Capítulo 5: ¡No te sonrojes!

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Hay ocasiones que la vida simula ir en una línea recta, nada interesante, ningún problema, o eso se cree hasta que llega de la nada algo ¡Y boom! Lo modifica

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Hay ocasiones que la vida simula ir en una línea recta, nada interesante, ningún problema, o eso se cree hasta que llega de la nada algo ¡Y boom! Lo modifica. Como el meteorito que extinguió en su mayoría a los dinosaurios.

El mismo meteorito que deseo que evapore mi presencia en este preciso momento.

¿Por qué?

Creo que es mucho más complejo de lo pensado. Es la primera vez que me siento tan vulnerable.

Mi mente tiene un incendio, una lucha entre el razonamiento y la acción, sin embargo no hay acuerdo porque justo ahora me encuentro paralizada, observando a John del otro lado.

Ya me he comenzado a gritar mentalmente:

«¿Qué hago?
¡¿Qué hago?!
¡Deseo el poder de la invisibilidad!»

De verdad siento el tiempo transcurrir de manera lenta, pero no es nada romántico, sino ridículamente vergonzoso.

Noto que lleva puesto un pantalón oscuro con una camiseta verde militar que remarca sus trabajados abdominales, su oscuro cabello alborotado. Da la impresión que acaba de llegar ¡Y eso es lo que justamente espero!

Nuestras miradas se encuentran por corto tiempo, sus ojos azules transmiten una chispa de picardía.

—¡Oye!—reclamo desde mi ventana cuando finalmente saco voz—, ¿No tienes nada mejor que hacer acaso?—Siento la presión en mi entrecejo al fruncirlo.

Se toma un momento para pensar antes de responder:

—La verdad es que no. Yo Prefiero lo que veo—Me recorre con la vista—, Lo que oculta el uniforme ¿No?—Las comisuras de sus labios se ensanchan formando una sonrisa jocosa.

¡Oh, mierda!

Bajo la mirada.

Repentinamente mi ganas de decirle algo fueron más grandes que mi razonamiento. En ese instante comprendo que ¡Él me está viendo en ropa interior!

«Que pena, que pena»

Poco a poco siento mi cara calentarse.

«Oh ¡No, no,no,no! ¡No te sonrojes Thali por favor!–Suplico mentalmente»

Muy tarde ya mis mejillas seguramente se han tornado más rosadas de lo normal.

Rápidamente mi mano que treme jala de la cortina clara y me cubro con la misma. Se siente como si hubiese pasado una eternidad cuando en realidad esto ocurrió en unos pocos segundos.

—¡Eres un morboso!—Grito enojada aunque mi tono de voz salió algo chillona y casi fallante.

Niega con diversión.

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