»Vuelta a Hogwarts y Castigo«

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Antes de empezar quería darle las gracias a LauraSamaraGilPolo por votar en algunos capítulos de la historia y avisarles de que estoy muy feliz de haber llegado a las 100 lecturas. Aunque no sea mucho, por mí es increíble, y pues.. Por algo se empieza.

Nota actualizada: me genera nostalgia leer este "por algo se empieza", sobre todo ahora que el libro llega a las 50k lecturas. Gracias infinitas.

Ya había pasado tiempo desde aquella carta, por la cual había recibido una respuesta bastante corta de parte de Neville. Supuse que se debía a que estaba ocupado, y por ello ocupé mi tiempo en empacar mis cosas. Esa mañana mi abuelo me llevaría a Kings Cross, ya que mis padres debían volver a casa lo antes posible por el trabajo.

Cuando llegó el momento de finalmente marcharnos, no supe describir que sentía. Pues, aunque estuviera triste por irme, y no volver a ver a mis parientes por otro largo tiempo, me emocionaba poder seguir pasando el tiempo con mis amigos todos los días. Claro que había algo que no ansiaba, y era el castigo que tendría esa noche al regresar. Pero al compartirlo con Nev, tampoco me parecía tan malo.

El cartel de la entrada se había volteado, dejando leer a los clientes "Cerrado". Pasamos por la puerta, la cual luego mi pariente cerró y protegió. Nos encaminamos al Caldero Chorreante, para así poder adentrarnos al mundo muggle.

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Unos minutos luego de dejar atrás la comodidad del mundo mágico, ya varias personas nos observaban con rareza mientras caminábamos por las calles, pues aunque yo llevaba ropa común, mi acompañante vestía una larga capa y tenía un moño en el cuello de color marrón, y agregando su cabello disparatado, con muchas canas, para los muggles que nos rodeaban se veía como un auténtico mago. Y bien que lo era, sólo que los demás no lo sabían, ni debían saberlo. Sin embargo, aunque él se mostrara tan indiferente y distraído como para dudar que estuviera al tanto, a ninguno de nosotros nos importó, pues estuviéramos en el mundo mágico o en el mundo muggle, ya nos habíamos acostumbrado a que nos vieran de manera curiosa, y eso hasta nos agradaba, en cierto punto.

Doblamos por una esquina y llegamos a un callejón vacío. Frente a nosotros no había más que una vieja lata.

—Llegamos —anunció mi pariente.

—¿Llegamos? —pregunté extrañada, pues no me parecía que fuera así, frente a mis ojos no había ninguna estación, sino solo esa lata.

—Bueno, algo así pequeña —dijo él, y se acercó a la lata.

Yo aún lo veía extrañada, pero también ahora con una sonrisa ocurrente. Él me indicó que fuera junto a él, y así lo hice.

—Bien, ahora: cuando te diga agarra la lata.

—.. muy bien.

—Bien... ¡Ahora! —acerqué mí mano a la lata, y la tomé sin mucho entusiasmo, pero claro que con curiosidad. En unos momentos el alrededor cambió, y se volvió una especia de remolino, entonces me tomé más fuerte. Permanecí callada, hasta que mí abuelo me indicó que soltara el objeto.

—¿Qué?

—¡Sueltala!

—¿Estás loco?

—Eso suelen decir ¿Cierto? Pero ese es otro tema, Jo —dijo con una expresión carismática y cariñosa. Después, solo se soltó.

Ante esa reacción reí y lo imité. Pronto todo volvió a ser visible, y como si tuviera la capacidad de volar, floté hasta caer ligeramente sobre el suelo.

•|Ollivander y Longbottom|• {Libro 1} (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora