Clausula Primera

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Réamann giró cuidadosamente el siguiente eslabón de su pulsera para tratar de encajarlo en la pequeña esfera plateada que poco a poco iba formándose en su mano. Se centró en su rompecabezas tratando de ignorar la sofocante tensión que llenaba el aire a tal punto que, excepto por su familia, todos en la sala habían terminado "resguardándose" en la seguridad de un muro como si quisieran mimetizarse con las paredes.

Cuando el eslabón encajó en su lugar, Réamann lanzó otra mirada a la puerta para comprobar que no hubiera noticias y casi suspiró cuando el ansioso guardia seelie llevó la mano a su espada en un gesto acorralado. ¿Se daba cuenta de que eso podría ser tomado como una amenaza a un príncipe del imperio? Aunque supuso que no había daño real desde que nadie lo había notado, los otros guardias seelies estaban igual de aterrorizados y sus propios guardias estaban demasiado ocupados mirándolos con repruebo.

Tendría que tener una profunda conversación con ellos más tarde.

Tomó el siguiente eslabón de su rompecabezas pero, en lugar de embonarlo, miró el rabioso ir y venir de Thorin cuya sonrisa había dejado de mantener las apariencias hace un largo tiempo: la larga cola de su vestido negro serpenteaba detrás de ella mientras se deslizaba de un lado a otro de la habitación como un heraldo de la muerte, estaba aferrándose a su abanico con la mano izquierda que mantenía oculta en su ancha manga y apretando la gema que pendía de su collar de serpiente tan fuerte que su de por sí pálida mano se había tornado azulada.

— Ha sido suficiente. — Declaró Thorin deteniéndose de repente con un gesto tan practicado que la cola se agrupó alrededor de sus pies con naturalidad. — Esos ya están lanzando un ataque a traición contra nosotros.

— O quizás carecen de sentido de orientación. — Abogó Réamann. — Es posible que estén dando vueltas por la torre sin encontrar el lugar correcto.

Su aportación fue recibida por dos idénticos bufidos de incredulidad.

— Sólo estoy diciendo que, si ellos desean tanto una guerra, no debemos defraudarlos. — Thorin desplegó una sonrisa melosa.

Ahodhan replicó la sonrisa de su sobrina desde el asiento en el que había estado observando el ir y venir de Thorin entre miradas robadas hacia las amplias puertas y a los dos guardias seelies que palidecían más cada vez que entraban en su campo de visión. A Réamann le parecía una reacción exagerada considerando que, desde su expresión hasta su postura, el emperador parecía estar cómodo con la situación a su alrededor. Pero, tal compostura sólo le decía a Réamann que estaba por decir algo terrible.

— Oh, Thorin, no es necesario ir tan lejos como planear una guerra. — Señaló el emperador con voz serena, casi melosa. — A final de cuentas vinimos aquí para solucionar el problema y todo sería más rápido si lo "arreglamos" mientras siguen aquí.

Réamann no creía que nadie en la habitación pensara que seguía hablando de completar el tratado.

— Eso se ha vuelto terriblemente difícil, Zazing. — Thorin hizo un puchero preocupado. — Oh, bueno, si deciden huir siempre podríamos salir de cacería para pasar el tiempo, con tiempos tan tormentosos nunca se sabe cuándo podríamos terminar presenciando un trágico accidente.

— Elveín, Hèlel, me temo que sus palabras podrían ser malinterpretadas. — Réamann asintió hacia el pequeño duendecillo que servía de mediador y les estaba dedicando una mirada ansiosa desde su lugar entre dos guardias seelies. — De ser posible, sugeriría evitar los modismos tanto como pueda permitirse. — Por supuesto que las intenciones de ambos habían sido muy claras, pero quizás si lo disfrazaba como una expresión no estarían recibiendo amenazas del supremo consejo.

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