Tú eres mi cielo.

7K 423 19
                                    

Reborn suspiro cansado. Había estado evitando a la mayoría de los estudiantes de esa maldita escuela. Era considerado uno de los estudiantes más fuertes. Pero claramente no se sentía a gusto en el lugar.

Todos querían armonizar con él para poder obtenerlo su fuerza. Querían aquel sol que brillaba con intensidad sobre sus cabezas. Pero que no podía aceptar a ningún cielo u otro elemento que quisiera unirse a él. Se sentía sucio de solo sentir las llamas de los otros alumnos rozando las suyas sin permiso, queriendo lograr que se sometiera, que los siguiera sin preguntar, sin quejarse o que no dijera lo que pensaba. Eso solo lo conseguía en un estado violento.
Sus amigos, los otros seis chicos que eran igual de fuertes que él (o por lo menos en una mínima parte) entendían como se sentía y no buscaban obligarlo a unirse a alguien que fuera tan tonto como para intentar pedirle sumisión y obediencia mediante sus llamas.
Menos cuando la importancia de los lazos que se formarían durarían lo que su destino marcará. Porque estaban destinados a una vida larga, algo dentro suyo, muy en el fondo de todo lo que podían pensar lo sabían. Estaban conscientes de ello gracias a la maldición de los Arcobaleno que recibieron a temprana edad, habían tenido un cielo antes, uno que era brillante pero que nunca pudo unirse con ellos.

Claro que los mantenía seguros, cómodos, pero gracias a su papel en la mafia tenía guardianes que ya habían armonizado con la joven chica. Hacerlo con ellos sería invitarlos a ser parte de su familia, la chica no deseaba eso. Menos cuando tenía que guiar a la familia Giglio Nero hacia el punto máximo. Entonces cuando ella renunció a su maldición no les sorprendió, entendían que no eran lo suficientemente buenos para ella, que estaban manchados y que la sangre que sostenían en sus manos era lo suficientemente aterradora. Por eso esperaron en silencio durante un par de años mientras cursaban sus años escolares en la escuela creada por la más grande mafia de todas, Vongola.
Esperaron en silencio, con calma alarmante y un anhelo creciente en sus corazones esperando que su siguiente cielo los amará, los aceptará hasta conseguir que su pasado solo sea un mal recuerdo del cual podrían hablar en algún momento sin sentirse destrozados.
Salió de sus pensamientos cuando un pequeño cuerpo impactó contra el suyo, era delicado, lo sabía porque el chico con el que chocó fue él que más sufrió gracias al golpe.

—Lo siento—una pequeña voz le saco de sus pensamientos.

—No te preocupes, no iba...—se detuvo perdiéndose en esos bonitos ojos color marrón que le miraban con intensidad apremiante.

Pero no duró mucho, cuando su chupete brillo intensamente en su pecho, siendo seguido por un brillo naranja proveniente del menor. Llevaba el chupete del cielo Arcobaleno, y la sonrisa que le dió solo consiguió aturdirlo a un más. Parecía tan feliz de haberlo encontrado, como si hubiera conseguido lo mejor del mundo.
Su brazo ardió de manera inmediata, como si se estuviera grabando a fuego lento palabras que terminarían por marcar su destino.

—¡Un gusto en conocerte, soy Tsunayoshi Sawada!—saludó alegremente el menor cuando el brillo casi cegador disminuyo solo dejando a los dos chicos mirándose como si pudieran analizarse en ese instante.

Pero la respuesta no le salió de los labios, la nueva marca en su muñeca con letras un poco desordenadas y kanjis algo apretados sabia que era el nombre del chico que estaba enfrente suyo. Lo intuía porque podía ver su marca de pareja destinada perfectamente. Pero se obligó a hablar, no podía desperdiciar tal oportunidad.

—Reborn, puedes llamarme Reborn y tú eres mi cielo—murmuró sorprendió al notar como el chiquillo solo sonreía tomando su mano sin importarle mucho lo que hacía.

—Lo sé—afirmó con la suficiente confianza—no pienses mal de mi Reborn-San, pero te he estado esperando—la suave risa que soltó ocasionó que el mayor se tensara ante lo dicho—no le puedo decir mucho. Pero si puedo mostrarle—descubrió su muñeca y se la extendió al mayor cuando se detuvieron para que pudiera explicarle.

Ahí, en su muñeca derecha podía leerse en letra cursiva, firme y suavemente deslizada su nombre. La falta de apellido solo demostraba que no era broma. Estaba escrito en una tonalidad rojiza, con finas sombras amarillas y un trazo ligeramente negro que hacía resaltar las letras.

—¿Tú lo sabías?—cuestionó con voz de mando sin apartar la mirada de su marca—¿Como podrías saberlo?

—La tengo desde que nací—explicó divertido por la actitud perdida del de curiosas patillas—tengo otros seis nombre. Mi padre piensa que el destino ya había decidido por mi muchísimo antes de que yo existiera. Aunque gracias a los estudios que se realizaron muchísimo antes de que yo naciera—un suspiro abandono sus labios—se descubrió que cuando naces con el nombre de tu alma gemela...

—Esta ya debió haber muerto—termino intentando acortar la distancia entre ellos.

Tenía una extraña necesidad de tocar al castaño, como si quisiera saber que era real.

—Sí, mi padre me veía con tristeza cuando estaba en casa—se acercó tomando de las manos al azabache—pero algo me decía que seguían ahí afuera, vivos, pero sintiéndose muertos por dentro—sonrió cuando las manos contrarias enredaron sus dedos con los suyos.

No recibió respuesta ante lo dicho, solo un suave apretón que rápidamente le condujo a ser abrazado con amor. Como si no importa que esa fuera la primera vez que se veían en su vida. Era suave, cálido, reconfortante. Una sensación que llenaba el vacío que no sabía que existía en su corazón desde hace años. Simple se dejó hacer en ese dulce abrazo que significa tanto y a la vez tan poco. Porque era uno de los primeros y múltiples abrazos que recibiría a lo largo de su vida.

—Ahora estoy aquí—afirmo firmemente al fin después de tantos años—no podría dejarte—era seguro, algo le decía que valía la pena arriesgarse.

En este Au Viper y Lal serán hombres. Tenía ganas de escribir esto, lo siento. No pude aguantar la tentación.

Love in the SkyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora