Capítulo 6

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Desciendo por las escaleras junto a las demás chicas de la torre, siguiendo la ruta marcada por las soldados a nuestro alrededor

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Desciendo por las escaleras junto a las demás chicas de la torre, siguiendo la ruta marcada por las soldados a nuestro alrededor.

Con Madian y ahora Miaka, atravesamos pasillos y estancias como en un laberinto hasta llegar al puente que conecta el Cuartel General de Ejército con el segundo castillo que vi antes.

Con el manto de la noche sobre él y los cientos de luces que iluminan su exterior, tiene un aspecto mucho más majestuoso y descomunal que en el día.

—¡El Banquete es en el castillo del rey! —exclama Madian con total sorpresa.

Miaka se une a su emoción.

—Sé que el lugar de la cena es precioso y enorme, suficiente para meter a todas las personas de Shalem dentro.

—¿Cómo sabes eso? —pregunto, incrédula de su capacidad— Imposible que sea un lugar tan grande, ¡solo vive una persona en él!

—Pero esa persona es el rey, Aricia —remarca Madian, rodando los ojos, como si fuese lo más obvio.

A mí me parece ridículo que solo una persona, por tanto poder que tenga, necesite tanto espacio para habitar.

— Cuando mis hermanos mayores volvieron a casa después de su servicio en el Ejército, les encantaba contarnos sobre las cenas que ofrecen en el castillo para los reclutas junto al rey cada mes.

—¿Quieres decir que vendremos aquí cada mes? —la emoción de Madian no hace más que crecer mientras avanzamos por el enorme puente. Desde esta altura puedo ver toda la ciudad, brillando como el mismo cielo nocturno— Eso no suena tan mal...

—¿Por qué el rey querría hacer una cena cada mes con nosotros? —mi escepticismo me lleva a pensar que es una forma de intimidarnos, de recordarnos que él está a la cabeza de todos nosotros y así puede mantenernos vigilados.

—No lo sé, Aricia, pero cuando lo vea en el banquete le preguntaré —bromea Madian con su típico tono sarcástico—. Disculpe, majestad, ¿puede decirnos por qué quiere tener a un montón de críos en su hogar cada mes para comer una deliciosa cena? ¡Por favor, no me invite a la siguiente!

Miaka ríe con ella y no hago más que poner los ojos en blanco.

—Búrlate todo lo que quieras, pero es algo muy extraño.

Me rodea el cuello con un brazo y me atrae hacía sí, hablando un poco más bajo para que solo pueda escucharla yo y nuestra compañera.

—Que no te escuchen hablando así o podría malinterpretarse —me aconseja y se aparta—. Disfruta de la buena comida real gratis hasta que encuentres tu respuesta.

Continuamos caminando hasta adentrarnos en el castillo del rey que ciertamente, es mucho más elegante, lujoso y grande que el Cuartel del Ejército Blanco; lleno de tapices de todos los colores posibles, sofás que lucen cómodos, alfombras largas y mullidas, cortinas de terciopelo y seda colgadas aquí y allá. Todo limpio, ordenado y muy bien iluminado con candelabros y lámparas brillantes.

Aricia y el Ejército Blanco © | EN EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora