-Capítulo 3. Cuanto tiempo, hermano.-

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Comenzó a andar, aún con una sonrisa en su rostro.

Puso una canción en la radio, que identifiqué rápidamente: Bad guy de Billie Eilish.

Sonreí. Él comenzó a tararearla.

-Jamás pensé que te gustaría Billie Eilish.- le dije, a través de la música.

-Bueno pues... ¡Sorpresa!- rió. Y yo le seguí. Se puso a tararear la canción durante todo el camino, y yo me dediqué a admirarlo. Se veía totalmente dulce, mientras cantaba. Nada en comparación al chico frío que había conocido en clase.

Llegamos justo cuando la canción acababa el ritmo movido.

-Gracias Sombrerero.

Le sonreí antes de abrir la puerta. Él asintió y me dedicó una sonrisa ladina.

Abrí la puerta del auto y bajé. Él también bajó y yo fruncí el ceño.

Fué a la cajuela y la abrió, sacando de ahí a mi diablito.

¿Podría dejar de olvidar mi diablito?

Nop, no lo creo.

Lo dejó en el suelo, caminé hacia él y agarré mi diablito, me sonrió como despedida y cerró la cajuela, caminó hacia la puerta del piloto y se metió, cerrando la puerta tras él. Arrancó y se fué.

Yo me alejé, con una sonrisa en el rostro, caminé hacia mi puerta y busqué las llaves en mi bolsillo.

¿Dónde están las llaves?

No las encontraba... ¡Mierda! Las olvidé en el auto de Elaia. Oh dios.... Bueno, al menos mi madre no se enterará porque nunca está aquí.

Saqué un pasador que siempre guardo en mi mochila, por si acaso. Lo doblé de forma que pudiera entrar en la cerradura. Yo ya tenía práctica en esto, gracias a que Dylan alias: Edgar -apodo que le pusieron en la escuela, por tener una mente parecida a la de Edgar Allan Poe.- (mi mejor amigo) me enseñó.

Flashback de hace dos años.

Salí a escondidas del salón, dando grititos de emoción.

Corrí al cuarto de limpieza y entré, esperé durante tres minutos a mi mejor amigo: Allan Dylan Günther. Sí, mi mejor amigo es originario de Alemania.

Entró al cuarto de limpieza, por los ductos de ventilación. Bajó y cayó silenciosamente. Jamás podré comprender cómo le hace para ser tan cauteloso, casi como un gato.

Me tomé mi tiempo para admirar su atuendo.

Él era de esos tipos guapos, pero a la vez nerds; Cabello color caoba, ojos color miel, cejas tupídas, hombros anchos, altura incomprensiblemente exagerada, labios carnosos; siempre húmedos y de color rosa, color de piel blanco como el papel.

Hoy estaba vestido con el uniforme obligatorio; pantalón negro, corbata negra, zapatos de punta negros, y una camisa manga larga blanca. (Para las niñas es la falda negra, que llegaba cuatro dedos arriba de la rodilla, y camisa manga larga blanca, corbata negra, zapatos negros con tacón y moño negro). Solo que él, como muestra de rebeldía, se desabrochó los tres primeros botones de la camisa.

Uff, que malote.

-Vamos, ahora.- me dijo, con su suave voz aterciopelada. Asentí y le indiqué con la mirada que se bajara a mis pies, para poder subir por donde él llegó.

FUEGO DE UN AMOR [FUA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora