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_____ gimió suavemente al tratar de abrir sus pesados párpados. Arrugó la cara cuando un dolor fuerte y constante le atravesó el lado derecho del cerebro. Gimió, levantando la mano instintivamente para cubrir el área lastimada.

Lentamente, comenzó a tomar conciencia de los hechos que se sucedieron antes de registrar el dolor.

La separación de Park Jimin luego de que se acostó con varias mujeres distintas, cuando juntó sus cosas y se mudó a Gyeongsang, el desvío de la autopista, el miedo que sintió al estar en el medio de la nada sola...

La camioneta que patinó. El choque contra el árbol. El airbag que se activó...
El extraño.

Se paralizó. El extraño. El hombre Delgado y alto que llevaba puesto lo que ahora comprendía que era un uniforme de prisión.

Ay, maldición, ¿dónde estaba ahora? ¿Estaría allí? ¿Él la habría llevado a alguna parte? ¿O estaría aún en la camioneta, abandonada en el medio de un paisaje invernal de montaña, con un vehículo destruido y heridas internas como únicas armas para defenderse? Mientras su vientre se apretaba y se anudaba, deseó fervientemente que la última opción fuera cierta. Tenía un teléfono celular, recordó. En algún lugar de su nuevo y destruido bebé había un medio para llamar por ayuda.

_____ trató de abrir los ojos una vez más, cuando un sonido extraño y cercano le hizo arrugar la frente El ruido constante era extraño, pero a la vez, desconcertantemente familiar.

Aunque no podía ubicarlo, se dio cuenta de que debía poder hacerlo.
Árboles. Por alguna razón el sonido chirriante le trajo árboles a la mente. ¿Pero qué de ellos? ¿Árboles que estaban talando, quizás? No, pensó, no era eso. Árboles que...

Árboles que estaban serruchando. Eso es lo que le vino a la mente. Árboles que estaban serruchando...
Su respiración se detuvo.
Un serrucho, lo que escuchaba era un serrucho.

Tragó pesadamente, pudiendo aventurar la atinada suposición de que muy probablemente no fuera un árbol lo que se estaba serruchando. Muy probablemente era metal, el metal de dos grilletes que recordaba con creciente conciencia y claridad.

¡Ay, Dios!, pensó _____, con el corazón latiendo como loco en su pecho, Tengo que abrir los ojos y largarme de aquí. ¡Largarme de aquí antes que termine de sacarse esos grilletes y yo no pueda correr más rápido que él!

"Me preguntaba cuándo despertarías", murmuró una voz masculina. El ruido de metal golpeando contra un piso de madera estrelló inmediatamente todas sus esperanzas de correr más rápido que él. Se había sacado los grilletes. "Ya podrías abrir los ojos. Sé que estás despierta".

El nudo en su vientre se hizo más tirante. Sus senos subían y bajaban con su respiración dificultosa. No quería abrir los ojos. Ay, cielos, ver al dueño de la voz baja pero dominante haría parecer demasiado real a esta pesadilla.

Pero es real. Es real y mejor que te hagas cargo. Piensa en una forma de escapar de él, _____. ¡Por una vez en tus patéticos veinte y cuatro años, usa tu maldito cerebro!

Desafortunadamente, su cerebro y su sistema nervioso estaban sintiendo las afecciones de demasiada realidad. La realidad era que la habían secuestrado; no había forma de que un convicto en fuga la deje ir así como así. La realidad también dictaba que el extraño no estuvo preso por un crimen menor como una infracción de tránsito. Nadie se molestaría en escapar de la cárcel si su falta fuera menor y tuviera derecho a la libertad condicional en unos pocos meses.

Su respiración se volvió más pesada al analizar las posibilidades. Sólo podía esperar que fuera un delito administrativo, aunque fuera uno serio. La idea de ser secuestrada por un malversador de fondos era mucho más digerible que muchas otras situaciones que le machacaban la cabeza.
Incendio provocado. Tráfico de drogas. Asesinato...

El ruido de pasos que se acercaban la dejó sin aliento. Sus ojos marrón oscuro se abrieron rápidamente y chocaron con otros negros, intensos y horrorosamente familiares. Ella se paralizó.

"Ay, Dios mío", susurró _____, sus ojos intensos y brillantes como lunas llenas. Ella conocía esa cara. Todos en Goyang conocían esa cara. Hasta el estado entero la vio plasmada en todos los noticieros.

El extraño que asomaba amenazadoramente sobre ella, el que se veía más siniestro a cada minuto, no era ningún extraño. No exactamente. Lo reconoció sin problemas. Hasta sabía su nombre.

"Usted es Kim Namjoon", susurró, con la voz que se le atoraba en el fondo de la garganta. Tragó saliva al darse cuenta, tan pronto como las palabras salieron trastabillando de su boca, que hubiera sido más atinado simular que no tenía idea de quién era.

Esos ojos suyos, intensos y sombríos, pasaron por su cara, luego bajaron hacia su pecho jadeante. De repente recordó por qué era que lo habían condenado, por qué lo estaban buscando. No era por malversación de fondos, o tráfico de drogas, o incluso asesinato, aunque todos parecían delitos preferibles en ese momento.

El hombre alto y musculoso que ahora tenía todo el poder sobre ella era lo que la policía de Gyeonggi llamaba un predador sexual, pensó _____ aterrorizada, sintiéndose como si fuera a desmayarse por segunda vez. Era un violador serial, sádico...

Su cabello color marrón oscuro apareció lentamente. El corte rapado de su cabello le daba un aspecto rígido, impiadoso. El tatuaje de letras que rodeaba su brazo cubierto de venas le agregaba un toque más amenazador a toda la situación. Era alto, muy musculoso, y de aspecto severo.

Su mirada oscura indescifrable rastrilló sus senos nuevamente antes de pasar rápidamente a su cara otra vez.

Ay, Dios, pensó _____, con la respiración tan pesada que ya sabía que estaba cerca del desmayo. Su peor pesadilla se había vuelto escalofriantemente real.

Había sido secuestrada, no tenía dudas, desaparecida sin rastro alguno para el mundo exterior. Nunca se iría de aquí sin ser tocada, quizás ni siquiera viva. Kim Namjoon era un violador serial y mucho más fuerte más que _____. Era un violador serial que no pudo tocar una mujer en más de tres años; no hasta ahora, no hasta que se escapó.

La mirada horrorizada de _____ chocó con la temible mirada de él. Recordó el más reciente informe del noticiero que vio sobre él, el que afirmaba que sus dos últimas víctimas habían sido encontradas acuchilladas brutalmente y abandonadas a su muerte.

Era un asesino también. Un violador y un asesino. La ironía de que iba a morir porque alguien dejó de poner carteles que señalizaran el desvío con precisión no se le pasó por alto.

"¿Qu-Qué va a hacer conmigo?", susurró.




Desaparecidos [ Kim Namjoon y tú] +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora