Parte 10

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          Se había vestido rápidamente y, en consecuencia, llevaba aquellos pantalones tan odiados por ShinHye; hecho que notó arriba del auto, cuando había dejado su departamento varias cuadras detrás.

           Media hora de viaje lo separaba de la ostentosa casa de sus padres, y Jimin esperaba que el tiempo no se duplicara debido al tráfico, porque había pasado por alto el desayuno con tal de ganar unos minutos más.

           Justo como había hecho Taehyung un par de noches atrás, sus dedos maltrataban el tablero; no buscando música, sino una radio: Desde niño, había sido renuente a mentir y cada vez que hacía algo fuera de lo estipulado, había creído que el cielo obraría en su contra y le haría pagar las consecuencias y, en efecto, el niño es el padre del hombre(*), por lo que Jimin esperaba que su aventura descarada (vista desde afuera) y estúpida (en las cuatro paredes de esa habitación) estuviera siendo noticia en alguna estación. Pero el resumen de noticias no lo mencionó, tampoco el panel destinado a los famosos y chismes de romances y, cuando hubo comenzado el informe meteorológico, Jimin se dijo a sí mismo que quizás había tenido suerte. Aunque no sabía por cuánto tiempo más: El mundo podría ser engañado, pero Kim Taehyung era un planeta aparte.

           Su sonrisa lobuna estaba esperándolo en la entrada de la casona pero, a su lado, la tierna sonrisa de ShinHye le brindó alivio sin saberlo: Mientras ella estuviera presente, su amigo tendría que censurarse, y eso significaba permanecer a salvo de un interrogatorio. Allí estaba su boleto de huida y Jimin no estaba dispuesto a perderlo, razón por la cual permaneció junto a su prima como un miedoso cachorro faldero.

           Durante el almuerzo, las preguntas habían estado dirigidas a los viajeros y aquel pequeño punto de discrepancia que lamentablemente tenía con su padre: La editorial del hijo de un amigo. En efecto, Jimin apreciaba mucho a la familia Min pero aquel tierno afecto cultivado durante toda una vida no alcanzaba al hijo menor del grupo, quien también llevaba una editorial a su cargo.

           Sus padres eran cercanos por lo que, naturalmente, esperaron que ellos también lo fueran: Min Yoongi había sido un niño risueño, algo tímido pero sumamente dulce; sin embargo, a medida que creció, su actitud se tornó cada vez más distante con todos, especialmente con Jimin. En aquellas ocasiones en las que estaban juntos en público, su proceder era de una amabilidad fría pero, una vez solos, su hostilidad se volvía evidente hasta para el ingenuo joven Park de aquel entonces.

           Decidido a darle una razón coherente para odiarlo, Jimin le ha restregado sus triunfos en la cara, haciendo énfasis en las ocasiones que había dejado ir un manuscrito del cual más tarde él lograría un éxito.

           - Puede que Yoongi no tenga tu suerte, pero podrías tenderle una mano -presionó Park Tae Ji-. Su padre me dijo que últimamente lo ha visto muy angustiado, el sábado pasado desapareció durante toda una noche y cuando volvió a su departamento, el portero confirmó que lo hizo en un estado lamentable.

           Que Yoongi hubiese salido por una noche de copas no le producía la más mínima empatía, él mismo se había embriagado en su casa sin preocupar a nadie.

           - Yo también soy padre, y aunque el hijo de Min no me caiga en gracia, no deseo en absoluto el sufrimiento de su padre.

           Aquello había tocado una fibra sensible, haciendo que Jimin aceptara a regañadientes. A su lado, ShinHye se inclinó para susurrarle:

           - ¿Cuál es el problema con Min Yoongi?

          - No lo sabes porque hace años que no lo tratas, pero se volvió bastante desagradable con nosotros.

Dulces SombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora