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Encantamientos y rupturas.

Hermione caminaba muy apresurada a su clase de Encantamientos, la última de aquella agotadora semana. Esperaba no llegar tarde, porque se había pasado toda la hora de la comida en la biblioteca investigando para el trabajo de Pociones que Slughorn les había puesto esa semana sobre las propiedades del Ópalo. Harry y Ron habían declinado convenientemente su invitación de acompañarla a la biblioteca y se habían ido tan felices al Gran Comedor.

Hermione puso los ojos en blanco, Ron y Harry eran sus mejores amigos pero eran un auténtico desastre en lo que a responsabilidad se refería. Estaba completamente segura de que empezarían la redacción el día de antes de la fecha límite de entrega y ella tendría que ayudarles a la desesperada para que no volvieran a suspender Pociones. En medio de sus cavilaciones, entró a la clase y se dejó caer al lado de Harry.

-¿Has avanzado en la redacción?- se interesó este mientras Hermione dejaba en el pupitre una nada desdeñable pila de libros que había sacado de la biblioteca para seguir trabajando el fin de semana.

-Sí, la señora Pince me ha ayudado a buscar más información.- dijo Hermione señalando con la cabeza los libros.

-Vaya vaya Granger, ¿has asaltado la biblioteca?- una voz grave y punzante se inmiscuyó en la conversación, provocando que Harry y Hermione entrecerraran los ojos y esbozaran una mueca de desagrado.- Lo siento, pero por muchos libros que lea tu amorcito Potter, seguirá siendo un idiota.

Malfoy esbozó una enorme sonrisa, como si nada le hiciera más feliz que meterse con Potter y sus amigos.

-Vete a molestar a otro sitio, Malfoy.- le contestó Hermione muy digna.- Podrías probar tú a leer algún libro para variar, así igual conseguirías remontar tu Desastroso en Pociones.

La mueca del chico cambió radicalmente, su sonrisa desapareció en un abrir y cerrar de ojos, y parecía que iba a ponerse a gritar en cualquier momento.

-Cierto Malfoy, ahora que tu querido Snape no da Pociones ya no sacas tan buenas notas, ¿no?- recogió Harry, con una sonrisa cruel.

El comentario le sentó a Draco como una patada en sus partes. Lo peor del comentario era que Potter había dado en el clavo, pues tras cinco años siendo un desastre en Pociones, Potter había pasado a ser el ojito derecho de Slughorn, y la situación de Draco había empeorado sustancialmente. Snape siempre le había facilitado las cosas por ser quien era y él obviamente no se había quejado. Y ahora estaban ahí, San Potter y Sangre sucia metiéndose con él. Maravilloso.

-Potter tienes suerte de tener a Granger para que idee formas de meterse conmigo, ¿no? Supongo que no eres lo bastante inteligente como para que se te ocurra algo por ti mismo.-le escupió Malfoy.- Continuaremos luego con esta conversación.

El profesor Flitwick acababa de entrar en la clase, y el Slytherin se sentó en los asientos delante de ellos junto a Nott y Zabini.

Ron regresó a su sitio, después de haber mantenido una acalorada discusión con Dean Thomas sobre los Chuddley Cannons y se sorprendió de ver a Hermione y Harry hablando con Malfoy.

-¿Qué quería Malfoy?- preguntó el pelirrojo en voz baja mientras Flitwick empezaba la clase.

-Molestar, como siempre.- bufó Hermione, harta de la actitud del Slytherin, que cuchicheaba sin discreción con Nott y Zabini mientras soltaban risitas tontas como si fueran niñas pequeñas.

-Cabrón.- dijo Ron, un poco demasiado alto. Pese a que Flitwick seguía con su perorata sobre el encantamiento desvanecedor ajeno a la situación, Malfoy y Zabini se volvieron como un resorte ante el comentario de Ron.

La venganza de Draco.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora