Jimin era suave contra su pecho mientras permanecía en silencio, instándolo a continuar.- Janto era mi hermano.

- ¿Por qué hablas de él en pasado? ¿Acaso...? -Jimin estaba haciendo grandes esfuerzos en elegir las palabras correctas.

- Él no murió, pero muy probablemente me considere muerto o mejor muerto, francamente no lo sé. Ya no importa.

El pequeño cuerpo de su jefe se movió para colocarse boca abajo con los codos hincados en la cama, sostenía su rostro con ambas manos manteniendo sus ojos fijos en los de Jungkook. Aquel gesto lo ponía nervioso y al mismo tiempo le agradaba: La atención de Jimin en él era tanto un privilegio como un peligro.

Dulces SombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora