NO SON CELOS.

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Aún miraban a Luce con recelo. Pero como su cielo parecía feliz con la idea de ser el padrino de la pequeña bebé que tendría la chica, solo por eso aceptaban tratarla. Pero en verdad a muchos de los chicos les pareció muy linda la actitud del chico. Se notaba animado e ilusionado ante la idea.
Por eso sus días habían estado calmados. No fue hasta una semana después de la noticia que un chico de ojos verdes esmeralda, de un inusual tono de cabello peliplata y vestimenta de maleante apareció en su vida en que realmente odiaron los cambios.

Luego, no pasaron ni dos días cuando un azabache de ojos marrón apareció después. Parecía ser un chico amable, de sonrisa fácil y carácter calmado. Pero resultaba sorprendentemente bueno con la espada y el béisbol.
Pero lo peor fue el chico de cabello de color índigo y con un peinado en forma de piña que un día simplemente apareció con una dulce niña que parecía ser su hermana. Entonces fue cuando un sentimiento horrible se arrastró por el pecho de todos, era algo parecido a la soledad. Pero no se sentían realmente solos, ya que el castaño pasaba tiempo con ellos.

—¿Y dónde está Tsuna?—preguntó Lal observando cómo Reborn estaba haciendo pucheros mientras se encontraba cruzados de brazos—¿Y por qué Reborn está haciendo berrinche?

Verde apretó con fuerza su experimento y lo azotó contra la mesa de manera brusca.

—Tsunayoshi está saliendo con unos chiquillos—expresó amargo recordando el último adimento al club de amigos del castaño.

Era un azabache de ojos azul metálico, mirada afilada que no hablaba mucho y que extrañamente tenía un parecido sorprendente con Fon.

—¿Qué?—la mirada aturdida del chico de cabello azul oscuro hubiera valido la pena si no fuera porque todos estaban enojados—¿Y por qué Reborn no está vigilandolos?

Todos miraron al azabache de patillas que solo podía inflar más las mejillas y fruncir el ceño. Muy pocos sabían que el chico tenía ese lado infantil que no demostraría nunca. No a menos que algo le haya frustrado tanto como para no poder hacer nada, ni tener una forma de desquitarse.

—Porque Tsuna le dijo que no lo hiciera, Kora—Colonello participó respirando profundo para no seguir sintiéndose de esa forma tan desastrosa.

—¿Y desde cuándo Reborn sigue órdenes?—Lal estaba ha punto de un colapso nervioso.

—Desde que Tsuna lo amenazó con convertirlo en una estatua con su punto cero—expresó tranquilamente Viper contando su dinero por décima vez. Se le podía notar el aura de los mil demonios.

—¿Y ahora, este porque está enojado?—cuestiono hacia Skull que era el único que no había contestado. Fon no estaba realmente contando ya que parecía perdido.

—Conoció a este tal Mukuro—exclamó la nube jugando su teléfono—y este se proclamó a él mismo y a su hermana como los  guardianes de la niebla del décimo Vongola.

—¿Y tú no estás enojado por esto?

El de cabello morado apretó su teléfono con fuerza, logrando romper la pantalla con solo una mano y mirando a Lal con ira burbujeante en sus ojos. Como si solo se estuviera conteniendo para no parecer un idiota inmaduro. Cosa que sorprendió al chico. Pero que no demostró. Porque pudo jurar que Fon se levantó de su sitio y con mirada aterradora le miró fijamente mientras decía lo que nadie se había atrevido.

—Tsuna tiene guardianes—exclamó sujetando sus mangas con fuerza—mi sobrino es...—respiró profundo en un intento por calmarse ante la sola idea de tener a esos chiquillos rondando a su cielo, a su destinado—su guardián de la nube.

Y el teléfono de Skull termino contra la pared más cercana. Rompiéndose con una rapidez increíble. Al parecer la fuerza del impacto lo llevo directo a ser trizas. Lal salto en su lugar ante el sonido de algo rompiéndose. Entonces Fon se sentó en alguno de los sillones sacando todo el aire que mantenía guardado.
A nadie le había agradado la idea de que su cielo tuviera más elementos. Pero podían aceptar que se sentían orgullosos al saber que él castaño podía cumplir con sus dos papeles dentro de la mafia sin tener que alejarse de ninguno.

Salieron de sus pensamientos cuando un par de risas, pasos y despedidas se escucharon en el pasillo. La dulce voz de su niño les permitió relajarse un poco, solo cuando entro al dormitorio sonriendo con tanta facilidad fue que consiguieron calmarse.

—Deberían dejar de estar celosos—exclamó el menor al observar como todos estaban enojados y como alguno de ellos rompió su celular.

—¡NO SON CELOS!—gritarón todos al mismo tiempo, mirándose un poco.

Bueno, tal vez estaban celosos de alguien más robando la atención del chico. Todavía no se acostumbraban ha compartir al chico y ahora llegaban todos esos supuestos guardianes a robarse la poca atención del castaño que recibían. No, no podrían permitir tal cosa.

—Claramente no lo están—se burló dejando sus cosas a un lado.

Simplemente los dejo pensar mientras caminaba hasta su armario para poder cambiarse. No hizo mucho caso a todas las miradas encima suyo al quitarse la camisa del uniforme y cambiarse por algo más cómodo. Sabía que se podían notar los nombres de algunos de los chicos si se daba la vuelta. En su nuca podías leer fácilmente el de Mammon, en el hombro se notaba el de Fon. Y algunos otros más.

Pero se sorprendió cuando Reborn se deslizó por su espalda acariciando su pecho desnudo con una mano, mientras que con la otra sujetaba su muñeca acariciando su nombre tatuado en la piel bronceada. Los dedos tocando hábilmente sus pezones y sus labios succionando un punto sensible que no tenía idea que existía en su cuello.

—¿Qué haces, Reborn!—pronunció entre un chillido y gemido agudo ante la impresión.

—Tal vez es hora de tomar lo que es nuestro—susurró sobre el cuello, con su cálido aliento consiguiendo al menor temblando desde los pies a la cabeza

—¿Qué!, ¡No!—intentó alejarse pero los fuertes brazos lo envolvieron antes de que se diera cuenta.

Realmente no podía hacer nada, no cuando esa boca estaba mordiendo, besando y lamiendo su cuello para entretenerlo.

Realmente no sé si escribir Lemon o solo hacer referencia a ello. Jajaja digan lo que digan, ellos están celosos.

Love in the SkyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora