CAPITULO 1

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Solo tenía dos alternativas: Quedarme aquí en Quebec junto con mi miserable vida o viajar a Francia y participar en aquel concurso de escritores de libros, ganarlo, volverme famosa y demostrarle a mi antiguo jefe que una reportera puede ser más que eso. Una reportera.
Por alguna u otra razón tenía que decidir antes de que mis padres regresaran a casa e insistieran nuevamente en que me quedase, ambos ya eran viejos y no sabrían seguir sosteniéndome a mis 23 años, por algo me habían dado una profesión ¿no?.
Mi padre era un exmaestro pensionado y mi madre una enfermera que trabajaba de vez en cuando cuidando a un vecino de 80 años y yo... Yo era una chica recién despedida de su trabajo por el simple hecho de no haber estructurado un "buen chisme". En fin, sino no hubiera sido por mi compañero de trabajo jamás me hubiera enterado del concurso de escritores, el entendía perfectamente que amaba escribir, aunque no fuera tan buena; anhelaba publicar un libro. Empero a ello ahora estaba en un soliloquio donde tenía que dirimir mi pequeño gran problema.

- ¡Avanna ábrenos por favor! - escuche gritar a mi madre desde afuera. Finalmente habían llegado mis padres del supermercado era hora de revelarles mi decisión.

Al cabo de un rato de ordenar todo el mercado en la vieja alacena de mamá finalmente hable con un leve miedo a retractarme. Era ahora o nunca.

-Me iré a Francia -hable velozmente pudiendo notar en mi voz un ligero tono de nervios.
Mi padre que se encontraba sentado leyendo una revista de artículos en oferta la retiro con un movimiento rápido de su vista, observándome con su profunda mirada que la cubrían sus grandes gafas. En cambio, mi madre dejo caer un vaso que anteriormente estaba repleto de jugo de uva.

-Me mudare a Francia -volví a repetirlo, esta vez lo dije con seguridad y sin temor alguno.

-Te oímos perfectamente Avanna -respondió la mujer que me había dado la vida- ¿Dónde vivirás? -pregunto con su mano sosteniéndole en la cadera y la otra tomando la mesa.

-Esta tarde estuve investigando en distintos lugares y descubrí una casa en Giverny-

Giverny era un pueblo al noreste de Francia en la antigua provincia de Normandía, reconocido por sus pintores famosos, dedicado a la historia del impresionismo y la colonia artística- esta más o menos a 1 hora del centro en auto- Lenni me había dado esta misma tarde un par de catálogos y folletos, para que se me hiciera más fácil encontrar una casa.

- ¿Avanna tú crees que podrás sostenerte sola?! Aun te tengo que despertar por las mañanas¡!Te lavo la ropa¡!Cuido de ti cuando te enfermas¡!Mejor dicho no puedes hacer nada ¡- estaba furiosa, lo sabía, se le veía en sus ojos y en la forma de como aferraba las manos a la mesa.

- ¡Mamá basta! -me miro con los ojos abiertos por haberle levantado la voz

- Lo siento - Me frote la frente con la palma de la mano, di un par de pasos y la mire a los ojos -Mamá ya no soy una niña, se... sé muy bien que haces todo eso y más, te lo agradezco, pero ya es momento de dejar esta casa, es hora de volverme independiente.

-Se que ya no eres una niña de 8 años, y asimismo sé que algún día tenías que irte de esta casa, sin embargo... -miro por segundos la ventana que estaba frente al fregadero- no pensé que fuese tan pronto -regreso la mirada a mi padre y se sentó a su lado, él no articulaba palabra solo  estudiaba la escena de pelea entre mi madre y yo.

-Entiéndelo por favor - hable con un tono de compasión, cruzo los brazos y desvió su mirada de la mía- Mamá no es justo que te pongas así.

- ¿Porque no lo es? acaso no tendría que hacerlo, acaso no soy tu madre para comportarme así.

- ¡No es justo! por el simple hecho de que cuando Sophie se fue de la casa tú no te molestaste o cuando Noah por igual.

-Sophie ya tenía un trabajo estable y Noah se fue por su esposa e hijos.

Ambas sabíamos que Sophie no había huido de casa por trabajo, ya que encontramos unas pruebas de laboratorio y dimos a la conclusión de que el motivo nunca fue el traslado.

-!La diferencia de Sophie y yo es que, YO si me voy por trabajo mamá!- suspire. Me acomode en un banco que se encontraba a un lado de la isla.
Mi madre dejo el tema de mi hermana a un lado y volvió hablar.

-Un trabajo que no tienes al cien por ciento ganado- era cierto no lo tenía ganado porque ni con historia contaba.

-Es suficiente, me voy a ir y te lo estoy afirmando no preguntando - me levante vertiginosamente, tome una manzana del frutero y me fui sin más que decir-buenas noches.

Cada persona es libre de vivir como a ella más le guste, con locuras, con cambios, si para ella es perfecta ¿no se supone que se tiene que apoyar? Era injusto que me hiciera esto, cuando mis hermanos se fueron ella los felicito en cambio a mi casi me mata con su furia.
Me encontraba acostada boca abajo, tratando de controlar mis ganas de llorar, cuando mi padre se asomó por la puerta.

-Toc-toc -dijo son su típica sonrisa- puedo pasar.
Me coloque en el extremo de la cama, con las piernas cruzadas y él se sentó a mi lado.

- ¿Porque es así papá? ¿Porque es tan egoísta? -recosté mi cabeza sobre su hombro y esta vez no pude contener más las lágrimas.

-Amor...tu madre no quiere que te vayas porque no quiere admitir que ya no eres una niña - respondió.

- ¿Tú quieres que me vaya? -Levante la vista en su dirección.

-Ningún padre sueña en que sus hijos se vayan, sin embargo esa es la ley de la vida, tenemos que aceptar que no son nuestros solo son prestados por un corto tiempo - me miro y volvió a sonreír - si por mi fuera te mantendría para siempre junto a mí, pero yo ya viví mi vida ahora te toca a ti.

-Mamá no piensa eso, no quiere que me vaya de aquí, estaba muy enojada.

-Y si no te vas el enojado seré yo - su voz era amable, incluso dulce, melódica y educada - no te estoy corriendo sencillamente quiero verte en la sima y poder decir la escritora de aquel exitoso libro es mi hija.

-Papá gracias... -lo abracé y fue en ese momento cuando recordé todas las veces que él me apapachaba después de caerme o aquellas noches en las que tenía pesadillas.

Después de esa noche mis días en Quebec estaban contados.

Era un ventoso día de otoño y tenía que tomar un avión a primera hora. Hoy era el día. Hoy era el día de comenzar una nueva vida. Durante el mes que mi vida de reportera había acabado solo pensaba en una cosa; escribir un libro. Del cual no tenía idea de que trataría, Lenni un amigo y también trabajador de la oficina, decía que misterio o romance, mi mente decía el típico cliché dramático y yo decía que más valía tener una historia antes de enero porque si no fuese así todo se iría a la borda, regresaría a Quebec y mi madre me diría "te lo dije solo fue una pérdida de tiempo y dinero" Repitiéndolo una y otra vez.

Abrace a mi padre por décima vez era hora de marcharse y hacer de mi vida una nueva historia.

-Vendré pronto – estaba abrazada de mi padre.

-Te esperare aquí con los brazos abiertos -lo mire a los ojos y le sonreí - Despídete de tu madre, en su cara se nota que me odia.

-Mamá yo...- me jalo de los hombros y me abrazo tan fuerte como si nunca más la fuera a volver a ver- Mamá -hable con dificultad- me estas asfixiando.

-Avanna Haden, es mejor que te vayas yendo antes de que me arrepienta -le brotaron unas pequeñas gotas de sus ojos - te quiero hija y por favor gana ese concurso.

Mi madre finalmente me había dado el permiso que hace quince días atrás quería, me iría a Francia feliz al saber que ella lo había aceptado.

-Gracias mamá, papá. Sin ustedes no sabría que hacer -fue un último abrazo y entonces llamaron para embarcar.

Podía ver a Francia debajo de mi y ya comenzaba a imaginar el sabor de las crepas recién hechas, los macarons dulces y crujientes, la temperatura fría y lluviosa, los museos llenos de color y las personas hablando con su particular idioma.

LA MANSIÓN VERNONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora