Después de que terminase el partido:
Todos volvieron a la tienda, y después de estar media hora allí, empezaron a oír gritos fuera.
-El Guadajalara es el mejor-dijo Ollie.
-Guadalajara-corrigió Ñoño.
-Y yo qué dije?-
-Guadajalara-
-Y cómo es?-
-Guadalajara-
-Y yo qué dije?-
-Guadajalara-dijo Ñoño mientras suspiraba.
-Y cómo es?-
-Ah, ya cállate, cállate, cállate, que me desespeeeeraaaas!!-exclamó Quico.
-Pero es que no me tienes paciencia-contestó Ollie.
-Claro que no-dijo Quico.
-Callaros ya, y vamos a hacer una guerra de almohadas!-dijo Jey.
-Sí!!-contestaron todos.
-Venga, coged todos una almohada-siguió Jimmy.Todos los niños, empezaron a pelearse con las almohadas. Y al cabo de unos segundos, los gemelos se unieron también.
-No será peligroso?-preguntó doña Florinda.
-Tranquila, doña Florinda-contestó Clotilde.
-Sí, tienen que divertirse un poco-añadió Gloria.Y los gritos de afuera, seguían. Y sin decir nada, el señor Barriga salió a ver qué era lo que sucedía.
-Vaya jaleo que están montando los aficionados del América-dijo Ramón.
-Coincido con usted, don Ramón-contestó el profesor.
-Llevan toda la noche así-añadió Jaimito.En ese momento, el señor Barriga entró corriendo.
-Parad y dejad todo! No son los del América! Tenemos que irnos de aquí!!! Rápido-dijo el señor Barriga.
Al salir de la tienda, había gente muerta en el suelo, y se oían un montón de disparos.
-Jimmy, Jey! Paty y Ñoño son vuestra responsabilidad. No los perdáis-explicó Gloria.
-De acuerdo-contestaron a la par.
-Volver todos a la caravana y permaneced juntos. Si nos separamos, esperad allí-dijo el profesor.Todos empezaron a correr como unos pollos sin cabeza, pero Quico fue disparado en la pierna y cayó al suelo.
-Ayuda!-gritó Quico.
Pero el único que le escuchó fue Ollie. Que vino corriendo, a ayudarle a levantarse.
-Vamos, Quico. Voy a sacarte de aquí...-dijo mientras le apoyaba el brazo en su hombro.
-Chavo!-gritó la Popis mientras corría hacia él-Te voy a ayudar-Los disparos cada vez se oían más cerca, y todos los demás se habían esfumado. Solo quedaban ellos 3, y toda la multitud que huían de los disparos.
-Vamos. Allí está la caravana. Sólo un poco más, vamos-decía Ollie mientras ayudaba a la Popis a Quico.
Llegaron a la caravana, y tumbaron a Quico en una cama. Nadie había vuelto a la camioneta. Se habían quedado solos.
3 horas más tarde...
Ollie estaba de pie mirando por la ventana. Quico tenía mejor la pierna, pero aún así seguía tumbado en la cama. La Popis estaba sentada al lado de él, y ambos miraban preocupados a Ollie.
Salieron de la caravana, y vieron un avión a lo lejos. Tenía las letras "G" y "A" graffiteadas en el portaaviones.-Chavo, no estamos solos-dijo Quico.
Entonces, los 3 se pusieron espalda contra espalda, y al cabo de unos segundos, 5 soldados les dispararon. Todos los disparos fallaron, y de pronto, aparecieron todos los miembros de la vecindad.
-Mi hijo!!!-gritó doña Florinda.
-Chavo, Popis, Quico! Estáis bien?-preguntó el profesor.
-Os hemos buscado por todas partes-añadió Hannes.
-Estábamos en su camioneta, Jaimito-dijo la Popis.
-Maldita sea, os debistéis de quedar atrás-pensó Jaimito.
-Las manos donde pueda verlas!-dijo un soldado.
-Pero qué hace?-quiso saber don Ramón.
-Han sido descubiertos en la escena del crimen-siguió otro soldado.
-Crimen?-preguntó Ollie.
-Señor, son críos!!!-exigió el señor Barriga.
-Qué crimen?-volvió a preguntar Ollie.En ese momento, la Chilindrina se acercó a él.
-Es él. El que mató a tus padres. El presidente de Estados Unidos-explicó ella.
-Giorgo-pensó Ollie en voz alta.
-Entonces, los de está noche, los de los disparos... Son de los suyos, no? Sus secuaces-dijo Quico.
-Sí-asintió Édgar.
-Venid con nosotros-dijo un soldado.
Los soldados les llevó con ellos a una especie de búnker.
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(Primera saga, cuarto libro) El Chavo del 8 y la guerra mexicana pt.1
Short StoryLa batalla entre México y Estados Unidos finalmente llegó. Hay muertos por toda la calle, las apuestas nunca han estado tan altas y no hay nadie que esté a salvo. Pero es nuestro Chavo el que debe hacer su último sacrificio para verse las caras con...