El Gran Comedor, Slytherin y la tarjeta

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Al salir del tren todo el mundo había dejado de hablar sobre el verano y debatían sobre quien había sido el descarado que había gastado aquella broma de mal gusto. Porque una chica de Gryffindor, Priscilla Jordan se había desmayado y la habían traslado de urgencia a la Enfermería con la señora Pomfrey.

Pero yo sabía que no había sido una broma.

Ningún alumno de Hogwarts hubiera sido capaz de crear tal horripilante criatura.

James Potter se encontraba a mi lado cuando la sombra había surgido de la oscuridad.

Al desvanecerse él y yo no habíamos intercambiado palabra. Salimos como si nada hubiese pasado.

Ahora me encontraba en frente de las puertas de Hogwarts. Entré, acompañada de Viviane Parkinson, Odette Black y Scorpius Malfoy. Iba mirando al suelo mientras ellos tres comentaban que la broma se le había ido de las manos a quien fuera que la hubiera puesto acabo al encontrarse Priscilla Jordan en la Enfermería.

—Quién sabe —comentó dramática Viviane—. A lo mejor cuando entremos al Gran Comedor el techo se nos cae encima y luego resulta ser una ilusión.

Scorpius le dio la razón y Odette tornó los ojos.

—¿Tú qué dices, Alissa? —preguntó Malfoy.

—Scors —Odette le reprendió con un codazo en el estómago—. Recuerda que a ella y a Potter la sombra les ha atacado —susurró de manera demasiado audible.

—Odette, no nos ha atacado —puse una mueca de dolor—, solo ha sido una... broma.

—De muy mal gusto —volvió a repetir Viviane.

Viviane divisó a Alice Longbotton a unos cuantos pasos de nosotros y empezó hablar con Scorpius de quidditch y de lo difícil que nos lo iba a poner Hufflepuff este año.

Empezamos a caminar hacia el Gran Comedor para la Selección de los de primero. Ya estábamos vestidos con el uniforme de Slytherin. Pasamos por la entrada donde el profesor Flitwick daba el discurso inicial a los de primer año, como había hecho con nosotros hace cinco años.

Cruzamos los pasillos y Odette se había unido a la conversación de quidditch pese a no practicar el deporte, aunque se podía decir que era una aficionada. Su equipo favorito eran las Arpías de Holyhead, un equipo irlandés.

Yo caminaba con la cabeza gacha.

No podía quitarme la imagen de aquel rostro de mi cabeza. Era terrorífico. Vi a James Potter en frente hablando con Frank Longbotton.

También tenía la mirada perdida fija en el suelo.

Él estaba igual de aterrado que yo. Quería ir con él y hablar sobre el tema. Abrirme y crear suposiciones sobre que era esa cosa. Pero él era el gran James Sirius Potter. Y le odiaba.

Un nudo empezó a formarse en mi estómago. Necesitaba hablar con alguien sobre el tema. Pero todos lo veían como una broma pesada y no quería que mis amigos pensaran que se me había ido la cabeza.

Iba envuelta en mis pensamiento cuando sentí que alguien me pasaba un brazo por el hombro. Me giré y pude ver a Lorcan Scamander esbozando una sonrisa socarrona.

—¿Te encuentras bien, Hopkins? —dijo poniendo pucheros—. Actúas como si se hubiera muerto alguien. ¿Es por lo de la broma en el tren?

Giré un poco la cabeza y pude ver como McLaggen también había pasado un brazo por los hombros de Black. Scorpius y Lysander Scamander, el hermano gemelo de Lorcan, conversaban animadamente y Viviane había tomado la iniciativa y ahora se encontraba al lado de James Potter mientras él le agarraba el culo.

Sangre suciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora