┃𝐏𝐑𝐎́𝐋𝐎𝐆𝐎┃

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Nadie puede decirnos que hacer

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Nadie puede decirnos que hacer

Aun que las cosas solucionar, solo se empeoraban no sabia si por ella o por el, alguno de los dos complicaban la situación.
Esos hilos no la hacían respirar, cada vez se sentía más asfixiada, una caja de cristal donde estaba encerrada y solo intentaba salir de allí.

- ¿Por que sigues en no obedecer a lo que te ordeno? -preguntó en tono alto, arrugando su frente ante la desobediencia de su hija, el profundo gris se centraba solamente en la castaña, en la espera de una respuesta aceptable- es la quinta vez que sucede, Cleo -en un movimiento rápido se puso de pie de aquel asiento de cuero, tomando una compostura firme, dispuesto a escuchar lo que diría la castaña, con que se iba justificar.-

Torno sus ojos en blanco, en el momento en que los rodó con fastidio, era un exagerado el mayor frente a ella, quien esperaba con que se iba justificar ahora.

- Señor Kofman -la mujer de hebras durazno, obtuvo la atención del jefe, si su hija no iba responder al menos que la asistente le diera una explicación "creíble", entre comillas porque a ambas ya no les creía nada- el auto se averió y estabas muy cercas de allí, mientras lo arreglaban, nosotras fuimos a entretenernos un poco -mantuvo la compostura, sonando lo más sincera posible y evitar que el señor Kofman tomara medidas drásticas con su hija-

Pero, aquel profundo gris no se desviaba ni un instante del caramelo de sus orbes, el nervio la iba invadiendo y en cualquier momento la iba vencer, Mauricett era muy fácil de mostrar cuando mentía y las pruebas eran cuando se ponía nerviosa, desviando sus ojos o moviendo alguna de sus piernas con rapidez.

En cambio Cleo, se mantuvo callada unos momento sin ver al hombre de traje con apariencia de alguien con muchos modales, el coraje la estaba cegando quería evitar un problema grande con el, solo fue uno de los muchos festivos que se hace en Alemania, no le encontraba el problema.

Era solo un parque de atracciones que se hace cada año en aquellas fechas, pero, a su padre no le parecía que se mezcle con personas no de su clase.

- Al diablo -agrego en voz alta, dándose la vuelta para largarse de allí, unos dolores de cabeza provocaba el mayor todo los días-

Ignoro por completo lo que dijera; reclamaciones por aquella palabra, tan delicado resultaba ser en muchas ocasiones.

[....]

- ¡Oh, vamos! Va aceptar -esas palabras iba más que nada para si misma, se paseo por aquel pasillo una y otra vez, donde una zanja se aproximaba-

Tomo aire reteniendo en sus pulmones, donde el valor regresaba, hace unos momentos se sentía con los suficientes faldas para ir y decirle. Ahora se encontraba tirando ese valor a la basura.

Tres pasos firmeza fueron suficientes para alcanzar la manija de la puerta, donde indicaba la oficina de su abuelo, de apoco fue dejándose ver, asomando su cabeza primero y visualizo al masculino de avanzada edad, moviendo aquel bolígrafo con rapidez, firmando algunos documentos que al parecer urgía estar listos.

𝐆𝐑𝐀𝐕𝐈𝐓𝐘┃𝖫𝖴𝖨 𝖷 𝖮𝖢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora