Y ahí estás, sentada esperando a que te vea con esa mirada que siempre imaginas pero que nunca tendrás porque aunque sabes la respuesta de todas tus preguntas sigues ahí, a pesar de que te arrebate su brazo al momento en el que tu la quieres abrazar, a pesar de que a veces sientes que le das asco ahí sigues.
Sigues porque quizás pienses que nadie más vendrá a ti, por tu físico, por tu personalidad, por la falta de confíanza en ti misma y de amor propio.
El lunes te sentiste sola, estabas ahí echa bolita en tu cama, abrazando ese peluche que tanto te reconforta, no se porque insistes en estar ahí, si tanto criticabas a tus amigas que estaban en esa misma situación que ahora tú vives.
El año pasado caíste en el punto más bajo de tu vida (de nuevo) te fueron infiel y seguiste ahí, no te importaron las advertencias de tus mejores amigos, no te importó parecerte a tu mamá (cosa que jurabas que nunca serías así y terminaste igual o peor), quisiera golpearte para que reacciones pero es algo que no puedo hacer.
Ella quiere que estés ahí siempre pero ella nunca está para ti, cuando más la necesitas más huye de ti, cuando más quieres un abrazo, palabras reconfortantes o un cumplido jamás puede hacerlo, por eso siempre buscas amor en otros lados, conquistando o diciéndoles cursilerias a chicas que ni te gustan pero el hecho de tener un poco de amor te hace sentir bien.
Quieres cambiar, quieres volver a ser la fuerte que podía con todo eso, que daba consejos y que los ponía en práctica ella misma, quieres ser la fría pero cálida, la cariñosa y desconfiada, quieres regresar a ser la niña rebelde pero tierna, la que todos le decían mamona buena onda, que todos digan que eres genial pero a la vez que eres una perra (en el buen sentido).