Y sí...

Y sí...

...

Aquella noche en el templo Tsukimine había terminado todo.

El juicio por las cartas Clow había terminado declarando a la joven elegida por Kerberos, como la actual dueña de las cartas y él ya no tenía nada que hacer ahí. Y menos, al ver la alegría de la castaña cuando Yue volvió a tomar la forma de Yukito yendo a su encuentro.

Por alguna razón, no pudo tolerar el abrazo que ambos se dieron así que, en silencio y sin ser notado, giró sobre sus pies y se regresó a su departamento.

Sabía que era la hora de volver a casa, ya nada quedaba por hacer en Japón. Entró a su habitación, sacó su maleta del armario y comenzó a llenarlo con su ropa. No quería pensar en nada, pero su cabeza estaba llena de situaciones confusas. ¿Por qué sentía que nada debía ser así?

Tomó uno de los libros que tenía en su escritorio y al hacerlo, notó un resaltador en una de las paginas, lo abrió encontrándose ahí con una frase que lo haría aún más afirmar la resolución de volver a Hong Kong y nunca más volver.

«El lazo entre los guardianes de las Cartas y su nuevo dueño será de total obediencia y devoción. Kerberos será quien lo aconseje, mientras que Yue será quien lo ame y proteja.»

Guardó el libro de mala gana en su maleta. No tenía que preocuparse por nada. Después de todo, Yue era la persona más importante para esa niña, así que todo estaba en el lugar que correspondía estar y él tenía ahora que volver a casa con las responsabilidades que tenía allá.

Y cuando las vacaciones de verano acabaron todos se dieron cuenta que Shaoran Li ya no iba a regresar.

...

Por el otro lado, estaba Touya Kinomoto, el hermano mayor de la dueña actual de las cartas, quien también tenía el presentimiento de que nada era como debía ser, pero no lograba encontrar la razón.

Ni siquiera Kaho había sabido que decirle. Solo había desaparecido como había llegado.

Observaba a quien había sido su amigo durante ese tiempo muy apegado a su hermana, protegiéndola, ayudándola con sus tareas e incluso haciéndola sonreír.

Todo estaba mal... ¿o es que él así lo quería en realidad?

Por más vueltas que le daba al asunto, nada parecía darle una solución. No le quedaba más que resignarse a ser simplemente el observador, como siempre... Esperando que, a ninguna de esas personas tan importantes para él, como eran Sakura y Yukito, les pasara nada malo.

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