»Hogwarts Express«

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Era mi primer día de escuela ¿Qué tan nerviosa podía estar? Era claro que mucho. Y es que iría a Hogwarts, no podía no emocionarme, y a la vez hacerme sentir nerviosa, principalmente debido a que no sabía si sería fácil hacer amigos.

Aquella mañana me levanté temprano, y lo primero que hice fue ponerme mi uniforme. Se sentía especial, sobre todo ese día, como esperaba.

Al llegar a la estación 9¾, las cosas comenzaron a verse mucho mejores. »Después de todo..« pensé ».. habrá millones de chicos en esta escuela, de seguro alguno querrá ser mi amigo«. Y entonces vi el tren, el tren que me llevaría a mí segundo hogar. El abuelo lo había llamado así cuando le conté con ansias que había sido aceptada. Sus palabras, por supuesto, habían logrado que me animara aún más. Toda esa emoción se había acumulado por bastante tiempo, y ese día era donde por fin la soltaría, o al menos creía que durante ese mes.

Cargué mi equipaje, y saludé a mis padres dándoles un buen abrazo. Papá me deseo suerte, y su mirada me demostró que era de corazón.

Empecé a caminar hacia la apertura del tren. Entré, y mi primer paso allí fue acompañado por la mirada de una anciana, que empujaba un carrito de dulces.

—Bienvenida querida —me dijo, su voz era tan dulce como su mirar. Yo asentí con la cabeza, en señal de agradecimiento, y le sonreí. Esa sensación de no estar viviendo la realidad me colmaba.

Empecé a caminar por los vagones, todo parecía normal, era ruidoso, cómo era de esperar, y costaba un poco trasladarse gracias a todos los jóvenes corriendo, saltando y jugando. Pasé por distintos lugares, en los que pude ver a un par de gemelos pelirrojos que parecían muy divertidos, un niño rubio el cual dejó de parecerme muy agradable después de oír cómo trataba a uno de sus conocidos, y algunos alumnos más. Pero me detuve recién cuando oí a alguien gritar de manera preocupada, y que bien que lo hice.

—¡¿Trevor?! ¡¿Trevor?! ¡¿Trevor dónde estás?! —parecía muy angustiado, así que me acerqué. Y sentí como el tren partió.

—Hola.. pareces un poco conmocionado ¿buscas algo? —tardó unos momentos en mirarme, como si no hubiera creído que alguien le estaba hablando, pero finalmente lo hizo y allí fue cuando me respondió.

—Ho-hola, sí. Estoy algo.. eso, u-un poco.. —supe que la palabra que había usado con anterioridad no le era muy familiar— Busco a un sapo, m-mi sapo, s-se llama Trevor —tartamudeó.

—Aah ¿quieres que te ayude?

—¿Ayudarme? —me observó atónito.

—Sí, a buscarlo —aclaré, y traté de no parecerle para nada grosera o mal hablante, quería una buena primera impresión con el primer compañero que conocía— ¿No crees que si somos dos podríamos hallarlo más rápido?

—Sí, claro. Si puedes.. digo ¡Por favor! ayudame.. a buscarlo, claro ¡Sí! Gracias.. —volvió a confundirme un poco, lo que me causó gracia. Después de que se dibujara una sonrisa en mi rostro, volví a hablarle.

—Muy bien, voy a buscar por allá —acabé y por más que el joven se me quedara viendo algo raro, como si continuara asimilando la situación, yo mantuve mi sonrisa antes de marcharme a empezar a revisar.

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Busqué a ese sapo escurridizo por todas partes, pero no lo encontré rápidamente. No tenía mucha idea de dónde solían meterse los sapos, ya que nunca había tenido uno, aunque no había perdido la fé en toparme con él y llevárselo a su dueño, para comenzar a ser amigos. En el camino me pasó algo más que me resultó interesante, y es que choqué con una chica, tenía cabello enmarañado, una mirada segura y los dos incisivos bastante grandes.

—Lo lamento, estoy algo concentrada —me disculpé.

—No hay ningún problema, pero dime ¿En qué estás tan concentrada?

—Es que estoy buscando un sapo, le pertenece a un niño. Pero no lo he encontrado.. aún, por supuesto.

—Qué lástima, puedo ayudarte si lo necesitas.

—Claro, te lo agradezco, y de seguro el muchacho también —exclamé. Y al acabar me di cuenta de que no le había dicho mi nombre— ¡Ah! Perdón, me llamo Josephine Ollivander —le conté y llevé mi mano hacia delante, para estrechar la suya.

—Hermione Granger, es un placer —me respondió ella, y tomó mi mano— ¿Qué te parece si yo pregunto en algunos vagones y tú lo buscas en los maleteros?

—Muy bien, gracias otra vez ¡Espero verte de nuevo, Hermione! —me despedí y la joven alzó su mano para saludarme, luego se dirigió a la puerta para pasar a los otros vagones.

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El tiempo siguió corriendo, quizá habrán sido unos veinte minutos cuando pensé en volver a hablar con el dueño del desaparecido.

—Disculpa, pero no he podido encontrar a tu mascota.

—Oh, claro.. —ahora se veía desilucionado— Bueno, gracias por intentarlo —exclamó y se inclinó para seguir su búsqueda. Al parecer no me había entendido.

—Amm.. —toqué su hombro para llamar su atención nuevamente— ¿Sabes? A lo que me refiero es a que si quieres podríamos tomarnos un descanso.

—¿Un descanso? No, es que.. de verdad tengo que encontrarlo.

—Entiendo.. tengo una idea —dije subiendo a un asiento cercano, y seguí llevando a cabo aquel pequeño plan— ¡Oigan! ¡Hey! ¡Escuchen, por favor! —logré conseguir algo de silencio— Si alguien.. si alguien ve un sapo que responde al nombre de Trevor, por favor entregelo a.. Josephine Ollivander, por favor.

Al acabar bajé de mi asiento, y me encontré con el niño viéndome aún más sorprendido que cuando le ofrecí ayuda. Sus ojos se notaban muy grandes, y su boca pasó de estar algo abierta, a sonreír levemente.

—Bien, entonces.. ¿Cómo te llamas?

—Neville Longbottom —exclamó, sin dejar esa expresión de lado.

—Encantada, Neville. Yo soy Josephine, como de seguro escuchaste. Y.. —tuve que dejar de hablar porque de la nada había sentido algo extraño en mi mano. La había adelantado, tal y como antes con la otra joven, y él la había agarrado para estrecharmela, pero entonces capté un pequeño escalofrío que de alguna manera hizo que yo se la tomara con más fuerza. Estaba confundida, pero intenté continuar. Subí la vista y caí en cuenta de que él también parecía desentendido— .. y espero podamos ser amigos.

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Junto a Neville hablamos un largo rato, tras sentarnos en un vagón. Más bien, creo que nos la pasamos todo el camino que quedaba hasta el colegio contandonos algunas cosas. Entre todo eso, él me confesó que él creía que quedaría en Hufflepuff, y yo también le comuniqué que pensé que lo haría. Por alguna razón había comenzado a sentirme más calmada.

Al bajar del tren encontré la razón por la que mis nervios habían disminuido tanto. Y esta era que ya tenía un amigo. Tenía un buen presentimiento, después de ese primer saludo y la manera en la que nos entendimos al instante. Él y yo nos llevaríamos bien, o al menos eso era lo que mi intuición me decía, además de un ocasional »Que linda sonrisa..« de parte de mi conciencia.

≈¿Te gustaría que siguiera?≈

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≈¿Te gustaría que siguiera?≈

»Entrando a Hogwarts«

•|Ollivander y Longbottom|• {Libro 1} (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora