Noche en Lupin

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Tras un largo y no muy silencioso camino llegamos a aquel bar, el Lupin. Hacía años que no venía a este local.

"¿Cuándo fue la última vez que pisé estas maderas?"

Sea como fuere, la maldita voz de Chuuya me sacó de mis pensamientos. El enano era un enamorado del alcohol, concretamente del vino. Si había alguna manera de que me perdonase era esta sin duda... Aunque... ¿por qué necesitaba su perdón? No había caído en ello hasta este mismo instante. Realmente le odio, es el maldito que siempre pisa mis talones en todo lo relacionado a mi carrera. No obstante... mi propia conciencia no me permitía ignorar su enfado...

De cualquier manera, ambos nos dirigimos a la barra para pedir. Él tomó una de sus tan adoradas bebidas y por mi parte sake.

Una vez sentados retomamos la conversación. Desde que salimos de "Stray Dogs" no nos habíamos vuelto a comunicar como tal, sino a través de miradas. Chuuya todavía estaba un poco molesto, pero intentaba disimularlo. Por el contrario, yo traté de no enojarle en exceso, me era imposible no bromear aunque fuese un poco. Si bien no le agradaba, se conformó, pues no alzó la voz en todo el trayecto.
Honestamente esperaba que me reprochara algo, aun si era la nimiedad más imperceptible.

- Chuuya, - dije para romper el silencio, llamando así su atención. - disculpa... de nuevo por lo de antes...

Casi al finalizar tomó la copa y, tras dar un pequeño trago, sin mirarme todavía a la cara, me respondió de una vez por todas.

- Está... bien. Pero Dazai... Momia bastarda, deja ya de pedir perdón... - se volvió hacia el lado opuesto al que yo me hallaba - no es propio de ti... Es extraño... Da un poco de... pena.

- Estúpido perchero... encima que trato de esforzarme... - le dediqué en un tono suave y algo bajo. Asimismo posé una de mis manos dando pequeños golpecitos sobre su cabeza, la cual estaba, cómo no, adornada con un horrible sombrero. - ¿Sabes, Chuuya? Después de todos los años que hemos pasado estudiando dramatización juntos puedo afirmarte que has mejorado notoriamente... - Pocas eran las veces que elogiaba a Chuuya, y mucho menos sobre su talento como actor. Mis palabras le sacaron un sonrojo e incluso podía percibir sus ojos azul zafiro brillar levemente - Ojalá pudiese decir lo mismo de tu sentido de la moda, especialmente... con los sombreros. Todavía no sé qué haces para encontrar tiendas en las cuales vendan tales adefesios.

Nada más terminar de hablar su expresión cambió drásticamente. Si había algo que Chuuya amase a casi nivel del vino eran los sombreros que siempre traía. La vena de su frente se hinchó y con su áspera voz de enojo volvió a ser el Chuuya rabioso que era.

- ¡Y yo no sé en que estúpida tienda pueden vender tantos kilos de vendajes! - sentenció, al tiempo que se terminó la copa.

Al momento llamó al hombre tras la barra para pedir otra. Si bien era yo quien pagaría en esta ocasión el dinero era lo menos relevante para mí. La diversión que un Chuuya ebrio me podría ofrecer no era ni comparable. Cuando el enano bebe, de vuelve realmente risible. No articula bien ninguna palabra - como es lógico - y siquiera sus insultos tienen coherencia alguna. A veces incluso se olvida de que estoy ahí, contándome todas sus penas como si fuera alguien ajeno. Lo mejor es, en esas ocasiones, el hecho de que suele criticar abiertamente a mi persona. En definitiva, Chuuya, al emborracharse, se vuelve completamente sincero.

Continuó bebiendo. Varias veces me miraba, parecía que se disponía a decirme algo, para luego dirigir sus ojos a la dirección opuesta a donde me hallaba.

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