[3] ¿Veneno?

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Los sentidos de Akutagawa comenzaron a despertar lentamente. Lo primero que sintió fue una fatiga general en todo su cuerpo, sus músculos hormigueaban debido a una ligera hipoxia (bajo nivel de oxígeno) al no tener movimiento, encontrarse acalambrados. Luego, sintió un ligero ardor en su costado derecho y un agrio sabor en sus labios. Este último, comenzó a acentuarse a medida que recuperaba su consciencia. En consecuencia, y más bien por instinto, se llevó rápidamente dos de sus dedos a su boca para darse cuenta que tenía una sustancia pegajosa en sus labios.

¿Veneno? Pensó mientras intentaba incorporarse, provocando que los paños que había en su cabeza resbalasen, cubriéndole el rostro. Akutagawa rápidamente entró en alerta y se los quitó mirando a su alrededor esperando a que él o la responsable de envenenarlo terminase su trabajo.

Fue cuando sus miradas se cruzaron. 

Ahí estaba nuevamente el extraño albino sujetando una especie de fuente entre sus manos. A pesar de ser recibido con una gélida y desconfiada mirada, Atsushi sonrió. ¿La razón?él estaba despierto.

-¡Despertaste! -Exclamó alegre mientras dejaba la fuente sobre una gran roca ovalada ubicada al centro de la habitación, la cual al ser plana en su superficie  cumplía la función de mesa. - ¿Cómo te sientes?

Akutagawa frunció su ceño. – Me envenenaste. -Acusó mirando con desconfianza, al contrario.

-¿Eh? -El angelical rostro ajeno fue apoderado por genuina duda. Aquello solo irritó aún más al mafioso.

-No te hagas el imbécil. Explícate ¿Qué fue lo que pusiste en mi boca?

Atsushi aún desconcertado miró los labios de Akutagawa y comenzó a reír, pero se detuvo al sentir la mirada asesina que le propinaba el pelinegro. - Es medicina. -Explicó y previendo que el otro no iba a creerle, se acercó para quitarle un poco de sus dedos y embetunarse sus propios labios. - ¿Ves? Es inofensiva.

Ryunosuke no salía de su asombro ni menguaba su desconfianza. Qué chico más extraño... pero bueno, si se puso esta misma cosa en sus labios, dudo que sea venenosa. Razonó. – Sabe horrible.

Atsushi volvió a reír y le miró. – Pero ¡Claro! Es medicina ¿Acaso has probado alguna que si sabe bien?

Akutagawa quiso refutar a aquel punto, pero no pudo. Aquello lo irritó un poco y desvió la mirada para limpiar sus manos en el paño que se había caído de su frente - ¿Y cuál es su función?

-Bajar la fiebre.

El mafioso le miró intrigado - ¿Fiebre?

-Si, anoche deliraste bastante. -Explicó calmadamente el albino mientras se encaminaba a la mesa para tomar nuevamente la fuente. Se acercó a la cama donde yacía Akutagawa y arrebatándole la tela de sus manos, la sumergió en el agua cristalina y helada, para luego estrujarla y así, ofrecérsela al contrario. - Ten, límpiate.

Akutagawa miró con detenimiento la mano ajena y luego, elevó su vista hacia el rostro del albino. Fue en ese momento cuando lo notó: aparte de esa mirada extraña de genuina preocupación y curiosidad sobre su persona, unas bolsas negras adornaban sus ojos bicolores. Denotando el cansancio físico y la privación de sueño que el albino trataba de ocultar con buen humor y con esa estúpida pero, según el mafioso,  bella sonrisa.   ¿Hace cuanto no duerme? Se cuestionó y de pronto sus palabras resonaron en su cabeza "anoche deliraste bastante", ¿Acaso se ha quedado en vela cuidándome? Una extraña sensación nostálgica revolvió su estómago. Pues, no recordaba cuándo fue la última vez que alguien le había cuidado tanto o le miraba de esa forma: sin odio, repudio o ganas de matarlo.

¿Mi libertad? Tú.Where stories live. Discover now