3. La casi confesión

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Volver en el auto de la Señora Yagur fue una de las peores experiencias de mi vida, no sabía si Adrian podía sentir las miradas de odio que le dedicamos, pero si lo hacía no lo demostró, tal vez porque nuestras miradas no se equiparaba con el sentimiento de enojo que emanaba nuestra jefa desde el asiento del conductor.

Ella nos hizo avanzar un poco más con las entrevistas y luego nos fuimos, estuvo en todo momento junto a nosotros, era extraño, parecía que tenía que asegurarse de que no hiciéramos nada mal otra vez.

El viaje de vuelta a nuestras casas no fue lo mismo tampoco, todos estábamos muy callados y casi podría apostar que estaban pensando que, dentro de dos días volveríamos a ver al chico nuevo Aaron, Abner o como se llamara.

Salir del trabajo no tuvo los chistes de siempre, las burlas o las anécdotas que siempre nos contábamos, tampoco fuimos juntos a la parada de autobús (que yo no usaba, pero me gustaba acompañar a Matt y Jess). Nada. Solo nos despedimos y comenzamos a caminar hacia diferentes rumbos.

Caminar hacia mi casa y ver el autobús pasando a mi lado con los rostros enojados de Matt y Jess viendo al chico nuevo en frente de ellos, me hizo sonreír, me recordó a esa película donde el pez se pelea con su madre y luego se pierde...

– Espera, entonces ¿ya no hará las pruebas de campo?

Dejé de peinar mi cabello y me volteé hacia Nate con las cejas levantadas.

– Sí, básicamente, ahora solo haremos recolección de datos.

– No veo que hayan hecho la gran cosa – volví a levantar mis cejas.

– Nos dan una cantidad de personas por encuestar, solo hicimos la mitad de ese trabajo y para mi jefa es más importante eso que cualquier otra cosa – dejé todo a un lado y me senté junto a él en mi cama, él buscaba el episodio de la nueva temporada de la serie que íbamos a ver.

¿Qué serie era?

Él se acomoda a mi lado y coloca mis piernas sobre las suyas, yo recuesto mi espalda sobre mi colcha y comienza la serie.

Ag, ya sé cual es ¿por qué accedí a volver a ver esto?

Siento el pulgar de Nate subir y bajar por mi pierna mientras se recuesta mejor en mi cama, sus lagunas verdes brillando con el reflejo del televisor y recuerdo porqué accedí aver esto de nuevo.

Debía decirle.

Termina el intro y comienza a mover sus dedos hacia la planta de mi pie, pero no me muevo, nunca he tenido muchas cosquillas, así que, cuando no se lo espera, me muevo para hacerle cosquillas y él se comienza a alejar, riendo.

– ¡Cuidado con la comida! – mi grito hizo que él reaccionara justo a tiempo para agarrar el bote de golosinas, aún riendo un poco.

Volvimos a ver la pantalla, pero yo no podía concentrarme, solo planeaba las palabras que le diría.

"Tengo que decirte algo...me gustas" y luego correr. Pero estoy en mi casa, eso no funciona.

Podría esperar a que se vaya y justo cuando estaba saliendo por la puerta, le digo y le cierro en la cara.

No.

Estaba a punto de voltear y decirle cuando se oyeron toques en la puerta y dos segundos después apareció mi padre tras la puerta.

– ¿Por qué tocas si al final no vas a esperar que te diga algo?

– Ey, hola – claro, saluda a Nate antes que a su propia hija – oye Ali, ven.

Homicidio a la tierraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora