Capítulo 4

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Nathaniel miraba sin expresión el escaparate del local donde se exhibían prendas y artefactos de valor. Llevaba algunos minutos observando preguntándose si algún día vería allí el reloj que sostenía con fuerza en el interior de su bolsillo.

Levantó la vista al cielo y dejó escapar el aire que retenía en sus pulmones, trató de relajar sus hombros sin éxito y por fin se decidió al ingresar a la casa de empeños.

—¿Nathaniel?

El nombrado se dio la vuelta encontrándose con una joven rubia de ojos azules, la miró de arriba a abajo notando que traía el cabello suelto y su maquillaje era más natural que en otras ocasiones.

—Hola Chloé —saludó con una sonrisa ladina.

—¿Qué haces aquí? —interrogó Bourgeois viendo el gran letrero del local.

—¿No es obvio? Vengo a entregar el correo.

Chloé miró mal al pelirrojo por su pésima broma, dio dos pasos para acercarse a él y tomarlo por el brazo obligándolo a caminar.

—No preguntes cómo lo sé, pero aquí es el peor lugar para empeñar tus cosas —susurró Chloé lo más cerca que pudo del oído del más alto—. De una u otra forma terminas involucrado en sus malos negocios.

—¿Y porque me lo cuentas?

—Porque no quiero que un amigo sea su víctima.

—¿Somos amigos?

Estando a cuadra y media lejos del local, Chloé cayó en cuenta de su comentario y se apartó bruscamente. A Nathaniel por un momento le parecía similar a un gato enfurruñado, sonrió divertido ante su idea y miró con atención el rostro de la contraria.

—Bueno, podríamos serlo ¿no? —sugirió la rubia desviando la mirada.

Nathaniel esbozó una sonrisa al ver la expresión de la Bourgeois, si le dijeran a su yo de catorce años que Chloé querría hacerse su amiga se hubiera carcajeado hasta quedarse sin aire.

—Claro que sí, Chloé. No me molestaría tener un techo seguro —mencionó Nathaniel observándola divertido.

—Oye se supone que la interesada soy yo. ¿En qué momento se invirtieron los papeles? —cuestionó la muchacha cruzándose brazos y haciendo un mohín.

—Cuando tiraste tu bebida sobre mí, tomaste el papel de la torpeza.

Kurtzberg reprimió una risa al ver su cara sorpresa e indignación, siempre fue fácil provocar a la princesa de París.

Chloé musitó una frase que no llegó a los oídos del mal alto, se colgó su bolso en el hombro y empezó a caminar chocando con Nathaniel quien no dudó en seguirla.

—Espera, no era mi intención —Se apresuró a disculparse buscando la mirada ojiazul que fusilaba a cualquiera que se cruzara en su camino.

Bourgeois ignoró cada frase del pelirrojo, dobló en una esquina e ingresó a una plaza comercial. La voz de Nathaniel le estaba fastidiando así que sacó un pañuelo del estuche de sus lentes oscuros y se lo metió en la boca.

El de ojos turquesas protestó y casi se cae al llegar al final de las escaleras eléctricas, se retiró el pañuelo haciendo una mueca y buscó con la mirada la responsable. Logró divisarla entrando a una de las tiendas, se apresuró para alcanzarla y colocarse a su lado, acercándose a su oído para decirle algo.

—No te desharás de mi tan fácil.

Chloé respingó al sentir su cálido aliento tan cerca, no pudo evitar mirarlo mal y darle un golpe en la cabeza con las hojas que traía, Nathaniel ni siquiera las había notado.

[HIATUS] Nuestro Desastre | Nathloé [MLB]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora