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—Veremos a tu madre— vuelvo a murmurar con nerviosismo observando su casa frente a nosotros.

—Si, Matt. Llevas diciendo lo mismo todo el viaje— regaña con irritación.

—Pero...— interrumpe.

—Vuelves a repetirlo y daré tu cabeza contra la puerta— amenaza con fastidio.

Ruedo mis ojos ante su respuesta.

—Eres tan dulce— sonrío con ironía.

—Mich— murmuro su nombre al llegar a la puerta— ¿Crees que le agradaré?— pregunte con miedo.

—Eres increíble, cariño— musita con suavidad acariciando mi rostro— Un poco idiota pero buena persona— bromea.

—¡Chicos! Pasen, sean bienvenidos— sonríe cediendo el paso— ¿Cómo han estado?

—Bien, madre... parece que tú también— responde mi novia observando todo a su alrededor.

Caminamos hacía un mediano salón donde se encontraba una mesa en el centro de los sillones, el gris del mármol contrastaba con el color negro de los muebles.

Las paredes eran de un color blanco con pequeños retoques grises.

—¿Cómo es tu nombre, cariño?— me pregunta tomando asiento.

—Matt— respondí sonriendo a un lado de Michael.

—¿Matty?

Negué— No, Matt.

—¿Matías?— ¿Qué carajos?

—¿Qué...? No, Matt. Me llamo Matt Smith.

—Oh, Matthew, bonito nombre— fruncí mi ceño girando mi rostro hacía Mich quien se encontraba a punto de estallar de risa.

Abrí mi boca para replicar pero me interrumpió riendo.

—¡Estaba bromeando, Matt!— ríe nuevamente.

—Oh— respondí aún confundido.

—Iré a traer algunas bebidas. ¿Algo en especial?

Negué dejando que su hija respondiera.

—Cerveza— sonríe observando como se alejaba.

—Ella es muy extraña— le digo aún confundido.

—Y eso que aún no has conocido su personalidad— responde riendo.

•°•°•°•°•°•°•°•

—Cuéntame de ti, Matt— habla Alessandra tomando asiento frente a mi.

—Realmente no soy una persona con una vida interesante, todo lo contrario— admití.

—¿De qué trabajas?

—Soy administrativo en una empresa de autos.

—¡Vaya! Debe de ser un trabajo bastante complejo.

—No lo veo tan así— reí— jamás me ha gustado las matemáticas pero cuando era adolescente comencé a estudiar Administración con el fin de encontrar un mejor trabajo con el cual poder vivir. Estando estudiando logré conseguir este empleo y puedo decir luego de años que adoro la tecnología.

Su risa aumentó al escuchar lo último.

—¡Me imagino que si! Hoy en día todo lo abarca la tecnología.

—En eso estoy de acuerdo— sonreí.

—¿Sabes? Pareces un chico encantador, espero que cuides de Michael, ella nunca a sido buena en el amor... supongo que nuestro inminente fracaso amoroso a sido hereditario.

—Oh... bueno creo que nuestro fracaso no fue tan desastroso, después de todo me encuentro completamente enamorado de su hija.

—Wow— se sonroja con sorpresa— me has tomado por sorpresa, chico. La última vez que le vi con un chico fue desastroso.

Fruncí el ceño.

—¿Por qué?

—Ese sujeto la acosaba, ella puede ser bastante lenta para ver lo que ocurre.

—¿Quién es él?

—Supongo lo conocerás, eran amigos pero luego el comenzó a obsesionarse, persiguiéndole por todo lugar que ella fuera. Esta situación duró un tiempo hasta que perdieron el contacto uno al otro, exceptuando que ha vuelto al bar.

El recuerdo de Michael junto a aquel sujeto en el bar se instaló en mi mente.

—Creo comprender de quien hablas— gruñí.

—Lo detestaba, ninguna madre querría que su hija fuese acosada por un psicópata.

—La cuidaré— hablé seguro.

Asintió son seriedad— Espero que sea así.

Tragué saliva completamente tenso luego de aquello.

¿Por qué dijo que era su amigo si él la acosaba? ¡Joder!

—Te contaré algunas anécdotas de Michael cuando era pequeña— cambió de tema notando mi humor.

—Oh vaya esto me comienza a intrigar— admití sonriendo.

—¡Esa niña lograba darme dolores de cabeza! ¿Puedes creer que se comía las plantas?— chilla incrédula— Siempre que observaba nuestro pequeño jardín las hojas se encontraban mordidas.

Reí carcajeando sin parar.

—¡Oh por dios! Tenías un pequeño herbívoro en tu casa.

—¡Ni que hablar! Hasta no haber cumplido ocho años no paró de comer todas mis plantas, era realmente extraño.

Reí recordando mis travesuras.

—Cuando de pequeño me enfadaba golpeaba mi cabeza contra la pared— comenté en un extenso silencio

Alessandra carraspeo— Vaya... con razón has quedado así

—¡Oye!— chillé indignado.

—¡No he dicho nada!— levanta sus manos con inocencia.

Ruedo mis ojos.

-¿De qué hablaban?— pregunta con interés Michael llegando a nuestro lado luego de retirarse para ir al baño.

—Estaba hablando de ti- responde su madre con cautela.

—Espero no le estés contando sobre...— su madre la interrumpe.

—Oh si querida, estaba a punto de mostrarle tus fotos de pequeña.

—¿Qué? ¡No!— chilla.

—¡Claro que si, niña!— alza su ceja.

—No te atreverías...

—¿Quieres probar?— sonríe.

—Alessandra.

—Martha Michael.

Alcé mis cejas con diversión.

—¿Martha?— reí sin evitarlo— ¡Oh por dios!

—¡Deja de reírte!

—Lo lamento— intenté detenerme.

—Te detesto— gruñe.

—Si sigues gruñendo te convertirás en un perro, mija— responde su madre.

Ambos reímos ante su reacción.

—¡Son tal para cual!— grita.

—Basta, Martha— la molesto.

—No me hagas decir tu segundo nombre, cabrón.

—¿Cuál nombre?— interrumpe Alessandra.

Negué rápidamente.

—Ni se te ocurra— amenacé mirando a mi novia.

—Pero si es hermoso— ironiza.

—¡¿Cuál?!— pregunta su madre con impaciencia.

—Ramón.

—¡No!

AtrápameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora