10. Llegas tú

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Abroché el último botón de la camisa blanca que Roi se había empeñado en que me pusiera. Según él, estaba harto de mis típicas básicas. ¿Qué más da? Si son cómodas y quedan bien.

Repasé mis pelos, apartando los más rebeldes. Quería dar buena impresión ante los catalanes. Paula pasaría la noche junto a unos amigos de la universidad, coincidiendo con la cena a la que Luis estaba invitado.

Se miró al espejo. Otro recuerdo:

Enero de 2010

Luis se ajustaba la corbata. Iba a juego con su traje negro. ¿Qué otro color iba a llevar si no? Su padre, al que tanto había admirado siempre, le abandonó. A todos. Incluída María, cuyo cuerpo se hallaba a metros bajo tierra. La puerta se abrió, dejando entrar a Roi. La muerte de María supuso un shock para su amigo, pero si a eso le sumabas la muerte de un padre, era normal acabar viéndolo todo negro.

- Tío, ¿te he dicho ya que me tienes para todo, no? - El mayor asintió, soltando un sollozo. Sólo se mostraba vulnerable ante pocas personas. Roi entre ellas. La vida lo estaba fortaleciendo, le enseñaba a no confiar. Claro que su familia y amigos eran una excepción. - Tranquilo, no hace falta que vayas aún.

- Roi, quiero ir. Necesito darle un último adiós a lo que queda de mi padre. - "Un cuerpo frío sin vida" pensó. Este asintió, conforme con cualquiera de las decisiones de Luis. - ¿Miriam está aquí? - quiso saber.

- Sí, llegó hace media hora. Está acompañando a tu madre. - Luis se giró bruscamente, mirando los ojos de su amigo. Hasta ese momento, no había pensado en cómo lo podría estar pasando su progenitora. En cuestión de meses perdió a una hija y a su marido. El padre de sus hijos.

- Chicos, Javi os está esperando. - La voz de Aurora, la tía de Luis, los interrumpió. Javi, un buen amigo de la infancia de Luis se ofreció a acercarlos al cementerio.

- Perfecto, ahora vamos. - Dedicó una última sonrisa a Aurora y se dirigió a su amigo. - Si necesitas irte, si te agobias, solo tienes que decírmelo y moveré tu culo hasta cualquier lugar alejado del resto. - Las palabras de Roi hicieron reír al mayor, que a pesar de pasar por momentos muy duros, agradecía su capacidad para encontrar el humor a las cosas. - Venga, que tu amigo se desespera.

Esa fue la última vez que vio a su padre.


Presente


Llegué a casa de Paula y Aitana a la hora acordada. Me recibió un chico alto y moreno, que supuse que sería su hermano. Aitana apareció presentándonos a ambos.
La cena transcurrió con total normalidad, con miles de preguntas por parte de Adrián.

- Con que eres gallego. ¿Hace mucho que vives en Madrid? - Calculé mentalmente el tiempo en el que había vivido en la capital.

- Unos diez años.

- Y viniste por... - Adrián le miraba esperando una respuesta. Su hermana empezaba a cansarse de tantas preguntas.

- Adri, deja ya al pobre Luis. - Miró al nombrado. - Ni caso. - Luis reía ante la perplejidad de Adrián, que no se esperaba esa interrupción por parte de la chica.

- Quise cambiar de aires. No sé, descubrir cosas nuevas. Necesitaba salir de Ourense. - Los hermanos se quedaron callados. Ninguno se atrevía a preguntarle el por qué sentía esa necesidad de abandonar el lugar donde había crecido.

Más tarde, Adrián se disculpó porque debía atender una llamada, mientras que Luis y Aitana recogían todos los restos de la cena. Las miradas furtivas no pasaban desapercibidas para ambos, y es Aitana la que decide hablar por fin.

InestableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora