Al final, salir a caminar fue la decisión correcta. Dyfan no podía dejar de sonreír mientras regresaba a su habitación ¿quién pensaría que las aelias aún existían y que podría presenciar su floración nocturna? ¿Quién esperaría que fueran tan hermosas? Estaba realmente feliz de haber podido verlas. Además, eso lo había bastado para distraerlo lo suficiente como para que volviera a sus cabales y notara la magnitud de la estupidez que pensó en hacer.
Aunque... el príncipe también había influido un poco en eso, y no sólo porque era tan amable como para intentar hacerlo sentir mejor, aunque era bastante obvio que estaba mintiendo. Dyfan siempre había tenido debilidad por las cosas lindas, por lo que no era extraño que se calmara un poco al ver un rostro pequeño que era mucho más lindo que hermoso. Si no fuera por su altura y sus ojos habría dudado seriamente que fuera un elfo de éter y pensaría que era de una especie menor.
— ¿Se puede saber en dónde estabas a esta hora?
Dyfan saltó hacia atrás, chocando con la puerta que acababa de cerrarse tras él, se llevó una mano al pecho como si tratara de conseguir que el corazón que había saltado hasta su garganta regresara a su lugar. Estaba tan aterrorizado que tardó un poco en reconocer o de racionalizar que Ewan estaba parado en el centro de la habitación con los brazos cruzados sobre el pecho golpeaba el suelo con el pie mientras le daba a Dyfan una mirada impaciente.
— ¡Casi me provocas un infarto! — Jadeó mientras trataba de calmar su galopante corazón.
— Estamos a mano entonces. — Replicó Ewan sin apenarse ni un poco por su amigo. — ¿Sabes lo preocupado que estaba cuando viene aquí y sólo encontré una cama vacía? Estuve a punto de mandar una partida de búsqueda tras de ti, pero tenía la esperanza de que hubieras huido y...
— ¿Y si me hubieran secuestrado? — Picó Dyfan en represalia por el susto.
Ewan palideció y negó con la cabeza. Dyfan casi se sintió un poco mal por haberle dado un golpe de realidad.
— Quería creer que no pasaría... yo.... —Se mordió el labio y volvió a negar un par de veces antes de murmurar: — ¿Dónde estabas?
— Salí a dar un paseo para tratar de despejarme. — Contestó alejándose de la puerta sin poder contener la sonrisa que se formó en sus labios al pensar en las aelias.
El rostro de Ewan se oscureció a medida que las luces se alzaban con indignación.
— Así que los sombríos amenazan con matarte y tú decides salir prácticamente desprotegido en la oscuridad para facilitarles el trabajo. — Gruñó Ewan. — Y todavía tienes el descaro de sonreír por ello.
Dyfan podía sentir cómo se desmoronaba la sonrisa en su rostro. Por supuesto, si lo ponía de esa manera sonaba realmente mal. No, era sólo que sonara mal: en realidad era tal como Ewan había dicho. Si lo hubiera pensado un poco más se habría dado cuenta de que salir era una horrible idea. Y encima fue y se puso a hablar con un príncipe seelie como si fuera lo más normal en esa situación, Ewan no debía enterarse nunca de eso. La urgencia de huir de hace un rato regresó, aunque por un motivo completamente diferente.
— No creo que intenten nada mientras estamos aquí.... — Trató de minimizar la situación mientras rodeaba a Ewan, aunque no sonaba convincente ni para sí mismo.
— Por supuesto, no intentarán nada. — Bufó el asistente. — Sólo llevaron armas a una reunión diplomática ¿por qué intentarían matarte mientras estás prácticamente solo en la oscuridad?
— Tienes razón. — Suspiró Dyfan. — No pensé realmente en las consecuencias, sólo quería despejarme un poco.
— Para el registro: Debiste haber huido por tu vida. — Señaló Ewan. — Habría sido más sabio.
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Tratado
FantasyPara evitar la guerra entre las Cohortes élficas Dyfan, un príncipe de Cohorte luminosa, recibe la orden de cumplir con un matrimonio arreglado con un príncipe de Cohorte oscura. Se suponía que su tarea era simplemente pacificar las tierras entre lo...