Capítulo 6. El Jardín de Sigurta.

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- Buenos días, alumnos. Mi nombre es Bruno Giovanni, y soy vuestro nuevo profesor.

Al oír esas palabras, el mundo se me vino abajo. ¡Bruno, el chico que me había besado el día anterior, era mi profesor! Noté que me miraba fijamente, como era de esperar. Yo también le mire a él. Fue un contacto visual demasiado largo, y con demasiados mensajes entre las miradas. Bárbara me dio un codazo.

- ¡Tía! ¡Es Bruno! ¡El que te atropelló ayer! Y lo más fuerte de todo... ¡con el que te besaste ayer!- me dijo eufórica.

- Cállate, Bárbara, que nos oyen- dije intentando que se tranquilizara.

- ¡No me puedo callar! ¡Elena! ¿No te das cuenta? ¡Te has besado con tu propio profesor! ¡Qué fuerte!

<<Joder, que no se calla...>>

Vaya que si me daba cuenta. Mucha más cuenta de la que se imaginaba. Precisamente esas eran las palabras que no paraban de repetirse en mi mente: <<¡Elena, te has besado con tu profesor! ¡Elena! ¡Que te has besado con tu propio profesor!>>.

- Bárbara...- miró la lista de alumnos- Pérez. Ya que no hace caso a lo que su amiga le dice, cuéntenos a todos eso tan "fuerte" que ha pasado-. Dijo Bruno con un tono desafiante. <<Mierda. Lo ha escuchado todo>> pensé preocupada. Aunque, estando en segunda fila enfrente de la mesa del profesor, no era muy extraño que nos hubiera oído, y más con los gritos de Bárbara. <<Ahora ya se ha enterado que Bárbara sabe lo del beso. Peor, imposible>>.

- N-no... lo siento, ya me callo.

- Eso espero- contestó Bruno.

<<Eso espero>> pensé yo también.

La clase transcurrió diferente a las demás. Bruno era divertido, dinámico, a veces espontáneo... Todo lo contrario a los demás profesores. Quizá fuera así porque era el más joven de todos. Nos hacía preguntas interesantes (comparadas con las de los otros profes), se procupaba por nuestra vida, preguntaba por nuestras aspiraciones, lo que más nos gustaba... "A mí, lo que más me gusta, son los profesores jóvenes" contestó Raquel, la típica chica que cada mes tenía un novio diferente, guiñándole un ojo provocativa a Bruno. <<Puaj, qué asco, por favor. Hasta se atreve a "ligar", si a eso se le puede llamar así, con su profesor nuevo>> pensé riéndome de ella por dentro. Qué pátetica. Pero bueno, en el mundo tiene que haber de todo. Bruno, al decirle eso Raquel, puso una cara de enfado fingido, pero por dentro apuesto a que se estaba riendo a carcajada limpia de ella, y pensando lo mismo que yo, y que, seguro, la clase entera. El resto de la hora se la pasó explicando en que se basarían sus clases, sus metas para este año y otras cosas más a las que no presté atención, mientras las alumnas le miraban descaraddamente, estudiándole centímetro a centímetro. Claro, todas menos Bárbara y yo, que, sinceramente, pasábamos del tema "chicos". Nos daba igual. Preferíamos otras cosas. A ver, no es que fuéramos unas monjas de clausura; sino que para nosotras los chicos no eran el tema principal en nuestra cabeza. <<Por mí, como si se lo lleva cualquiera de ellas. A mí no me conviene y ya está>> pensaba mientras las miraba, y miraba a Bruno para ver sus reacciones ante las incesantes sonrisas de las chicas.

Al terminar las clases decidí irme sola a visitar Verona. No porque no quisiera estar con mis amigas (precisamente habíamos quedado a las seis y media para merendar por ahí), sino porque necesitaba pensar y analizar la información desordenada que tenía mi mente. Una semana, y Elena Ferrero ya se había besado, aunque no por su voluntad, con dos chicos. Y ya no mencionar que uno de ellos era profesor suyo.

Comencé a pasear por un parque llamado "Jardín de Sigurta". Era precioso. Los árboles, altos y frondosos, perfilaban cada camino, sus flores, pequeñas pero con mucho color, alegraban la vista de cualquiera que pasara por allí. Y, como pensé nada más conocer Verona: sus fuentes, llenas de vida, de alegría, y sobre todo, de agua cristalina. En ellas habitaban peces que, según parecía ver, nunca pasaban hambre, pues los niños que venían siempre es daban un trocito de pan de su merienda que ellos agradecían comiéndoselo nada más verlo.

Jugar puede ser peligroso (Cancelada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora