Levantarse cada mañana para ir a clase, era en resumidas palabras una pesadilla para Beth.
Sobre todo desde que su vida había sufrido ese cambio tan grande.
¿A qué persona le entra en la cabeza, obligar a su hija a ir a clase, cuando faltan tan poco para que finalice , el curso?
Si lo que va a hacer es repetir, no le queda otra, este año, a la selectividad no se va a presentar y eso lo tiene muy claro.
-Beth, despierta .
- Ya estaba despierta, solo que no tengo ganas de levantarme.
-Al final llegaras tarde a clase.
- ¿Y....?
-Y no debes llegar tarde.
-que gilipollez, en serio, muchas veces pienso que sois tontos.
-Beth, creía que el tema ya estaba mas que hablado.
-si, ya ya, venga, ahora me visto y esas cosas.
Mary salió del cuarto de su hija a disgustos ,como siempre, no había nada que le dijera que no le molestará, siempre la acababa hiriendo con sus palabras, con su desprecio, a medida que pasaba el tiempo, Beth parecía quererla menos.
Siempre tenía estos pensamientos rondándole por la cabeza, cada día estaba mas apenada, mas decepcionada consigo misma , por no ser una buena madre, por no dar lo que esperan de ella.
Ya ni los antidepresivos la sacaban de su espiral de malestar.
Le preparo el desayuno a Beth, aun a pesar de que sabia ,que esta no se lo iba a comer.
Después de ponerse los mismos pitillos que se ponía siempre, esos azules, con el corte que sobrepasaba un poco la cintura, así un poco retros, se puso la primera camiseta que encontró y se abrocho las zapatillas.
Se cepilló su pelo rubio anaranjado y se lo recogió en una trenza de espiga, se miro sus enormes ojos en el espejo y como cada día, se apeno de tener esas ojeras, las cuales la atormentaba desde hacía ya tres meses.
Bajó las escaleras y se dirigió a la puerta para salir e irse. Pero apareció Mary y le dio el desayuno.
-Cómetelo por el camino ¿no?
-No tengo hambre.
-Beth
Lanzó un suspiro y lo cogió desganada, no quería perder el bus y que Richard la tuviera que llevar otra vez.
Odiaba ir a clase, pero si tenía que ir prefería ir sola .
Se sentó donde siempre y empezó a mirar por la ventana.
Así paso las cuatro primeras horas , hasta que algo le llamo la atención.
Tenía filosofía, pero Peter, su profesor desde hacía dos años no estaba, en su lugar había un apuesto ventiañero que parecía estar apunto de empezar la clase.
-Buenos días chicos, soy Norman Vander Prett , vuestro profesor hasta que Peter se recupere.
Lo alumnos respondieron al unísono un hola , Beth se mantuvo al margen.
Prefería mirar el patio, ver a los peques jugar, a pensar que su hermano habría estado allí, como un niño mas y que habría sido muy feliz.
Ahora sólo podía añorar momentos y sentir nostalgia.
Cuanto más abstraída se encontraba, se le acercó el profesor y le pregunto algo, Beth no había notado su presencia hasta que no hubo pasado 1 segundo, no sabia que decir o hacer, así que se quedo quieta, mirándolo , sin ser capaz de apartarle la mirada, en ese momento se fijo en los ojos tan bonitos que tenía su profesor, los colores eran espectaculares, y la profundidad de su mirada era increíble, no llegaban a ser verdes, ni marrones, ni azules, si no una pequeña mezcla de todo, la cual te sumía en un mar, si sus ojos eran como el mar.
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Muy muy lejano.
EspiritualLa soledad más inmensa la invadió tras la muerte de su querido hermano, dejo de ser la misma, perdió la alegría, perdió la fe en todo acto humano, hasta que lo conoció a èl y se metió en un mundo del que ya no tenía la opción de salir.