I.

244 12 0
                                    

"Lloramos al nacer porque venimos a este inmenso escenario lleno de dementes" -William Shakespeare.
(Comienzo de primaria)

***

"Normal" fue una de las primeras palabras que Harry aprendió. No mamá, ni papá o alguna rara combinación de ambas palabras. Sus tíos, y tutores legales, la señora y el señor Dursley estaban orgullosos de decir que eran perfectamente normales y muy agradecidos por ello.

De esta manera, otra de las primeras cosas que aprendió Harry fue a odiarse pues él no era normal.

A sus cinco añitos, Harry aún no entendía porque a sus tíos les agradaba más abrazar a su primo Dudley que a él. En realidad, a él nunca lo abrazaban, o hablaban sino era para darle órdenes.

–¡Peínate! –le gritó su tío Vernon en cuanto lo vio entrar al comedor– y decir que así irás a la escuela. Que vergüenza.

Para cuando su tía Petunia bajo de la mano con Dudley intentando arreglarle el uniforme, Harry ya se había cambiado y hecho el desayuno.

Su tía lo miro de arriba a bajo y arrugó la nariz de una manera que lo hizo achicarse en su asiento. Parecía un perro gruñendo que estaba a punto de morderle.

–Esa ropa está toda sucia, ¿No te dije que la limpiaras?

Harry estuvo a punto de replicar que lo había hecho, pero decidió callarse, y simplemente se encogió de hombros mirando hacia cualquier otra parte del lugar que no fuera la expresión enojada de su tía.

Suficiente ya se habían enfurecido cuando no tuvieron de otra opción que mandarlo a otra escuela, pues Dudley no dejaba de quejarse que no lo quería con él aunque Harry sabía que disfrutó de burlarse de él con su pandilla en la guardería Surrey.

–¿Y ahora que hacemos? –había preguntado Petunia mirándolo enrojecida de rabia, como si él lo hubiera hecho apropósito– mi cachorrito vino llorando el otro día porque dice que Harry es malo con él y sus amigos en la guardería, y que por eso el resto de estudiantes odian a Harry.

–¿Si lo mandamos a un colegio público? –había sugerido su tío.

La respuesta al problema vino una mañana junto a la correspondencia; un sobre grueso y pesado, hecho de pergamino amarillento y la dirección escrita en tinta verde esmeralda. Tenía un sello de cera púrpura con un escudo de armas; un león, un águila, un tejón y una serpiente, rodeando una gran H.

Harry había recibido una vacante en el internado Hogwarts.

La noticia había provocado un manojo de nervios, entusiasmo y miedo durante todo agosto, al menos en Harry. Sus tíos, por otro lado, al principio estaban reacios a darle una educación de tal nivel, mayor a la de su primo, pero Harry había encontrado la forma de convencerlos al explicar que estaría lejos de ellos la mayor parte del año y que además, Hogwarts tenía tanto nivel primario como secundario; su primo de repente se había vuelto un apoyo continuo cuando entendió eso.

Además, cuando mencionó que debía tomar el tren en la plataforma nueve y tres cuartos, sus tíos se miraron sorprendidos,  mantuvieron esa rara conversación sin palabras que había visto a muchos matrimonios tener y luego su tío preguntó:

Brave EnoughDonde viven las historias. Descúbrelo ahora