CAPITULO 6

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Hace dos días mi madre llamo comento que Evan fue en mi búsqueda al igual que había ido con Lenni. Lo conocía perfectamente y sabía que se rendía al tercer intento.
Ese mismo sábado me dispuse a reorganizarme y si me fuese posible dormir.

Lunes.
Era el comienzo de la semana y yo ya me encontraba agotada, un día antes me había adentrado a Vernon, con miedo a que no me saliera un ratón y con miedo a que el timbre no volviera a tener otra falso como el jueves pasado. Gracias al susto que me dio toda aquella coincidencia se me quitaron las ganas de ir a la mansión al menos hasta ayer, que como días anteriores ya no había nada nuevo, mi memoria ya reconocía cada rincón de la casa, cada detalle y cada partícula de polvo. Ese fue el motivo que el mismo jueves que encontré la columna ordenada de carpetas, se me hizo y aun se me hace extraño que estuvieran en ese estado. El día anterior que acudí nuevamente a la casa revise aquellas hojas, eran bocetos, cuentas bancarias y una que otra noticia de Ansel Dumont, no sabia si traerlos a casa o dejarlos en su lugar -justo en la esquina del viejo, pero ahora ordenado escritorio- así que los deje, solo tome una que otra foto, por si las dudas.

Hoy era uno de esos pocos días, en los que despiertas, te das cuenta de que el amanecer tiene sol brillando más de lo habitual y dejas que tus instintos te guíen.
Los días que iba a la ciudad siempre regresaba con nuevas plantas, en cambio debido al mal clima no había podido plantarlas y hoy era el día.

Podaba un par de arbustos cuando a lo lejos observé, a unos cuantos metros más adelante de donde habitualmente solía cruzar, se encontraban varios troncos apilados, a pesar de ser viejos se veían fuertes, trate de trepar.

Finalmente lo logré pude admirar la casa, me aferraba de los troncos y de mis manos que sostenían la gran pared.

-¡Hey! -miraba hacia mi lado del jardín cuando escuché, un tiple francés, al parecer el sol ya me estaba afectando y no llevaba aquí ni diez minutos.

-¿Has perdido algo?-preguntaron. Gire la cabeza en dirección a la voz desconocida con la mayor atención posible pero no la ubique. - ¡Hey por aquí! - volví a buscar con la mirada, finalmente lo encontré, un joven recargado en los muros que tenía el atrio- ¿Perdiste algo? -este era el momento en que agradecía a mi padre tomar clases de francés extras.

- ¿Ah?... no, no- ¿Y el quien era? Se supone que nadie habitaba- yo solo... Amm yo solo observaba- como pude lograr hice un ademán con una mano mientras la otra lograba sostenerme, tratando de equilibrarme y no caer.

- ¿Observabas?... - sonrió jocoso.

- ¡Si! ¿Acaso eso no está permitido?

-Mm pues si lo está, pero no a las casas vecinas, sabes creo ese es el trabajo de este muro restringir el paso a las personas y proteger la privacidad-señalo el muro de arriba abajo y de un lado a otro- y si de verdad fuera eso podrías haber entrado por la puerta- señalo con su cabeza y su índice hacia el rincón. ¡Y dale con la puerta!, yo no había visto una puerta desde que vivo aquí- más bien creo que me espiabas - Mi vista recorría el lugar donde él había señalado. Espera ¿qué?

-Si, bueno...digo ¡NO!, no, no era eso, yo...-fije mi mirada en una excusa; en un árbol, planta, inclusive a él mismo y no encontré como refugiar mi vergüenza-me tengo que ir adiós- hable lo más rápido que pude en cambio un paso en falso hizo que me cayera- ¡Auh! -escuche pasos correr, la puerta abrirse, pero omití todo a la vista, cerraba los ojos ya que el sol daba con todo su esplendor.

- ¿Estas bien? -abrí los ojos. Él mismo chico que había visto unos minutos atrás, el mismo que casi me descubre estar usurpando su casa se encontraba parado frente a mi cubriendo el sol a mis ojos- ¿oye te encuentras bien?

-Eso creo gracias- sonrió desde su altura y yo desvíe la mirada- me dolió un poco pero ya pasó.

-Como no te dolería, mira eso -hizo un movimiento en dirección al muro, seguía en la misma posición, se agachó a mi altura y volvió hablar- Eres extraña.

-No tanto como tú -esta vez sonrió, agitó la cabeza, y para ser sincera, el sol, las sombras y lo que restaba del ambiente favorecían mucho su posición, saldría una foto perfecta.

-Ven hay que levantarte de aquí -tiro de mi con ambas manos, haciéndome quedar sentada en el pasto seco- ¿y bien... tienes algo que decir?

-Gracias- sacudía mis brazos de la hierba seca cuando él se incorporó.

- ¿Gracias? Solo eso dirás.

-¿Qué más esperas?-continuaba sacudiéndome y verificando que no me hubiera quebrado alguna extremidad.

-Pues no lose tu dime, un simple "Lo siento por espiarte no me pude resistir a tu belleza" serviría -me quería reír, pero no me dejaría vencer. Viendo desde su perspectiva él si era guapo, piel caucásica, cabello café, ojos del mismo color, sonrisa de labios delgados y finos. Propios de un francés.

- ¿Que? Yo no te estaba espiando, ya te lo dije solo observaba.

-Si sabes que eso es espiar ¿no? -desvié mi mirada de la suya.

-Soy Luke Debussy- volví la cabeza a su dirección, tenía la mano estirada.

-Avanna Haden - tome su mano- perdón- murmure, percibí su risa.

-No te preocupes no es nada- fruncí la frente, achiqué los ojos e hice un puchero con la boca -perdona me gusta molestar a las personas.

-¿Enserio? no lo noté- me levanté del césped seco, me sacudí el trasero y caminé- ¿Desde cuando estás en esa casa?

-Hace días-imitó lo que anteriormente yo había hecho.

- ¿Días? -era un mentiroso yo había estado dos días antes ahí dentro -bromeas cierto -el rio, yo reí nerviosa.

-No, esto si es enserio, me mudé el martes en la madrugada -lo ruidos de carro habían sido suyos y yo había entrado a su casa un día después eso explicaba la extraña sensación.

-Para serte sincera no te vi el miércoles, estuve afuera arreglando el jardín -en parte era cierto, después de hacer la limpieza en el interior de la casa barrí el patio.

-Tuve que viajar a la ciudad me faltaban cosas por traer -ahora lo entiendo. Solo en pensar que me hubiera visto me causaba miedo.

-Me tengo que ir necesito acomodar toda la casa -miro a mi casa- y como puedes ver no es pequeña-¿ se estaba burlando de mi casa?

-Te estás...

-No mal intérpretes tu casa es linda -pude ver en sus ojos un brillo especial.

-Solía... -metió las manos en sus bolsillos traseros, sonrió y volvió a mirarme -Me voy nos vemos luego.

Su pequeño argumento –"solía"- me hizo dudar, me quedé parada viendo cómo se iba y atravesaba la famosa puerta de la que tanto hablaban, como era posible que no la haya visto.

LA MANSIÓN VERNONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora