Aquella vez no fue la única en que ésos dos niños se vieron. Pasaron los meses y en repetidas ocasiones Tigresa bajó al Valle por alimentos pero desde el momento en el que conoció al panda ésa ya no era la misión, sino estar con él, con su amigo. Jugaban, le hacían travesuras al Señor Ping y a algunos pueblerinos. A pesar de todos los esfuerzos de Shifu de doblegar la personalidad de Tigresa y moldearla a su querer, él nunca pudo detener el espíritu más grande de todos y que vive a fuego vivo en cada uno de nosotros: el espíritu de ser niños.
A finales de año se estaban arreglando los preparativos para el Festival de Año Nuevo, todos estaban emocionados pues sabían que podían remediar sus errores en el año próximo - el pensamiento de muchos -. Po y el Señor Ping como cada año adornaron el restaurante y acogían en ésas fechas a personas sin hogar a pasar el Año Nuevo allí, si bien el Señor Ping lo veía como ganancias extras era indudable que su acción también era generosa.
-Papá, hoy quisiera presentarte a una amiga mía. - dijo Po mientras ponía adornos en las paredes.
-Oh, hijo. Éso me haría sumamente feliz, recuerdo que en el colegio casi no hiciste amigos.- dijo el ganso.
A Po le dolía recordar su pasado, es cierto que él tampoco tenía muchas ganas de hacer amistades nuevas pero no todo fue culpa suya. Niños burlándose de él por su raza, por lo rechoncho que era, incluso por cómo se vestía. Fueron tiempos duros para él, pero una felina color naranja pudo darle felicidad a su vida en el momento indicado.
-¿Y estás seguro de que vendrá, hijo?
-¡Claro, papá! estoy seguro que sí. - dijo Po emocionado.
Palacio de Jade.
Tigresa golpeaba con fugacidad y gracia los guerreros de madera, era una sincronización perfecta. El maestro Shifu entró por la puerta y vió a su alumna entrenando, sonrió para sí mismo, estaba orgulloso de lo que había moldeado.
-¡Tigresa!
Tigresa volteo rápidamente y un guerrero de madera golpeó su cabeza. -¡Auch!- gritó la felina.
-Ven aquí.
Tigresa salió del área de entrenamiento y se acercó a Shifu.
-Escucha, Tigresa. Necesito que vayas por especias muy específicas para el banquete de hoy, sabes que es muy importante y por éso quiero encargarte ésta misión. Hoy es el último día del año y ambos sabemos que ése Festival es una celebración insulsa y de bastante mal gusto. Necesito que vayas rápido.
-¡Sí, maestro!- dijo Tigresa fuertemente. Se dirigió directamente al Valle con una sonrisa en su rostro, volvería a ver a su agradable amigo.
En el Valle de la Paz.
Tigresa encontró rápidamente las especias que buscaba y con todo preparado, decidió ir con Po.
Po estaba barriendo la cocina del Señor Ping, pronto empezarían las órdenes excesivas así que deben tener todo preparado. Tigresa sigilosamente se acercó a Po y lo tiró al suelo cayendo con él.
-¡Te atrapé!- dijo Tigresa.
-Vaya, creo que me he vuelto una presa fácil para ti.- dijo Po. Ambos se levantaron y se dieron un abrazo. -Por favor, no te muevas deja llamo a mi padre, dios mío se pondrá tan feliz de verte.
Tigresa tomó el brazo de Po no dejándole avanzar.
-Escucha, no tengo mucho tiempo, tengo que volver rápido al Palacio. Venía a decirte que quiero ver los fuegos artificiales contigo.- dijo Tigresa.
-¿Pero no tienes que hacer tu celebración rara?
-No, me escaparé y vendré contigo.- Tigresa sonrió.

ESTÁS LEYENDO
Kung Fu Panda: El día que tu madre y yo nos enamoramos (Parte I)
Fanfiction¿Alguna vez quisiste ser algo más de lo que estás destinado a ser? En ésta historia Po y Tigresa se conocen desde que son niños, pero las circunstancias les obliga a separarse durante 20 años. Un secreto familiar, un destino que les hace reencontrar...