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El invierno llegó, yo seguía sin ser tu novia, pero era como si lo fuéramos.
Ahora me besabas cada que podías, tres marcas descaradas reposaban en mi cuello, hechas por ti hacía dos noches y agradecía que fuera invierno porque solo usaba sweaters de cuello alto desde entonces.
Pero entonces me cruzaba contigo y tirabas de ellos hacía abajo para apreciar tu arte. Yo me enojaba y te reprochaba y tu te reías pidiéndome que me acostumbrara.
Habías empezado a escribirme poesía, canciones románticas y yo estaba encantada con tu arte y tu magia.

Habría sido maravilloso detener el tiempo en ese momento exacto, donde solo reíamos, donde querías que te perteneciera y hacías lo posible por demostrarlo.
Una semana después abriría los ojos y tendría a la realidad golpeándome de frente.
Entonces, por favor quedémonos en este segundo donde tus labios pesaban contra mi piel, donde estabas dispuesto a todo por mi.
Porque no quiero recordar como fue enterarme, porque aún no quería saber que en 7 días todo acabaría.

Jugaste muy sucio, yo fui muy inocente.
Ahora aprenderé.
Que no eras suficiente.

Casi era navidad y entonces dijiste:

—Vamos a ver la ciudad desde la torre de  Seúl—
Solo podía imaginarme besándote en la noche, con esa vista y tus manos recorriendo mi espalda y mis caderas.

Asentí emocionada mientras reposaba sobre tu regazo. Prometiste que iríamos la noche siguiente.
Inconscientemente empecé a dar saltitos de felicidad, pero entonces tu mirada se oscureció y se posó sobre la mía, apretaste mis caderas contra tu cuerpo y entendí que mi acto inconsciente acababa de desencadenar tu deseo, tres segundos después estaba debajo de ti y me besabas con vehemencia.
La ropa empezó a estorbar.
Luego tus bóxers también.
Y cuando entraste en mí sentí un júbilo absoluto.
Mis uñas marcaron tu espalda y gruñiste en mi oído.

—Te necesito, me enloqueces— Y otras mil palabras con diferentes significados llenándome.

No estaba preparada.
Para que al terminar.
Marcaras mi sentencia.
Y me ataras a ti de esa manera.
Pero cuando el climax llego a la vez por nosotros.
Dijiste dos palabras.
Me condenaste en menos de un segundo.
Y entonces cuando al día siguiente me enterara.
Te aseguraste de que seguiría ahí.
"Te amo"
Dos palabras tan mágicas, que luego sonaban cínicas.
Pero me amabas, y cuando saliste de mí lo repetiste tres veces más, como asegurándote de que yo lo entendía.
Agradezco no haberte devuelto esas dos palabras entonces.
Mi dignidad y ambos significados permanecerían conmigo al menos un poco más.
A pesar de que me bastaba con tus migajas yo no te lo había dicho.
Y así, cuando me partiste en pedazos 24 horas después yo aún tenía mis te amos.
Aun me pertenecían.
Me los susurré a mi misma mientras lloraba en el mismo sofá donde hacía unas horas habían salido de tus labios.
Me amo, me amo, me amo.

Is There Somewhere? // J.JKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora