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El sol entraba por la ventana y me cegaba al intentar abrir un ojo.
Como si no hubiese pasado nada sonreí y me tape con la sábana. Inconscientemente asomé la cabeza por debajo de ésta y miré la puerta entreabierta de la habitación.                                                                                    

Poco a poco iba recordando lo que nos estaba ocurriendo. Me dí cuenta que no estaba en mi cuarto, sino en el de mi madre. Me habré quedado dormida oliendo sus sábanas.
Cuando era pequeña y mi madre se tenía que ir por asuntos de trabajo siempre me guardaba alguna prenda suya bajo mi almohada para sentir su presencia. Su olor era único y parecía que no dejaba de oler nunca.

Mi cuerpo me pedía a gritos quedarme en la cama, llorar y no hacer nada. Pero sabía que si hacía eso iba a entrar en un bucle de depresión y es lo último que necesitaba.
De un salto me deshice de las sábanas y me puse en pie. Tras una corta ducha fría y un desayuno a base de galletas y fruta me sentí preparada para salir y distraerme un rato.

En la plaza del pueblo se notaban los restos de fiesta de la noche anterior. Incluso vi la iglesia abierta y al pensar en la que habrán montado tuve que sonreír y negar con la cabeza.
Pasé por el supermercado y me fijé en los cristales de las puertas hechos añicos. Se escuchaban ruidos por lo que entré a mirar.                                                                                                                           La gente estaba llenando carritos hasta arriba de comida con los que podían alimentar una ciudad entera. Me entró pánico y a medida que iba pasando por los pasillos iba cogiendo cosas que creía poder necesitar. Empecé a darme cuenta que podríamos estar aquí encerrados mucho tiempo y la comida no iba a durar para siempre.
Al contrario que la mayoría de gente que me encontraba, yo busqué el apartado de comida precocinada y envasada. Es la que más dura e incluso se podría comer sin calentar. Me acordé que no me quedaban productos de higiene íntima así que busqué el pasillo y cogí los últimos paquetes que quedaban.
Cuando la bolsa que me había encontrado en el suelo estaba llena de cosas básicas que necesitaba salí y me dirigía a casa.

Por el camino me encontré a Grizz y se me iluminaron los ojos. Me saludo y al saludarle yo hice un movimiento brusco y la bolsa se abrió por abajo, provocando así el derrame de toda mi compra. Empecé a recoger los botes tan rápido como pude y los intenté meter en mi pequeño bolso. Cuando pensaba haber terminado de guardar las cosas me levanté y vi a Grizz con un paquete de compresas en la mano.

- ´´ Creo que esto también te pertenece´´ , dice sonriendo dándome la caja.

- ´´Ohh siii muchas gracias´´ , intente meterla en mi bolso pero estaba a rebosar así que tenía que ir hasta casa con la caja en la mano… Tierra trágame!!!!

- ´´Vas a casa? Cassandra acaba de mandar un mensaje, quiere hacer una reunión en la iglesia´´ comenta Grizz cambiando de tema, lo que agradecía mucho.

- ´´ Ufff no lo había leído, gracias por avisarme. Dejo la compra y voy´´ , dije poniéndome ya en camino cuando el me cogió del brazo.

- ´´Espera _____, tengo el coche aparcado allí mismo. Te llevo a casa, no se te vayan a volver a caer las cosas. Luego vamos juntos a la    iglesia´´.

Acepté con una sonrisa y ambos entramos a mi casa. Dejé las cosas en la barra de la cocina y me fijé en que Grizz estaba contemplando las fotos que tenía mi madre colgadas en la pared. Se quedo parado en una y la señaló.

- ´´No me acordaba de esta foto… Hace cuanto fue?´´ dijo con voz melancólica. Se refería a una foto en la que salimos los dos sentados en un árbol abrazándonos, siempre me había encantado esa foto.

The Society **Grizz & tú**   !!!ESPECIAL!!!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora