-Capítulo 5. ¡Sorpresa!-

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Odio química.

Ya era la última hora: química. Mi peor enemiga.

Nos habían puesto a mezclar algunas sustancias químicas, tratando de experimentar correctamente.

Elaia se encontraba a mi lado... Sí, él me había tocado de compañero de mesa. Faltaban tan solo cinco minutos para la salida y yo ya me había hartado.

—Creo que es esta— dijo Elaia, viendo con curiosidad el frasco enfrente de nosotros.

Lo abrió y lo echó todo en el otro frasco.

En ese momento empezó a salir humo de la mezcla, demasiado a decir verdad.

—Oh, demonios.— susurró.

Agarró el frasco donde estaba la sustancia peligrosa, lo alzó y lo analizó. Se acomodó los lentes de protección y volvió a dejar el frasco en la mesa. Que bueno que nadie nos estaba viendo. Y por el sonido de los tambores fuera de la escuela, tampoco nos oían. Si, había un desfile fuera de la escuela.

El frasco, al tocar la mesa, explotó. El humo se expandió por todo el pequeño laboratorio, haciendo difícil poder ver. Los guantes de Elaia se llenaron del líquido y comenzaron a deshacerse, se los quitó rápidamente y trató de buscarme, pero el humo ya no le permitía hacerlo.

A tientas buscó mi mano, cuando la encontró me tomó de ella y me jaló en dirección a la puerta. Sin poder ver nada, escuché como el profesor Robinson gritaba:

—Salgan del salón, ordenadamente. Salgan del aula, ¡ahora!

Elaia y yo corrimos hacia la salida, chocando con algunos alumnos. Estando afuera, con todos exaltados y buscando culpables, nos miramos a los ojos. Me soltó la mano y hasta ese momento me di cuenta de que su mano había estado con la mía, y eso me causó algo en el estómago, que me encantaría no mencionar.

— No digas nada, yo me encargo. —me susurró.

El profesor salió y nos empezó a contar, revisando si faltaba alguien. Cuando acabó, suspiró y frunció demasiado el ceño.

— ¿Quién ha sido? —preguntó, alzando la voz.

— Yo ví a Paul mezclando sustancias peligrosas, de las que sale humo. —dijo una chica, levantando la mano y señalando a un chico: un poco alto de estatura, ojos miel y con cabello negro; con algunos mechones de color verde. Me recordó de cierto modo a Dylan...

Fruncí el ceño y negué lentamente con la cabeza, mirando discretamente a Elaia. Él me devolvió la mirada y negó con la cabeza.

— Sí, estoy seguro de que fué él, profesor. —agregó otro chico.

— No fuí yo. —la voz suave y clara de Paul, invadió el momento, defendiendose.

El profesor lo pensó por un momento.

Después dirigió su mirada de Paul a Elaia y a mi.

Oh, Dios. Que no sospeche nada, por favor.

— ¿Usted qué cree, señorita Jones? —me miró directamente, con duda en la mirada.

— Yo... no estoy segura, no puedo juzgar si no sé lo que en realidad pasó.

Bien. Respuesta correcta.

Me alenté a mi misma y me di una palmadita en el hombro mentalmente. Paul me miró y sonrió agradecido. Yo le devolví la sonrisa y me encogí de hombros.

Pasaron algunos segundos de expectativa, todos mirándose unos a otros, excepto Elaia y yo, que sabíamos qué había pasado.

— Fuí yo. —su voz ronca y profunda invadió el pasillo.

FUEGO DE UN AMOR [FUA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora