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Perdóname, Jack.
No soy tan fuerte como tú piensas.❞

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LEHIGH VALLEY,
PENSILVANIA; 1988
7:00 pm

Cuando aparcó finalmente el auto de su padre, pudo confirmar para sí mismo que el barullo que se percibía desde la cuadra anterior no era nada más ni nada menos que la fiesta de Rapunzel, su mejor amiga —o como solía llamarle: esa idiota—. No le sorprendía, en realidad; sólo ella sabía cómo organizar reuniones destacables, no por nada era la más popular de su generación. Si bien tampoco le sorprendería que la policía apareciera en cualquier momento debido al escándalo, por supuesto que no le molestaría ver cómo los oficiales se llevan a los zoquetes del equipo de soccer por ingerir alcohol en la vía pública. No, no le molestaría en lo absoluto.

Jack apagó el motor y desabrochó su cinturón de seguridad antes de echarle un vistazo a la casa atestada de adolescentes moviéndose al ritmo de Papa Don't Preach, de Madonna, estos en su mayoría sudorosos y muy probablemente alcoholizados, y tal vez un poco más allá; porque sí, ya todos sabían que Toothiana conseguiría cocaína como era costumbre. En su opinión, la fiesta vista desde el exterior podría haber sido descrita como un espectáculo de colores neón, drogas y alcohol, y poca ropa. Se veía divertido, si se lo preguntaban, y sabía que Mavis pensaba lo mismo. Si no fuera porque en realidad le importaba un carajo, se preocuparía un poco por el auto y la latente amenaza de vómito, botellas estrelladas y manchas de sustancias desconocidas en él. Sí, su padre lo mataría sin dudas, sumándole el hecho de que tomó el auto sin permiso.

Igual le importaba un carajo.

Su padre se lo merecía.

Si observaba el panorama, casi podía saborear los cigarrillos entre sus labios, la droga en su sistema y el alcohol en su paladar y, vaya, sí quería saborearlos. Había sido una semana de mierda.

Nada fuera de lo habitual, en realidad.

Pero claro, la única droga que remediaba su corazón adolorido tenía nombre y apellido.

Y un par de ojos preciosos.

«¿Si tu novio te dijera que eres su droga favorita como intento de hacerte un cumplido, pensarías que es un degenerado y cuestionarías tu relación o sólo lo ignorarías y cuestionarías tu relación?

¿A quién le importa?

A mi, claramente.

Pues eso depende, ¿mi novio es guapo?

Descomunalmente hermoso.

No jodas, ¿mi novio es James Dean?

Ya quisieras, mensa.

Ugh, qué decepción. ¿Entonces él es pálido, de sedoso cabello blanco e intensos ojos azules?

Y tiene una maravillosa personalidad, además.

No sé por qué me da la impresión de que también tiene un ego enorme.

¿Cómo crees eso? Él es una persona sencilla y encantadora.

Oh, vaya. Qué lindo. En ese caso, ¿mi novio es este individuo que está sentado a mi costado y que me está haciendo preguntas tan estúpidas?

Puede ser.

Pues me lo comería a besos, probablemente.»

Ninguna droga podría igualar lo adictiva que Mavis resultó ser. Justo como dicen: una vez que la pruebas, no puedes dejarla, claro que Jack se referiría a eso siempre en el mejor sentido de la expresión. Porque la respetaba, ante todo. Él sonrió ante ese pensamiento; era consciente de que sonaba igual a un maldito adolescente hormonal, pero no era así, en lo absoluto. La quería tanto que nunca haría nada que ella no quisiera.

when the party's over ; javisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora