~4~

28 3 2
                                    


Desperté ese día llena de un extasis un tanto extraño. Tu ya no estabas pero tu camisa seguía cubriendo mi cuerpo.
Recuerdo ir a ducharme y pasar mis dedos por mis labios recordando lo que había ocurrido, mientras el agua recorría mi cuerpo deseé que no borrara tu tacto.

Me recuerdo eligiendo que ponerme, quería lucir linda para ti.
Me puse el perfume que tanto te gustaba, ese por el que dejabas marcas en mi cuello y le sonreí al espejo como tonta. Dijiste que nos veríamos allí a las siete, las horas volaron.
El universo moría de ganas de despertarme del ensueño.
Como si dijera que la realidad dolería pero me haría encontrar respuestas.

Así que ese sexto sentido que ya mencioné hizo que fuera una hora antes al lugar, tomé el autobús y tarareé canciones llenas de amor durante todo el camino.
Bajé del autobús sonriente y me senté frente a la torre.

Tenías todo perfectamente planeado.
Te habías dado una hora de anticipación.
Todo perfectamente calculado para que ni por casualidad nos cruzáramos.
Pero no contabas con mi presencia antes de tiempo.
Porque creías (y yo también lo hacía) que yo confiaba plenamente en ti.
Aún no entiendo que me llevó a ir antes, pero lo que sea que fue le agradezco, porque entonces desperté.

Saliste de la torre con ella. Oh Kook, ni siquiera lo veías venir.
¿Pero sabes que ocurre?
Los amigos no se besan en los labios Jeon. Lo entendí cuando la besaste justo en la entrada. Y ella te miró con la misma devoción con la que tu me observabas la noche anterior.
Me sentí sucia.
Y me sentí mal por ella.
Y sobretodo sentí ira, tanta que casi me planto frente a ti a gritarte, pero me contuve porque tú habías girado tu rostro en mi dirección.
¿Tanto te pesa mi mirada Jeon?
¿Tanto la conoces que la sentiste desde la distancia?
Me viste y lo entendiste, pero claro, era mejor que solo una de nosotras supiera y no las dos.
Subí a otro autobús sin saber siquiera a donde me llevaría.
Tu no viniste por mí.
No me detuviste.
Hasta que la subiste en un taxi y cerraste la puerta. Se alejó unos metros y atravesaste la calle como un puto loco, venias en mi dirección.
Pero el autobús empezó a avanzar y me prometí a mi misma que no te vería jamás.

Lastima que dos meses atrás, el día que me besaste en la cafetería ya me hubiera roto una de mis promesas, ya sabia de antemano que probablemente tampoco cumpliría esta.
Porque había prometido no dejar que me completarás y ahora lloraba porque accedí a que lo hicieras.
Esa noche apagué mi teléfono y le puse cerrojo a la puerta.
Lloré en el sofá repitiéndome que estaría bien.
Luego tuve que poner tapones en mis oídos, arroparme con cuatro mantas y tomar dos píldoras para dormir. Todo para dejar de escuchar tus golpes en la puerta y las súplicas que tanto gritabas.
Quería dormir hasta el siguiente milenio, no oírte parloteando excusas pobres.

Is There Somewhere? // J.JKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora