En lo profundo del Inframundo

Discordia.

El día estaba de maravilla, Deméter tenia buen humor y eso se notaba en el ambiente. Y la Diosa estaba de buen humor ya que en las últimas semanas ha notado un brillo y alegría único en su hija; eso hacía que Deméter se sintiera muy feliz.

-Hija mía -susurro con delicadeza Deméter para llamar la atención de su hija.

-Madre -contesto alegre y enérgica Tawny.

-Hoy tengo una reunión con tu padre, y quiero que vengas porque él quiere hablar contigo.

-Sí, claro -Tawny tenía una reluciente sonrisa, pues al acompañar a su madre tenía por seguro que vería a Christopher.

Ambas mujeres se dirigieron al monte Olimpo, Deméter como siempre le decía a su hija cuando iban a ver a Zeus le pedía que esperada a que terminara la junta, esa era la señal para poder ir a ver a Christopher practicar y así lo hizo.

Tawny llegó a la arena donde siempre practicaba su amado, pero esta vez estaba acompañado por alguien, el cual atacaba y se defendía de Ares, algunos mechones rubios se escapaban de su casco de batalla y se veía más agitado de lo que estaba el Dios.

Pero no solo estaba esa persona ahí, también había una chica rubia con un listón verde en sus cabellos, pequeña y con mejillas sonrosadas quien veía atenta lo que hacían ambos hombres, pero al notar la mirada de la chica sobre su persona desvió la mirada.

-Perséfone -susurro para ella misma.

- ¡Tawny! -Ares grito a todo pulmón el nombre de la rubia con la corona de olivo en la cabeza.

-Hola, Christopher -la rubia sonrió y se acercó a donde estaba el Dios.

Mientras tanto, Kenny se dirigía a donde su novia estaba sentada y le susurraba: - ¿Es ella?

-Si -le contesto la rubia mientras silbaba de manera delicada, y de inmediato un ave de hermoso color rojo se aproximó a la rubia -Dile a la Diosa que ya está aquí -susurro Marjorine y el ave salió volando.

- ¿Tú crees que esto se pondrá feo? -pregunto un poco preocupado Kenny.

-No estoy segura de eso, pero suponga que tampoco espero que acabe bien.

-Kenny -Christopher llamo a su escudero, así que Kenny tomo la mano de su novia y fue hasta donde el Dios estaba.

- ¿Qué ocurre, señor Ares?

-Kenny, te presento a Tawny, ella es hija de Deméter.

-Mucho gusto señorita Tawny, soy Kenny el escudero de Ares y ella es mi hermosa novia Marjorine dama de Afrodita.

-Un gusto señorita -dijo Marjorine.

-Un gusto -contesto apenada Tawny, pues interactuar con personas no era lo suyo.

El Dios de la Guerra pretendía decir algo, pero la llegada de un ave amarilla interrumpió, pues se acercó a Tawny y le dejo en las manos una semilla de girasol, ese era el llamado de su madre para ir con ella.

-Lo siento Christopher mi madre me llama -dijo Tawny mostrándole la semilla.

-De acuerdo lo entiendo -el Dios tomo unos mechones y los beso haciendo sonrojara a la rubia quien solo se despidió con la cabeza y se fue prácticamente corriendo.

-Vaya, parece que la pequeña tenía prisa -la voz de Afrodita resonó por el lugar e hizo que Christopher frunciera el ceño.

- ¿Qué haces aquí Afrodita? -pregunto tosco Ares.

-Huy que grosero -Afrodita caminaba de manera seductora hasta el Dio -Quería venir a verte practicando, ¿no puedo?

-Como sea -contesto Ares -Kenny el entrenamiento se acabó tienes el resto del día libre.

Al escuchar eso, Afrodita frunció el entrecejo y se mordió el labio superior.

-Si no tienes nada que hacer pasemos el rato juntos -propuso la Diosa, mientras le hacía señas a du dama para que ella junto a su novio se fueran y eso fue lo que hizo.

-Nunca dije que no tenía cosas que hacer solo le dije a Kenny que termino la practica eso es todo -dicho eso Ares estaba yéndose dejando a Afrodita, pero ella no se daría por vencida.

-Por favor solo, vamos a tomar un poco de vino -Afrodita sabia lo débil que Ares era para el vino, así lo utilizo como último recurso.

-Ah~ -suspiro el Dios y se volteó a ver a Afrodita -Solo una copa de vino.

-Si por supuesto -dijo Afrodita con una sonrisa coqueta.

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-Hija, tendrás que irte primero aún tengo cosas que hacer -Deméter y Tawny ya habían terminado de hablar con Zeus, y la Diosa quería que su hija se fuera al bosque sin ella.

-Si madre, no te preocupes por mí.

-Por supuesto hija, nos vemos -y con un beso en la frente se despidió de su amada hija.

Tawny al ver que su mamá se alejaba decidió desviarse del camino y buscar a Christopher, pues durante un largo tiempo no sería capaz de verlo, así que aprovecharía el poco tiempo que tiene para hablar con él.

-Debo apresurarme y encontrarlo antes de que el sol se oculte -la rubia miraba como el sol se ocultaba poco a poco y de él brotaban colores naranjados.

Pero por más que buscaba por todo el monte, no encontraba al Dios, así que comenzó a preguntar a los sirvientes, pero varios de ellos le contestaban que no lo habían visto durante todo el día; solo una sirvienta fue capaz de contestar su pregunta.

-El señor Ares se fue a la casa de la Diosa Afrodita -dijo una sirvienta de cabellos negros como la noche.

Al obtener esa respuesta Tawny sintió una fuerte punzada en el pecho, pero no por eso se iba a detener con esa respuesta, así que en su afán de conseguir ver a Ares y evitar que este más tiempo con la Diosa, le preguntó a la sirvienta donde quedaba el portal para ir a los aposentos de la Diosa. La sirvienta, como es su deber, contesto todas las preguntas de la rubia.

Tawny sin una pizca de duda se dirigió a el portal de Afrodita y una vez frente a el, no dudo en cruzarlo, llevándola a un jardín bien cuidado lleno de rosas, y flores de todo tipo que desprendían un aroma dulce y embriagante.

La rubia siguió el pasillo y la llevo directamente a la entrada principal, pero antes de tocar la puerta en una de las ventanas cerca a la fuente se escuchaban risa y gemidos. Tawny por curiosidad decidió hacer crecer una enredadera la cual tenía sobre ella un adorno de jarrón grande, la cual utilizo como objeto para sentarse y subir mientras la enredadera crecía. Cuando alcanzó la altura suficiente vio como Afrodita y Ares estaban haciendo el amor, como sus cuerpos se enredaban y como sus labios se juntaban en un beso apasionado. Eso destrozo a la pobre chica, quien solo bajo como pudo del jarrón y se fue corriendo de la casa de Afrodita y después del monte olimpo, solo para irse al bosque a desahogar su pena amorosa.