15. Heridas

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Hacía horas que ninguno se levantaba de la cama, preferían disfrutarse una vez más sin necesidad de esconderse o fingir una amistad inexistente ante sus amigos.

Luis adoraba el flequillo de esta revuelto y sudoroso.

Aitana adoraba las arruguitas que se le formaban al gallego en la barbilla cada vez que sonreía.

En resumen, se adoraban el uno al otro.

Sin embargo, no todos esos momentos eran eternos, por lo que fue Aitana la primera en pisar el suelo por primera vez en aquella mañana. Bajo la atenta mirada de Luis recorrió el frío parqué con sus pies descalzos hasta la cocina, donde empezar a hacer el desayuno.

Mientras, el chico leía los cientos de mensajes que le había enviado Roi contándole cómo le fue en su pasada cita. Iba contestar cuando Aitana apareció en la estancia, tirándose en la cama justo a su lado.

- Ya está el desayuno listo Luisiño.

- No hacía falta Aiti. - Sonrió como un tonto por el gesto de la chica. Su chica. Entonces se dio cuenta de que no habían hablado de su situación. - Por cierto, me gustaría hablar acerca de ... nosotros.

La chica se quedó callada. Tenía miedo a cagarla, pero tampoco podía guardarse sus sentimientos, ya no.

- Yo tengo claro que te quiero.

- Yo también.

- Aunque no estoy segura de la forma en que te quiero.

Esto último resultó ser un jarro de agua fría para Luis. El chico se había hecho a la idea de que la catalana podría empezar a sentir cosas fuertes por él. No tuvo más remedio que disimular su sorpresa, aunque por suerte o por desgracia Aitana iba conociendo el significado de algunas de sus expresiones faciales.

- ¿Estás bien? - Hizo el amago de acariciarle el brazo, pero el gallego se apartó bruscamente. - ¿Dónde vas?

- Me he acordado de que mi hermana necesitaba que la ayudase a reparar su lavadora. - Para Aitana resultó un poco extraño ese cambio repentino pero decidió no preguntar más sobre el tema. - Hasta luego.

- Hasta...- se vio interrumpida por el ligero golpe que emitió Luis al cerrar la puerta de su casa. - luego.

Suspiró. Sabía que la había cagado.

Para despejarse, no se le ocurrió mejor idea que ver la segunda temporada de su serie favorita, "Stranger Things".

Hora y media más tarde, el sonido del timbre irrumpió una escena de la serie bastante interesante, por lo que maldijo a quien sea que estuviera tocando en ese momento. Se sorprendió al ver que era Ana, la canaria que, además de ser su amiga, vivía en el mismo edificio que las catalanas.

- Hola Ana, ¿qué haces aquí? - Se extrañó, pues no solía aparecer en su puerta sin previo aviso, a no ser que viniera a pedir cualquier cosa. - Pasa, aunque me acabas de cortar en el mejor episodio de una serie. - La canaria rió por la sinceridad de su amiga.

- Uy lo siento Aiti, si quieres vuelvo en otro momento, tampoco era para nada importante supongo...- A pesar de sus palabras, la cara de Ana reflejaba preocupación, por lo que no dudó en invitarla a sentarse y proseguir con lo que fuera que quisiese decirle. - Verás, ¿ha pasado algo con Luis?

Aitana se extrañó, era verdad que el gallego salió estrepitosamente de su apartamento después de la "charla" que tuvieron. Y es que, una vez más, sus miedos hablaron por sí solos y no permitieron a del flequillo expresarse mejor. La realidad era que sí, sentía mucho por Luis, pero no quería ir muy rápido. Apenas se conocían de unas semanas, y la anterior relación amorosa que tuvo con Mark fue de todo menos buena.

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