Capítulo 10. La persona que me gusta.

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Al día siguiente seguí intrigada con Vassilis. Al ver el mensaje, no contesté inmediatamente pues tenía hambre; así que bajé a desayunar. Supongo que no hace falta decir, que en cuanto a Yefuá; no supe nada de nuevo ni por la noche ni por la mañana.

De repente, la actitud de Yefuá me dejaba mucho que desear. Estando en mi ciudad, él no salía de antro ni tampoco estaba tan ocupado. Es más, ahorraba dinero; aunque supongo que ese dinero que ahorraba sería justamente para gastarlo en Cancún. No sé, quizá a alguien más le decía que estaba ocupado cuando en realidad sólo estaba conmigo. "No, Yefuá no es así; Yefuá sería incapaz de hacer tal cosa", eran esas las palabras que me repetía cuando se me metían esas dudas en la mente.

De repente, al terminar mi desayuno llegó la llamada de Yefuá; puntual a las 11 de la mañana.

—Hola, Maky —me dijo adormilado—. Vengo despertando.

—Hola ¿Cómo te fue anoche?

—Me fue bien, adivina qué; conocí a una italiana.

El decirme aquello casi me quiebra la voz y las piernas; no podía creer que fuera tan cínico cómo para restregarme en la cara a quién anda conociendo o con quién se anda divirtiendo. Claro, como Yefuá sabía hablar italiano; seguro no le dio problema comunicarse con ella.

—Maky —decía con cariño— ¿Sigues ahí?

—Si ¿Qué pasó? —dije intentando contenerme.

—No te imaginas. Como sabes, yo sé hablar italiano; así que pude platicar largo con ella... —insistía— adivina.

—¿Qué? —le pregunté a secas.

—Me contó que hay una aplicación para publicar libros. Ella publica sus libros en español y pensé en ti.

—¿A si? —le dije sorprendida.

—Si. Tal vez podrías descárgala y empezar a escribir lo que te dije. Te mandaré el nombre por mensaje.

—Si, claro —le contesté un poco molesta.

—Perdón si he estado ausente. Mañana regreso a Ciudad de México y de ahí a Francia un rato para estar con mi familia; tiene mucho que no los veo ¿Sabes? Hablo más contigo que con ellos.

—¿En serio?

—Si, es verdad. Mi familia no es muy unida. Bueno, ninguna familia es tan unida como la mexicana.

—¿Qué pasó con la chica?

—No lo sé —me respondió rápidamente para calmarme—. Sólo hablé con ella mientras estaba en el lugar y luego nos fuimos.

—¿No se pasaron los números o algo así? —pregunté apenada.

—Pff.. no. Además, no debería preocuparte eso. Sabes que no me gustan las europeas tanto como las latinas. Además, ella por mucho que se operara, no sería tan bonita como tú. Ustedes las mexicanas son las mejores, pero de entre todas, tú eres la más hermosa y lo sabes. Italia, pff, puedo ir ahí cuando quiera y follar cualquier italiana; pero llevo a una mexicana ya en mi corazón y en mi vida.

—Gracias por hacerme sentir segura —respondí tímidamente.

—De nada. Y, perdón de nuevo; pero eso de nadar con celular no se me da bien —dijo con sarcasmo y risas—. Es por eso que no te mensajeo tanto.

—Está bien —contestaba más tranquila y contenta.

—Bueno, diviértete. Es hora de comenzar mi último día aquí. Te quiero.

Al colgar el teléfono con Yefuá me di cuenta que realmente lo quería mucho; pero que mi cariño por él era muy extraño. No es que yo viera a Yefuá sólo como amigo ni mucho menos; pero mi cariño por Yefuá se parecía a la devoción y yo no lo consideraba lo más sano. Yo lo quería a más que como una pareja; era como un ídolo para mí, idolatraba a Yefuá como su no hubiera nada superior a él. Su presencia, su mirada, su sonrisa, su voz, todo..., hasta un mensaje suyo bastaba para ponerme de nuevo de buen humor todo el día. Lo quería como los fans quieren a los cantantes. Ellos saben que nunca podrá ser suyo; pero no sienten que pierdan el tiempo soñando con ellos, pues es un tiempo que los hace felices.

Último Suspiro ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora