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—Esto será suficiente por ahora, solo sigue haciendo escándalo en la escuela. –le entregué un sobre con dinero.

—Gracias, gracias y no te preocupes, solo intenta pagarme los días que fijamos. –Guardó el sobre en su mochila para luego mirarme y sonreír.– Una pregunta rápida, ¿Por qué haces esto?

—¿Por qué? –puse mi mano en mi cintura y suspiré– Por qué se lo merece.

******

—¡Levántate, son las seis de la tarde! –le grité a Mateo, quién se tenía que preparar para una cita.

—¿De verdad tengo que ir? –balbuceó y se tapó la cara con una sábana.

—¡Sí, levántate! –lo empujé hasta la orilla de la cama, lo iba a tirar pero se levantó.

—De acuerdo... Voy a bañarme. –se dirigió al baño y cerró la puerta enojado.

Mientras tanto, abrí su armario y busqué algo decente, no tenía que ir perfecto, pero tenía que ir más o menos bien... Busqué y encontré una camisa escondida, se veía bien, siempre me ha gustado que Mateo se vea presentable, le digo que es importante verse bien.
Me senté en la orilla de la cama y puse las cosas a un lado, empecé a mirar alrededor, tenía algunos dibujos pegados, también pósters, miré atentamente cada cosa que tenía pegada, noté que tenía muchas fotos de nosotros haciendo diferentes cosas, en diferentes lugares, me levanté para poder mirarlas bien, lindos recuerdos.

En eso, salió del baño con la toalla en la cintura, nos miramos unos minutos, hubo un silencio incómodo hasta que me salí de su habitación.
Mi teléfono empezó a sonar y por el tono especial sabía quién era.

—Hol– me interrumpió.

—¿Estás en casa de Mateo? –me sorprendió oír eso.

—Sí, sí ¿Cómo supiste?

—Te estoy viendo por la ventana.

Mire y estaba él, saludado con la mano así que colgué y salí, lo abracé y le di una bofetada, me miró confundido.

—¿Por qué eso? – reí.

—Nada más, oye, Mateo iba a salir ¿Quieres ir a dar una vuelta mientras lo esperamos?

—Oh, me agarraste desprevenido, voy a salir con una amiga.

Una amiga..

—De acuerdo, no te preocupes, tal vez a la próxima.

—Claro, me puedes hablar cuando quieras. –se acercó y me dió un beso en la mejilla para luego irse.

Lo observé hasta que se perdió, me dejó confundida, ni siquiera debería de preocuparme, somos amigos ¿No?
Alguien puso su mano en mi hombro y enseguida supe quién era.

—¿A qué hora nos iremos?

—¿Iremos? Tú irás, tienes 20 minutos para pasar a buscarla e irse a dónde quieran.

Empezó a caminar pero lo tomé del brazo.

—Suerte.

Se sonrojo y me sorprendió.

—Gracias.

Empezó a correr.
Debió arruinar su cabello, ya estaba peinado.

Cita tras cita. ✧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora