[2] Él es todo un personaje

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-Dios... -Murmuró y sin vacilar lanzó la tapa lejos para subirse sobre el cuerpo del joven y comprobar sus signos vitales. Lo primero que hizo fue acercar su oído al pecho del ajeno y, cerrando sus ojos, trató de oír los latidos de su corazón- Por favor, late -Suplicó en un leve murmullo. Tras unos segundos, que para Atsushi fueron los más largos de su vida, pudo sentir unos débiles latidos.

-Está vivo -Suspiró aliviado y se bajó de la embarcación de emergencia. Primero debo arrastrar esta cosa a la orilla y luego, llevarlo a mi casa para poder tratarlo. Pensó mientras jalaba la "caja" para llevarla a la orilla. Una vez varada, volvió a subirse para tomar el cuerpo del joven, sorprendiéndose de lo liviano que era. Con mucho cuidado de no enterrar más esa cosa que atravesaba su costado, lo cargó en su espalda y comenzó el difícil retorno a su hogar.

Usualmente, cruzar aquel trayecto demoraba media hora a lo sumo, pero el tiempo se triplicó al tener que cargar a Akutagawa en su espalda. Dicha demora se justificó al ser sumamente complejo sortear el oscuro, húmedo, resbaloso y pedregoso primer tramo del camino -correspondiendo al interior de la cueva-. Sumada la inhóspita selva que le esperaba no bien salía de la cueva.

Una vez en su hogar, Atsushi depositó con sumo cuidado al mafioso sobre su cama, compuesta de un colchón fabricado de lana de oveja y seda. Luego, buscó por toda su casa los objetos y medicamentos que necesitaría para curar al mafioso. Mientras realizaba la colecta, mordía su labio inferior y le lanzaba una o que otra mirada furtiva al ajeno, temiendo dejar de observar ese casi imperceptible movimiento de vaivén en su pecho, que indicaba que seguía vivo.

-Bien... creo que tengo todo -Se acercó al cuerpo de Akutagawa y mientras se quitaba su túnica, respiró profundo, prometiéndose que haría todo lo posible por salvarlo.

Luego de realizar la limpieza y extracción de aquel trozo metálico, Nakajima se enfrentó a otro grave problema: la fiebre que comenzaba a apoderarse del débil cuerpo de Akutagawa. Maldiciendo, corrió hacia su baño para traer una vasija de agua fría y así,  empapar telas que había obtenido al rasgar su ropa de cama limpias. Puso varios en el cuerpo del mafioso, una en su frente, cubriéndoles los ojos; otra en su estómago y la restante, bajo su espalda. 

Con eso debe bastar hasta que pueda cerrar su herida.... Pensó y se apresuró a buscar aquel frasco con hormigas que había capturado hace unos días. Dichos insectos eran perfectos para realizar suturas naturales pues, mordían la piel al ser molestadas y a pesar de ser decapitadas, éstas no dejaban de hacer presión hasta que la piel se juntase, provocando naturalmente su caída al cerrarse la herida.

-Espero que no duela demasiado -Murmuró mirando al chico que trataba y se acercó a mirar la herida que más preocupación le causaba. - Tuviste suerte, estuvo a punto de rozarte el hígado. -Musitó como si el atendido lo escuchase y miró las suturas que había realizado en su interior. Menos mal que aprendí a operar, pensó y limpiando los alrededores de la herida, comenzó el trabajo con las hormigas. Necesitó de 15 para unir su piel.

Una vez que terminó, contento con el trabajo que acababa de realizar, su concentración cambió de objetivo: ahora debía preocuparse de la fiebre de su paciente. Cambió sus paños y luego, fue a su "cocina" a preparar una mezcla de hierbas que ayudarían a bajar su temperatura, agradeciendo mentalmente el tener su alacena llena de todo lo que en este momento necesitaba.

Al momento de tenerla lista, se acercó y le miró. - Permiso... -Musitó extrañamente avergonzado y untó los labios del mafioso con aquella  pasta verdosa, recién preparada, que ayudaría a menguar su fiebre.

Ryunosuke no despertó hasta dos días más tarde, cuando un molesto rayo de sol alumbraba su rostro. Por ello, frunció su ceño y abrió lentamente sus ojos, al sentir sus párpados hinchados y pesados. Lo primero que logró divisar, una vez que su vista enfocó, fue una especie de techo completamente blanco que parecía de ¿Yeso?

¿Mi libertad? Tú.Where stories live. Discover now