Capítulo 3

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-¡Se te advirtió que no tomarás favor maldito pero aún así te reusas a tomar la decisión correcta y como tal te destierro del cielo y te condeno a la lava ardiente! —impusó el arcángel a viva voz cerrando para siempre las puertas del cielo para aquél ángel caído, desterrado de la gracia divina y condenado a la suciedad del asqueroso barro.

Lucifer golpeó fuertemente aquellas rejas que lo mantenían dentro de aquella zona ardiente, estaba muy enojado, el pequeño de la ira invadió su ser...

-Serveros que ningún ángel jamás entre —le Ordenó el ser diabólico a la mujer de doradas hebras que brillaban blancamente y pronto se pusieron opacas como el cabello de un mortal.

-Sí mi amo...

Desde la cima del abismo borás un ángel se ocultó en el pleno firmamento, infragante y sigilosa quería penetrar en el infierno, lastima que ahora existía un perro guardián. La mascota del diablo se deshizo de su forma humana y terminó por volverse una bola de pelos negra y de ojos rojos con detalles dorados quien bestialmente tenía 3 cabezas, la perra que cuidaba el infierno y al amo de este era nombrada como "Serveros"

La pequeña ángel quiso alzar vuelo hacia las puertas. Sus alas estaban casi negras del color del cabello de su amado. Alzó vuelo hacia el fuego eterno, la perra la alcanzó... La mordió y le destrozó un ala, chilló de dolor...

Emma no había cedido en su decisión aún, era mejor tarde que nunca y pensó para si misma que no sería tan difícil lograr que él hiciera amigos... Al menos uno debía de tener, claro que Lucifer en vida pasada tenía muchos "amigos"...

Su infinita paciencia divina lo desesperaba, odiaba sus constantes sermones, sus alas eran tan inmensamente grandes que cuando estaba en una habitación cerrada aunque bien sabía que podía atravesarla no podía caminar con tranquilidad, detestaba esa burlesco sonrisa que lo hacía pensar en lo irónica que era su vida y por sobre todas las cosas detestaba esa gran amabilidad que poseía, no parecía una persona "real". El mundo era crudo, horrible, detestable... Era obvio que ella había sido creada así.

Él bien conocía la historia bíblica, no pensó que los pasajes bíblicos que su antigua Nana le leía de niño podrían servir alguna vez, siempre los había considerado un estúpido mito he invención de alguien para que las personas den ingenuamente ó codiciosamente para "entrar en el cielo" dinero a personas que ahora tenían los bolsillos llenos por la ignorancia de las masas.

-¿Por qué te acostaste con él? —preguntó el jóven a la mujer con enfado.

-A menos que me muestres un fajo de billetes no contestaré —Dijo la mujer con frialdad mientras caminaba con su pequeño traje en la taberna —. Si me muestras un fajo de billetes hoy tal ves piense en no volver a acostarme con nadie de tu escuela.

-Tsk—

Ray chasqueó la lengua de mala manera... Esa estúpida mujer que por error le dió vida lo llevaba al límite de la cordura, mira que acostarse con uno de los tipos de su escuela, era asqueroso...

Si no trabaja no come y si no come muere maldita lógica del cuerpo humano, si ella no necesitaba comer ¿Por que él si?. Sin mas comenzó a tocar el piano y cantar una canción, claro que trabajar en un bar no era lo "ideal para un chico de su edad" pero como su madre se acostaba con el dueño la ley se hiba al caño.

Emma lo veía tristemente y también un poco melancólica, recordaba con desdicha aquel sentimiento de vacío que en su vida anterior le había transmitido continuamente, un sentimiento que el poseía siendo ángel y que seguramente siendo el mortal que fue antes de ser un ser celeste también sintió... No lo sabía, ya no importaba, Caín es Caín, Samael es Samael, Lucifer es Lucifer y Ray... Es Ray.

Mi Querida Ángel (Rayema)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora