Capítulo 4

105 23 12
                                    

Adalia Spooner.

Me paré frente la ventana tambaleando un poco. Dominic ya estaba afuera casi llegando a la fuente, me apresuré en bajar para no perderlo de vista.

Cuando llegué abajo él con su mano arrancó la perilla de la puerta del auditorio y entró rápidamente. Yo tenía que correr para poder alcanzarlo.

—¡Dominic!—Le grité pero él me ignoró—¿Qué estás haciendo?—Tomé su brazo y lo giré hacia mí. Sus ojos celestes ahora eran grises, casi blancos. Me empujó brucamente sobre las sillas del auditorio, mi cabeza se golpeó muy fuerte con una de ellas lo que hizo que todo se empezara a volver borroso.

Dominic se metió detras de los telones rojos que hay a los dos lados del teatro. Logré levantarme de nuevo y lo seguí, atrás de la cortina había una pequeña puerta y adentro de esta unas escaleras de caracol de metal.
Empecé a subir lentamente por ellas tambaleando un poco, empecé a arrepentirme de venir a intentar ayudar a este desgraciado.

Cuando llegué al final de las escaleras había una ventana alargada que estaba abierta, Dominic ya había salido. Cuando atravesé la ventana pude verlo a él caminando por el borde de la torre que hay en el techo del auditorio.

—¿Quieres morirte?—Le pregunté y el volteó a verme sorprendido.

—¡Lárgate!—Su voz no sonaba como la recordaba antes, pero teniendo en cuenta que tomé mucho y me golpeé la cabeza no le di importancia.

—No, no me caes bien y yo tampoco te caigo bien—Empecé a decir mientras me acercaba a él—Pero no por eso voy a ver que corres peligro y no voy a hacer nada—Agarré denuevo su brazo y empecé a intentar alejarlo del borde—Porfavor vamos—Le volví a pedir, pero él nisiquiera se movía del lugar en donde estaba parado sin importar la fuerza que yo hiciera en intentar moverlo.

—¡Te dije que me dejes en paz, niña estúpida!—Con un movimiento brusco se soltó de mis manos y me empujó.

Así es, me empujó.

Empecé a rodar por las tejas grises del techo y luego caí al vacío. No reaccioné a tiempo para intentar sujetarme de algo.

Me preguntaba que me pasaría al llegar al suelo, si me rompería algunos huesos o hasta si moriría. Y todo por tratar de salvar a Dominic Maldovan. Vi como mi cuerpo se acercaba cada vez más a la reja puntiaguda que rodea toda la universidad y sólo cerré los ojos esperando a sentir un enorme dolor pronto.

Y...nada.

Cuando volví a abrí los ojos estaba acostada boca arriba en el suelo, sin ningún rasguño ni golpe más que el de mi cabeza que me había hecho antes, pero mi vestido estaba sucio y se había roto un poco la falda. Dominic estaba recostado contra la puerta del auditorio.

—¿Cómo hiciste eso?—Le pregunté, él me observaba con desaprobación sucediendo la cabeza de un lado al otro.

—Los humanos son muy tercos—Dijo él con una voz extraña y grave—Pero prometí comportarme bien hoy y casi lo arruinas.

—No sé de que estás hablando—Le contesté y el bufó.

—Y también son estupidos, muy estupidos—Exclamó él, luego de eso tapó su cara y emitió el mismo quejido de antes, como un grito ahogado. Sus ojos empezaron a retornar a su color celeste de antes. Pasó las manos por su cara y luego se quedó observándome.

—¿Dominic?—Le dije mientras me levantaba del suelo.

—¿Adalia?—Se acercó a mi y me ayudó a parar—¿Que te pasó?—Me preguntó preocupado.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Aug 19, 2019 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

El chico en el techo©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora